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lunes, 23 de abril de 2012

Operación rescate



Alfredo Vera

Alfredo Vera

Rescatar la educación del secuestro a manos y bolsillos del  MPD y los traficantes privados que desde tiempos inmemoriales hicieron de la educación un negocio y no un servicio, parecía una utopía inalcanzable.
La ciudadanía tenía poca credibilidad cuando alguien se atrevía a enfrentar el poder del grupo fanático y sectario y se decía cómo es que tenía secuestrada a la educación cuando les iba tan mal en las elecciones: No se daban cuenta de que ellos se apoyaban en la indiferencia de los medios de comunicación frente al fracaso educativo que, desde luego, involucraba en el desastre al jugoso negocio de alguna actividad comercial de la enseñanza, que se abastecía de docentes que en su gran mayoría trabajaba bien en la educación privada y muy mal en la pública.
Si difícil era intentar mejorar la educación básica, menos alcanzable aún era intentar frenar los abusos y el despilfarro de recursos financieros y humanos en la educación superior, por la cacareada autonomía. Se creaban institutos superiores y universidades con la misma facilidad y corruptela con las que se distribuían las frecuencias de radio para negociar favores al estilo partidocrático.
Así como el poder económico acaparó buena parte de los medios de comunicación, también se introdujo en el negocio educativo y se explica la complicidad para guardar silencio frente a la mediocridad generada por el sectarismo partidista.
No se trataba solamente de formular legislación apropiada para intentar el rescate del de la educación secuestrada. Tampoco era suficiente tener los proyectos indispensables para enfrentar los cambios. Era condición básica tener  autoridad moral y fuerza social necesarias y suficientes para organizar y practicar el rescate de la secuestrada educación.

Cerrar 14 universidades privadas y que pongan las barbas en remojo algunas de las públicas, contemplando la situación de los estudiantes y de los docentes para encontrar salida una vez liberada la educación del secuestro, es una tarea que merece el reconocimiento ciudadano. Es oportuno comparar el salvataje educativo con el salvataje bancario por el daño irreparable que uno y otro hicieron sus autores, cómplices y encubridores al desarrollo de nuestra nación.

Por la inacción a que conduce la filosofía del dejar hacer y dejar pasar, ignorando el daño provocado contra estudiantes, padres de familia y toda la sociedad que se iba acostumbrando a vivir en la mediocridad, hoy es necesario comprender y conocer lo que pasó, para no defraudar un esfuerzo indispensable para que se haga realidad una revolución.

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