Por: Darío Botero Pérez
Posiblemente, Chávez ha sido el único contemporáneo que podemos calificar de líder auténtico de proyección mundial, sustentado en su propio talento y no en las farsas agenciadas por las instituciones e instancias internacionales que imponen su globalismo plutocrático, miserable, retardatario, ruinoso, humillante, discriminador, consumista, depredador y, por ende y sin atenuantes, mortal; del cual tenemos la obligación de deshacernos a la mayor brevedad. Cada instante que sobrevive, éste sistema moribundo nos acerca más al punto de no retorno, pues la ofensiva de los potentados es definitiva y mundial.
El indiscutible liderazgo del internacionalista Rafael Hugo Chávez Frías, ha sido claro en lo que va de siglo veintiuno. Se fundó en sus capacidades, y se expresó en sus acertadas actuaciones y realizaciones, dotadas de una insólita, ejemplar y arrogante independencia cuyas repercusiones traspasan todas las fronteras y constituyen auténticas muestras de solidaridad global, soberanía nacional y amor propio (o autoestima), capaces de señalar –para hombres y pueblos -los caminos de la nueva era antropológica cuyo umbral nos enseñó a cruzar, guiados por su digna individualidad, tan independiente y lúcida como ejemplar, aunque no exenta de errores, algunos ciertamente garrafales, como la entrega del digno revolucionario colombo-sueco, Joaquín Pérez Becerra, al astuto converso Juan Manuel Santos Calderón.
Pero, en cuestiones de liderazgos y caudillismos, Chávez ha de ser el último a quien las mayorías independientes, informadas, reflexivas y empoderadas le reconozcan esa condición de conductor de los demás.
Es que su gran herencia universal es la reivindicación y el estímulo de la capacidad de cada uno para enterarse de la realidad tanto como de las deformaciones que le introducen los medios de alienación al servicio de los potentados.
El propósito consciente de los ciudadanos que despiertan es despejar la agenda pública mundial para intervenir en la discusión y definición de los asuntos públicos, cuyo tratamiento y solución se han apropiado unos burócratas corrompidos y apátridas que aprovechan las sociedades piramidales para apabullar a las mayorías a fin de destruir la biosfera y precipitar el Fin del Mundo añorado por los sionistas a instancias de los masones que sacaron a los judíos de la esclavitud en Egipto.
En ese sentido, el insólito, lúcido y contundente venezolano universal constituye una especie de puente que nos lleva desde la democracia representativa -suficientemente solvente en su caso, si juzgamos por las elecciones que ganó recurrentemente, burlándose con toda seriedad de la falaz democracia representativa-; pero, también, desde cualquier régimen jerárquico, así sea una monarquía o alguna nueva dinastía de dictadores, laicos, militares o teocráticos, todos ellos caducos y mortales, nos lleva a la democracia directa, la única verdadera y merecedora de llamarse democracia.
Ejerciéndola consecuentemente -con valor, independencia y dignidad, acatando la solvencia chavista que supera cualquier pequeñez partidista y aspiración individualista-, podremos resolver todos los problemas que aún tengan solución; así como también podremos evitar que se sigan agravando todos, en particular los irreparables que, minuto a minuto, nos empobrecen globalmente, amenazándonos de extinción.
Lo lograremos a partir de la participación libre de los ciudadanos despiertos, conscientes, informados, inquietos, interesados y dignos, que rechacen a toda clase de líderes, caudillos, representantes, delegados y demás impostores acostumbrados a despojar a las mayorías de su derecho inalienable a gobernarse a sí mismas.
Éste se ejerce con el concurso de todos los que deseen participar; pero sin reconocerle a ningún individuo el privilegio de imponer sus criterios y decisiones a los demás, ni de suplantarlos o desconocerlos o despojarlos de ninguna manera, que es lo que han hecho y hacen los politiqueros de todos los pelambres durante la vigencia de la ruin Historia.
En consecuencia -ante la afortunada falta de liderazgo innato de Nicolás Maduro, que no debió pasar desapercibida para el hábil y lúcido coronel, así como no debió ignorar la ambición de otros revolucionarios bolivarianos menos sumisos; tanto como por el creciente rechazo consciente a los caudillos que suplantan a los pueblos en los gobiernos-, es claro que la herencia de Chávez consiste en la introyección, inoculación, contagio o reencarnación de su carácter soberano en cada uno de los ciudadanos despiertos o en trance de despertar, que habitan actualmente la Aldea Global y que, en todas partes, están amenazados de extinción por los potentados decadentes que los subyugan, despojan, humillan y reducen.
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Por fortuna -podríamos decir que asumiendo el espíritu de Chávez, o el de cualquier ser libre y digno que se le compare, pues la Humanidad no ha carecido de maestros semejantes, durante todas las épocas y en todas partes, aunque siempre han sido perseguidos y vencidos, hasta ahora que ya somos mayoría lúcida, capaz y dispuesta a la liberación definitiva del género humano y a la protección incondicional de la biosfera que lo sustenta junto a los demás seres vivos-, cada vez son más los integrantes de las masas alienadas que alcanzan la condición de multitudes conscientes dispuestas a impedir el cataclismo definitivo y a castigar a los enemigos comunes…
Estos sicópatas, desventurados y despreciables, promueven esa aterradora solución final genocida para mantener sus fatuas y espurias superioridades.
Cínicamente prolongan el “Síndrome de Medusa”, mediante el cual las víctimas pagan los crímenes de los victimarios, como sucede en España con los desahuciados por los banqueros ladrones, a quienes protegen los politiqueros traidores de los pueblos, de modo que, en vez de despojarlos de lo que se han robado y meterlos a la cárcel, echan a la calle a los ciudadanos víctimas de los agiotistas desorbitados.
Pero, a pesar de que les quitan sus hogares, no dejan de cobrarles una deuda usurera y fantástica, que supera con creces el valor del activo improductivo aunque vital, que les roban a las familias desamparadas por un Estado plutocrático. Las expropian pese a haberlo pagado varias veces, en la mayoría de los casos, y a que el despojador ha de venderlo de nuevo, aumentando exorbitantemente sus ganancias, abusivas e ilegítimas aún si los politiqueros se las legaliza y justifican.
Semejante canallada ha sido impuesta por el atroz Neoliberalismo característico del sistema consumista agonizante e imperante en todo el Mundo, pues todos los gobernantes, incluyendo los de la poderosa China, le rinden tributo, con muy contadas excepciones.
Supuestamente busca producirles rentabilidad alta y constante a los especuladores; pero, por sus efectos perversos sobre los más vulnerables, no puede calificarse más que de criminal e imperdonable, pues sólo puede causar ruina, como ya es evidente hasta para los más indiferentes.
De hecho -como pasa con todas las estafas financieras en esta época crucial, que también se destaca por su ataque frontal contra la biosfera, en todos los escenarios posibles, así como por el fomento de la guerra-, el Neoliberalismo aprovecha la codicia, que suele enceguecer a los más simples, envidiosos e ineptos, para ocultar el propósito macabro de sionistas, musulmanes y cristianos por precipitar el Juicio Final con sus aterradoras profecías de sufrimiento para las mayorías indefensas; sufrimiento que es bastante evidente en quienes carecen de hogar, sobre todo cuando lo tuvieron, lo pagaron o lo estaban pagando, pero se los quitaron atropellando sus más elementales derechos fundamentales.
Para acabar de ajustar, si los ciudadanos desahuciados, o los estafados por los productos financieros de los banqueros y las bolsas de valores, o los despojados e intoxicados por las multinacionales homicidas y ecocidas, protestan, los reprimen, pues su condición real es muy inferior a la de cualquier vendepatria, ya sea funcionario o lacayo de potentados a cualquier otro título.
Sin embargo, a pesar de las grandezas infundadas de los potentados, que consolidan y confirman con violencia y despojos, los ciudadanos no dejan de considerarse gente, de modo que exigen que cumplan su palabra los viles politiqueros impostores, quienes dicen representarlos. Pues, aunque no lo hacen, acatando la legislación burguesa que tantos engaños e ilusiones fomenta, supuestamente fueron elegidos para defender los intereses de los electores, según sus promesas de campaña.
Por eso, en España, donde las protestas frente al parlamento tampoco se pueden efectuar, las víctimas del sistema agónico acuden a los escarches, acosando a los traidores en sus hogares, y exigiendo que respondan por sus crímenes…
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Son éstos ciudadanos soberanos e idóneos, somos todos los demócratas auténticos del Mundo entero, quienes habremos de ejercer el gobierno colectivo adecuado para la post-Historia, concertado por las mayorías honestas y solidarias, y capaz de vencer y enterrar a los enemigos comunes que se arropan en el sionismo y en la masonería y que están empeñados en acabarnos lo más pronto y dolorosamente posible.
Sus incesantes tropelías están fundadas en supersticiones y autoridades tramposas, capaces de deformar la realidad para llevarnos al matadero y despojarnos de las riquezas que a todos nos deberían beneficiar pero que a nadie pertenecen, a no ser a Pachamama y la Vida que sustenta.
Los sicópatas arrogantes y desalmados serán barridos por la Humanidad decente y consciente, junto a sus fantasiosos y trágicos engaños convencionales, como los espurios “productos financieros” o la “propiedad intelectual” o las leyes inicuas o las instituciones corruptas o las divisas basura o la censura a la libre opinión o la prohibición de condicionantes genéticos, como la identidad de género o la propensión a consumir drogas alucinógenas…
En consecuencia, no serán los politiqueros de ningún partido ni de ninguna ideología totalitaria o autoritaria, por amplia, perfecta, relajada o participativa que se auto declare, quienes aportarán las soluciones urgentes y adecuadas para evitar el Apocalipsis al que nos han condenado y nos llevan aceleradamente los potentados, independientemente de los embelecos con que engañen y gobiernen a sus pueblos.
Es una tarea que le compete a toda la Humanidad consciente, en la que habrá de intervenir todo el que lo desee, sin cortapisas de ninguna especie.
Es lo que permite y nos ofrece a todos el Ágora Virtual -que cada vez se apropian más ciudadanos, mientras los espía el Gran Hermano aunque no acierta a controlarlos, envilecerlos, embrutecerlos y esclavizarlos absolutamente, a pesar de que éste es su gran objetivo de plutócratas superiores, dueños del Mundo o, al menos, acaparadores del dinero que facilita las actividades económicas en las sociedades mercantiles, y que a estas bestias depredadoras les ha permitido apropiarse de la biosfera, prácticamente en todo el globo… para destruirla a nombre del sagrado enriquecimiento individual, contraproducente, desmesurado y enfermizo, que tanto atrae a los vendepatrias de todos los países y naciones.
Y eso por no hablar del despojo del Estado de Bienestar que tiene a los europeos -a cada vez más europeos y de mayor nivel social, no sólo a los proletarios condenados por el capitalismo desde siempre- sumidos en la miseria y la abyección del ciudadano aislado, vejado, inerme, desahuciado e indefenso, como si se tratase de cualquier miserable despreciado del tercer mundo.
Pero controlar y alienar más a las masas supersticiosas, ingenuas, crédulas, simples e ignorantes, o cobardes y resueltas a sobrevivir cómo sea, así sea de rodillas, es lo que buscan los potentados con sus víctimas.
Lo hacen para consolidar y perpetuar su aterradora e insoportable hegemonía, ahora bastante dudosa en la medida en que los seres humanos deciden actuar como individuos soberanos, unidos a otros de igual condición para defenderse de quienes quieren privarlos de su dignidad congénita e irrenunciable, tanto como de su derecho a existir en las mejores condiciones posibles.
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En ese sentido de identidad legal esencial y evidente singularidad biológica, es que podemos afirmar que todos, no sólo quienes votaron por el proletario católico Nicolás Maduro, ni los que lo hicieron por el potentado judío Enrique Capriles Radonski; ni siquiera sólo los venezolanos sino todos los hombres de buena voluntad en el Mundo entero, somos Chávez, y actuaremos como él, sin subordinárnosle a nadie ni tratando de embaucar a otros para suplantarlos y despojarlos de sus derechos soberanos y democráticos.
Si lo hacemos, venceremos. Pero, si seguimos prolongando regímenes jerárquicos, la victoria puede ser para los sionistas y sus mentores masones. Además, es obvio que la pelea es mundial, pues la revolución tiene que ser mundial para que los enemigos comunes no tengan dónde esconderse y su castigo sea condigno de sus canalladas.
Por ende, la población venezolana debe superar las diferencias banderizas y partidistas, y hasta las clasistas, distinguiendo muy bien entre los demócratas de verdad y quienes, enamorados del poder e independientemente de la clase social a la que ocasionalmente estén adscritos, pretenden vender la patria tanto como suplantar al pueblo.
Lo logran o, al menos, lo intentan acudiendo a toda clase de artimañas, promesas y bravuconadas, con el propósito de distraerlo de los graves problemas causados por el consumismo depredador que está acabando con la biosfera, y que en la industria petrolera halla uno de los peores cánceres para la Vida.
Todos los politiqueros aliados de los potentados, así sea clandestinamente para mantener su farsa de representantes de los ciudadanos, prefieren dividirlos y enfrentarlos.
Pero como “guerra avisada no mata soldado”, los hermanos venezolanos
actuando con independencia y soberanía, buscando defender sus intereses auténticos y no los de las multinacionales depredadoras y apocalípticas, y dándonos a todos una lección ejemplar, digna de imitarse, en vez de caer en enfrentamientos fratricidas para defender ambiciones personalistas de impostores-, tienen la oportunidad de denunciar, combatir y vencer a los politiqueros y demás vendepatrias, en vez de alimentar la carnicería que anhela el sionismo financiero internacional para eludir los castigos que se merecen los banqueros ladrones, los propietarios de las multinacionales depredadoras y los gobernantes venales que les alcahuetean sus crímenes contra la Humanidad y la biosfera.
Pueden trazarnos caminos de liberación, justicia e igualdad a todos los que deseamos superar esta terrible etapa antropológica para ingresar a una época de paz, abundancia, armonía y creatividad, indispensable para enmendar los destrozos causados por los sicópatas dominantes en la Historia durante unos diez mil años.
Es hora de que el pueblo -de todos los estratos, clases, tendencias e ideologías, ajeno a los potentados ambiciosos y a sus siervos incondicionales- asuma el control de las instituciones copadas por los corruptos de todos los partidos, a fin de que dejen de ser fortines para éstos bandidos impunes. Se trata de convertirlas en instituciones útiles, necesarias e idóneas, dotadas de personal y recursos óptimos. En vez de que sigan entregadas a politiqueros corruptos, deben estar puestas al servicio de la ciudadanía y controladas por ella.
Esa es la tarea para los demócratas del Mundo. Sin duda, ha de ser tan contundente y extensa como incruenta, pues los potentados son zánganos inútiles, incapaces de defenderse si no disponen de mercenarios de origen popular que los defiendan. Por fortuna, cada vez son menos los traidores a los pueblos dispuestos a masacrar a sus hermanos para defender los privilegios de quienes los oprimen y empobrecen mientras destruyen la Naturaleza.
Así lo vemos con las contribuciones espontáneas y valerosas de los ciudadanos conscientes que desenmascaran a los potentados criminales, como los que poseen cuentas en paraísos fiscales, o los que desprecian pueblos enteros, los asesinan y saquean los recursos naturales existentes en sus territorios…
En esa tónica, crecientemente son más los mercenarios y los reclutas o conscriptos que se niegan a disparar contra sus hermanos de sangre y miserias, cada vez en más partes y con mayor frecuencia. Prefieren poner en evidencia a sus verdugos, sacando a la luz sus secretos sobre el manejo de lo público…
Para vencer a los enemigos comunes, auténticos demonios inescrupulosos, despiadados, asesinos, ladrones y codiciosos, no necesitamos matarnos entre nosotros.
Y no nos interesa matarlos a ellos sino juzgarlos por sus crímenes, a fin de hacer justicia y restablecer la dignidad de la especie, una vez se deslinde de los sicópatas que han dominado en la Historia haciéndonos aparecer como las bestias más depredadoras, enemigas congénitas de la Vida, cuando lo cierto es que las mayorías son nobles, pacíficas, laboriosas, crédulas, ingenuas, honestas, creativas, sensibles, solidarias y decentes.
Cada uno puede sumarse a la causa mundial, ya sea asumiendo la dignidad de Chávez o, simplemente, siendo el singular individuo que es como ejemplar de los seres vivos, único e irrepetible, lo cual es cierto para todos los que disfrutan ese milagro de la Vida, independientemente de la especie a la que pertenezcan, así sea indefensa ante la maldad de los psicópatas humanos que degeneran la nuestra.
La importante es que quede claro que ya no soportamos impostores de ninguna ideología; en ninguna parte. Sus canalladas ya no convencen a nadie que use su cerebro o se sienta digno. Más bien, son conocidas y repudiadas por todos los amantes de la Verdad, dispuestos a que ésta triunfe sobre las mentiras de los psicópatas, sean potentados o sus siervos incondicionales.
¡El futuro será de hombres libres, de personas autónomas y dignas en medio de una sociedad rica, racional, solidaria, justa y equitativa, o no será!
Cada uno, incluyéndote a ti, lo resuelve frente a su conciencia, consultando sus verdaderos intereses. ¡Veremos quién gana! ¡Y ha de ser pronto, pues el tiempo para reaccionar se agota aceleradamente!
Tomado de: http://www.tercerainformacion.es
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