"La Sociedad entera tiene que pensar en un modelo Social Alternativo, que satisfaga las necesidades de la mayoría Social Trabajadora
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miércoles, 30 de enero de 2013
Fue la URSS la que derrotó a la Alemania nazi, para quitar el yugo fascista a los pueblos europeos
El comunismo es la juventud del mundo…
Stalingrado, un ejemplo y un legado para la juventud.
Honor al combatiente de la bruma, honor al Comisario y al soldado, honor al cielo detrás de tu luna, honor al sol de Stalingrado.
Pablo Neruda
Por Pável Ernesto Blanco
Los jóvenes comunistas reivindicamos la aportación histórica de la URSS, por razones ideológicas y políticas, pero también porqué gracias a ella se garantizó la supervivencia de la humanidad.
Nos quieren contar una historia que no se basa en la verdad, sino en mentiras, y es nuestro papel contribuir a que la verdad fluya, se conozca.
Se nos quiere convencer de que la Alemania Nazi y la URSS son ejemplos del totalitarismo, idénticos, buscan equipararlos. Las URSS era un Estado donde el poder los tenían los obreros y campesinos, donde se construyó una sociedad nueva, el socialismo-comunismo, y la estadística comprobable de los años 30 demuestra que el nivel de vida de los trabajadores era ya superior al de los países capitalistas y que para millones de trabajadores en el mundo era perceptible que otro mundo se construía, y desarrollaban acciones de solidaridad con el poder soviético. No solo se vivía mejor, sin los efectos de la crisis de 1929 que azotaban a los trabajadores en el mundo capitalista (desempleo, hambruna) sino que nuevas relaciones sociales surgían; ya no había explotación, la diferencia entre el campo y la ciudad empezaba a diluirse, en la familia ya no existían las relaciones de opresión y la mujer empezaba a emanciparse, un pueblo antes analfabeto ahora no solo era culto sino que producía cultura que enriquecía el acervo de la humanidad. La URSS era el blanco de los países capitalistas, no solo infamias en su contra, también operaciones militares, sabotaje a la producción, espionaje. No es secreto que Inglaterra, EEUU, Japón, Francia y en general los monopolios acariciaban la idea de que el fascismo alemán aplastara militarmente la “pesadilla bolchevique”. Alemania nazi era un país fascista, y sabemos que el fascismo es la forma de gestión por la que optó el capitalismo y el imperialismo para estabilizar la crisis de 1929 y frenar la ola revolucionaria desatada por el triunfo de la Revolución de Octubre. El fascismo es como dijo el héroe proletario Jorge Dimitrov en el VII Congreso de la Internacional Comunista la dictadura terrorista abierta de los elementos más reaccionarios, más chovinistas y más imperialistas del capital financiero. Para Hitler y los monopolios que él representaba no existía algo más odiado que la URSS y por ello desató una ofensiva militar cruel, traicionera, que provocó la muerte a 27 millones de soviéticos. Los fascistas son los enemigos jurados de los comunistas. Y es una verdadera distorsión querer comparar el mundo nuevo con el decadente y reaccionario mundo representado por el fascismo.
Otra mentira muy divulgada es el curso mismo de la guerra. Toda la maquinaria ideológica-mediática está centrada en magnificar el papel de los EEUU en la Segunda Guerra Mundial. La verdad es que cuando los norteamericanos desembarcaron en Normandía ya estaba decidida la derrota de Alemania nazi. La resistencia heroica del pueblo soviético transformo todo el territorio de la URSS en un campo de guerra sin tregua para el invasor. En las puertas de Moscú el ejército fascista alemán obtuvo una contundente derrota. Pero una de las batallas más significativas fue la de la ciudad-héroe de Stalingrado que duró más de 200 días y donde el Ejército Rojo y los partisanos, las milicias obreras y los comunistas, toda la clase obrera y el pueblo, hombres, mujeres, niños y ancianos, entregaron todo hasta derrotar al VI Ejército alemán, destrozando así la columna vertebral de la agresión nazi.
Fue la URSS la que derrotó a la Alemania nazi, en Moscú, Leningrado, Kursk y Stalingrado, para finalmente en una oleada liberadora quitar el yugo fascista a los pueblos europeos, incluido el alemán, culminando la epopeya con la bandera roja del proletariado ondeando en el Reichstag.
Evocar la importancia de Stalingrado y la construcción del socialismo en el Siglo XX, viene a ser otro de los pilares que sostienen nuestro ímpetu, nuestro entusiasmo por defender algo diametralmente distinto a la barbarie capitalista, misma que con cada nueva crisis económica que se desata, nos recuerda la implacable tarea que tenemos los comunistas por derrotar al enemigo.
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