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viernes, 6 de enero de 2012

Mañas y enseñanzas de una vieja cotorra



Su plumaje ralo y entrecano revela que los años le cayeron encima. En su deplorable estado sigue repitiendo lo que escucha mientras los fraseos guturales y su casi nula imaginación lo permiten, pues las cotorras -ya se sabe- no tienen cerebro.
Hace varias décadas, cuando se difundió en Guayaquil esta curiosa forma de expresión, la lorita estaba llena de gracia como el Ave María y sus propietarios la enviaron a probar suerte lejos de su natal “Provincia Verde”. Primero se interesó por la novedad un diario porteño caracterizado por la xenofobia, e interesado en despedazar a la poderosa colonia libanesa que, según los propietarios del medio, tenía un plan siniestro para adueñarse del país.
Lo hizo alentado por el aplauso durante un tiempo, hasta que, con el pretexto de que “uno debe mantener distancia con el poder… Se puede ser amigo de los adversarios, pero no estar demasiado cerca”, se alejó por estrategia más que por ingratitud, y animó con su parloteo -sucesivamente- a los mandatarios Sixto Durán-Ballén, Osvaldo Hurtado, Abdalá Bucaram, Fabián Alarcón, Jamil Mahuad y Gustavo Noboa, quienes le consiguieron una embajada en Europa, de manera que  el inefable tono estuviera afinado para cuando le digan en lenguas germana o flamenca “la patita, lorita”.
El cargo le permitió desarrollar olfato para los negocios y  el 1 de enero de 2006, el entonces canciller Heinz Moeller; nuestra cotorra representante; Roberto Betancourt, embajador en Ginebra ante la OMC; y Cristian Espinoza, funcionario del Ministerio de Comercio Exterior; firmaron un “entendimiento sobre banano” con la Unión Europea para el sistema de “arancel único” con el que las transnacionales se apropiaron de $ 1.900 millones por el sobreprecio que nunca fue compartido con los productores ecuatorianos.
“No creo en el estribillo de la prensa corrupta”, repite ahora con descaro en una pantalla de televisión, pero olvida que estuvo asociada y fue entrañable amiga de Carlos Pérez Perasso, así como de Xavier Alvarado Roca. ¡Ah, esta vieja lora política disfrazada de periodista, no ha perdido las mañas y utiliza a su conveniencia el fantasma de León Febres-Cordero para amagar y mostrar en forma indecente una imagen pulcra y democrática.

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