Según Wikipedia, la primavera árabe es “una serie de manifestaciones en clamor de la democracia en el mundo árabe y, en muchos casos, financiadas por Occidente”.
Al respecto, aunque una meta de diversos sectores era obtener conquistas democráticas, el Pentágono auspiciaba en cada país gobernantes que pudiesen ser manejados a su antojo. Así, donde no era necesario cambiar el sistema continuó de igual modo, como es Egipto; en el lugar que fue conveniente eliminar a líderes soberanos se logró, tal como fue el asesinato de Muamar Gadafi en Libia orquestado por la OTAN, o irrumpir con grupos terroristas en Siria, con el fin de obtener territorios fértiles al capital transnacional.
En Yemen resultó lo contrario pues su candidato fue obligado a huir hacia Arabia Saudí, el cual organizó una Coalición Internacional apoyada por la Tridente Reino Unido-EE.UU.-Francia intentando destruir al pueblo revolucionario dirigido por Ansarolá (movimiento popular yemení), desatando un genocidio que aún perdura. Es decir, en cada evento donde existía una potencialidad liberadora provocaron masacres de alta gama.
Algo similar ocurrió en Ucrania donde el intento de asesinato del presidente legítimo, Víktor Yanukóvich, finalizó en la secesión del Donbás, conformando las Repúblicas Independientes de Donetsk y Lugansk, atacadas permanentemente por el ejército de Petro Poroshenko. Crimea, al convertirse en parte integral de Rusia, definió la división territorial del país.
La reciente iniciativa de Perú ofreciendo sus servicios a Estados Unidos, al proponer que el Grupo de Lima corte relaciones diplomáticas con Venezuela al amparar golpes de estado, confirma el complot y el ardid jurídico. La negación de la Interpol a la solicitud ecuatoriana de detener al ex presidente Rafael Correa debido a la inexistencia de méritos, o la solicitud de investigación por una entrega de 20 millones de pesos (6000 dólares) al colombiano Gustavo Petro, mientras se ocultan los sobornos y robos por más de 600 millones de dólares entre diversas empresas y personas afectas a campañas políticas, confirma esta conspiración y los débiles argumentos que logran emitir.
La detención arbitraria de Meng Wanzhou,ejecutiva e hija del fundador de Huawei, en Vancouver (Canadá), mientras se desplazaba de Hong Kong a México, basado en una orden emitida en Nueva York el 22 de agosto por supuestos delitos de fraude relacionados con Skycom Tech y Huawei, supondría la extradición a EE.UU. y una pena de prisión extrema. China ha convocado al embajador canadiense en Pekín para advertirle de graves consecuencias si Ottawa no la libera.
El caso de Julián Assange aporta evidencia irrefutable sobre la conspiración judicial internacional como mecanismo final para su extradición.
Las manifestaciones ocurridas en Francia con los “chalecos amarillos” reiteran la doble moral informativa: si es en Venezuela, hay que exigir la libertad de los “presos políticos”; si es en París, hay que castigar a los infractores de la ley pese a haber cuatro muertos, cientos de heridos y cerca de dos mil detenidos.
Esta situación merece un capítulo especial, aunque se pueden adelantar varias conclusiones.
Primera, Christophe Castaner, ministro del Interior francés, sindicó a los protestantes como criminales que “vienen a destruir y a matar”, señalando que son únicamente 10 000, ordenando movilizar 89 mil gendarmes, vehículos blindados y tropas armadas: 9 a 1 es la “valiente” proporción contra los civiles. Segundo: la represión se ha descargado en potenciales activistas viajeros, sometidos a revisiones exhaustivas y reteniéndolos preventivamente; si se encuentran objetos de uso personal pueden ser considerados armas mortales. Tercero: se cerraron museos, tiendas de marca, teatros, sitios turísticos, ocultando que la manifestación por alzas indebidas cuestiona la eliminación del Impuesto de Solidaridad a la Fortuna (ISF), regalando seis mil millones de euros a los billonarios, cuyo fraude fiscal se estima en 100 mil millones de euros,“democracia” impuesta en naciones vasallas. La detención de 400 chalecos críticos en Bruselas podría extender dicha protesta.
Cuando el presidente estadounidense Donald Trump interviene directamente en la crisis, la ineptitud analítica de su par galo Emmanuel Macron lo ha llevado a culpar en este momento al “Kremlin”, confirmando la tesis del colapso.
En esencia, mientras que los países soberanos se consolidan, la Tridente Reino Unido-Francia-USA, en asocio con Arabia Saudí, se van quedando solos. La reciente derrota en el CSNU donde propusieron declarar a HAMAS (Movimiento de Resistencia Islámica de Palestina) como organización terrorista, demostró que pese a las amenazas de Nikki Haley éstas son cada vez más desechadas.
En la segunda década del siglo XXI, cinco criterios deben ser empleados en todo análisis del geopoder: uno, el miedo de las élites transnacionales a perder sus ganancias e influencia los han llevado a cometer las peores atrocidades y abusos de modo descarado, abierto, ahora sin ningún trabajo de ocultamiento; dos, dicha situación los ha obligado a violar todas las regulaciones internacionales creyendo no ser castigados; tres, han utilizado los Medios de Desinformación hasta la saciedad para crear confusión o falsear situaciones como el caso Skripal, por ejemplo.
Cuarto, han creado amenazas de la nada aplicando sanciones injustas, malévolas, cuyo ejemplo es Irán, pese a que en la segunda edición de la Cumbre interparlamentaria de seis países regionales (Paquistán, Turquía, Rusia, Afganistán, China, Irán), avalaron incondicionalmente al pacto nuclear suscrito por la nación persa y la lucha contra el terrorismo; cinco, los pueblos soberanos avanzan cada vez más rápidamente hacia su consolidación democrática y algunos reveses (Brasil), confirman que las élites ahora deben jugarse hasta sus límites máximos para vencer los anhelos de verdadera independencia y libertad.
Finalmente, ante la incapacidad de Trump para competir lealmente, aplicando por el contrario boicots, guerras, amenazas, detenciones ilegales, habrá que considerar leyes de reciprocidad por las cuales se podrá juzgar a cualquier funcionario o afín que viole la legislación nacional de países agraviados.
Todo tiene un límite y nada es eterno para el pensamiento dictatorial.