Los dueños de Colombia, que son los mismos de RCN (Ardila Lülle), Caracol (Clano Santodomingo) y El Tiempo, el Clano Santos&Prisa, glorifican un “Monstruo que creó el Estado”, para frasarear el jefe paramilitar Salvatore Mancuso. La humillación a las víctimas es total. Pero no para ahí. Las narconovelas en el Siglo XXI es un producto muy lucrativo que es exportado a todo el mundo y los asesinos vuelven ejemplos para mucha juventud que es negada una oportunidad en el mercado laboral y así a la misma vida. ¡Que no se queja la élite colombiana que en el exterior se considera Colombia como un Narcopaís!
Crece repudio a Los Tres Caínes: ejercicio ciudadano contra la impunidad televisiva
Por Roberto Romero Ospina, Centro de Memoria, Paz y Reconciliación
Con un intervalo de tres días, el 26 y 29 de abril, tuvieron lugar en Bogotá dos foros, que no solo llenaron auditorios, sino que demostraron que como en el sueño de las escalinatas, crece la audiencia contra lo que se ha llamado con justeza, las narcotelenovelas o la paramilitarización de la pantalla chica.
El último, “Responsabilidad de los medios de comunicación frente a la memoria histórica y las víctimas del conflicto”, que a diferencia del primero contó con divulgación en prensa y TV, ya que El Tiempo era uno de los convocantes (City TV, el Canal ET y ADN registraron el evento, ver [1]) reunió a la academia en la Universidad Externado y centenares de estudiantes.
Todos contra Los Tres Caínes
Allí el seriado, que mal retrata a los hermanos Castaño y peor a la memoria, arrastró todo el raiting . Panelistas como el semiólogo Armando Silva, el decano de Derecho del Externado, Néstor Osuna, el impulsor del movimiento “Dile no a las marcas que pautan con la violencia”, Daniel Naranjo, la directora de la Unidad de Víctimas, Paula Gaviria, el crítico de TV, Omar Rincón y hasta el libretista que ahora nos presentará su versión de Rodríguez Gacha, alias El Mexicano, dieron todos los hachazos contra las raíces de un árbol que distorsiona la realidad ante los televidentes.
Paula Gaviria, en nombre del gobierno central quizá fue la más dura: “los programas de televisión en los que se muestran apartes del conflicto no pueden desconocer la realidad y el dolor de los afectados por los grupos armados ilegales, y mucho menos privilegiar a los victimarios.”
Entonces a Gustavo Bolívar, el libretista de Los Tres Caínes, se le vino el mundo encima. Como le ocurrió en el Foro, -ese sí que no conoció ninguna luz en la gran prensa- “Medios, historias y memorias, un debate para la paz”, convocado por la Red de estudios críticos sobre transiciones y una veintena de organizaciones sociales como Hijos por la memoria y contra la impunidad, Fundación Manuel Cepeda, Red de Universidades por la Paz, Arte y Memoria de la U. Nacional, Asociación Minga e Idartes, entre otras y que tuvo lugar el pasado 26 de abril en la sala Oriol Rángel del remodelado Planetario Distrital.
Ésta es la realidad del paramilitarismo colombiano, acusado por la Fiscalía colombiana de haber
asesinado más de 150.000 colombianos civiles, como el caso de Carlos Julián Vélez, dirigente de la Unión
Patriótica en el departamento del Meta que fue asesinado con toda su familia, entre ellos su menor hijo de solo 5 años que fue castrado con machete y dejando a desangrar hasta que encontró la muerte.
¿Qué moral poseen los productores de RCN y Caracol que disfruten del sadismo comercial y registran altísimas ganancias de producir las narco-para-novelas? Foto VOZ.
Bolívar se declaró “víctima” en ambas citas de los cuestionamientos que le han hecho. “Nadie puede decir que hay una escena en la que muestre buenos a los Castaño”, afirmó. Dijo que el libreto fue entregado hace mucho tiempo a la programadora y que por eso no lo puede cambiar.
Lo que corroboró el vice-presidente de RCN TV, el mismísimo Fernando Gaitán, el de Betty la fea, y a quien como Bolívar no se les puede negar su valor civil de dar la cara ante una audiencia que como la del Oriol Rangel, con decenas de personas por fuera ante el lleno total, les increpó por la irresponsabilidad de llevar a la pantalla una serie que vuelve a exterminar a las víctimas con un tratamiento calificado de infame, no solo al descontextualizar los hechos sino a presentarlos en forma tergiversada.
Las víctimas ponen las cosas en su sitio
Los organizadores del acto del Planetario, moderado por la periodista Maureen Maya que nunca se le salió de las manos, presentaron de manera contundente sus argumentos con las mismas herramientas que usa RCN para desafiar la memoria histórica: pulcras y bien editadas escenas de televisión que emplazaron a los realizadores de Los Tres Caínes.
Una escena de la telenovela que presenta los espacios de la Universidad de Antioquia, (enmarcada en cuadros de la violencia, esa sí real, contra el Alma Mater) como exclusivos de “unos revoltosos que solo saben preparar cocteles Molotov y a los que hay que desterrar de los predios”.
“Nuestra arma era la palabra y no la que tratan de demostrar en la telenovela. Tuvimos la iniciativa de enviar una carta el 23 de marzo a los directivos de RCN protestando por la serie y nunca tuvimos respuesta. En 1987, año que hace referencia el seriado fueron asesinados 17 miembros de la comunidad universitaria convertida en objetivo militar por su espíritu social y de cambio”, señaló Serna después de hacer un resumen del genocidio de la UP.
Y subrayó en medio de los aplausos: “Propongo, después del gran daño sicológico y político que le han hecho a la sociedad, que hagan otra historia que le devuelva la dignidad a las víctimas y con ello la dignidad a todo el país”.
La afrenta contra Pizarro
Después vendría otro cuadro que develaba la distorsión. En la pantalla aparecía ese diálogo que alguien llamó de la afrenta presentado por Los Tres Caínes: un personaje llamado Navarro con todas las características de Carlos Pizarro cuando ya estaba en la vida civil y era candidato presidencial del M-19, conversando con Pablo Escobar.
El capo del cartel de Medellín, entonces, le encarga “el mandadito” de tomarse el Palacio de Justicia para borrar de allí los archivos sobre el narcotráfico que reposaban en la Corte Suprema de Justicia.
Y como en el caso de Serna, entonces toma la palabra María José Pizarro, hija del ex comandante guerrillero para señalar: “qué forma tan irresponsable y facilista presentar a mi padre solo con base en las declaraciones de Carlos Castaño sin una sola mención a la versión de sus compañeros o de mi familia”.
“En la serie sale la madre del sicario, muerto en el atentado, dándole largo tiempo y aunque comprendemos su dolor, no salimos nosotros como si no tuviéramos familia, eso es profundamente indignante”, enfatizó María José.
Y remató: “Ustedes deben recuperar esta historia y no darle solo voz a los victimarios, ser equitativos pues Pizarro no se ve allí tal como él era, además por que por la época en que sale en la serie se encontraba en las montañas del Cauca, no usaba ese sombrero y tenía barba”.
Ésta es la imagen de la mujer colombiana al servicio a los Para-Capos que entregan los medios de comunicación. Objetos sexuales donde el sexismo y la humillación a toda mujer es algo natural. ¿Qué se mueve en el cerebro y en los sentimientos de una niña de 15 años cuando ve esa imagen noche tras noche?
Un libretista en aprietos
Entonces la gran sorpresa de la velada: “Pude haber cometido errores, como humano que soy, pero en Tres Caínes la intención, que era visibilizar a las víctimas, me salió al revés, pero lo que no he aceptado en ningún escenario es que se me diga que estoy haciendo apología al narcotráfico o a la guerrilla”, señaló Bolívar.
Y frente a todos, retrocediendo ante tan apabullantes demostraciones y varias voces del público, indicó que pronto se verán escenas donde se toca a Uribe Vélez, las masacres de los paramilitares y que al terminar la serie RCN presentará un documental que recoge la verdad de los hechos, pues Los Tres Caínes es de ficción.
Entre los panelistas se encontraba Hollman Morris, director del Canal Capital, quien llamó a apoyar la TV pública y condenó el manejo contra la memoria histórica que por el afán de lucro hacen las grandes cadenas de televisión con estas series la narcoviolencia. Y Gloria Gómez, de Asfaddes y Patricia Ariza, directora de la Corporación Colombiana de Teatro.
Y es que tras un gran plantón en las instalaciones de la programadora convocado por varias ONG de Derechos Humanos, una cuenta en Faceboock que ya tiene más de 15.000 seguidores contra la serie, la retirada de gran parte de la pauta y otras acciones del público, el mismo Bolívar en el Foro del Externado no descartó que “ante la polémica las series de este tipo puedan dejarse de producir”.
La presión ciudadana puede impedir que estos libretistas, y sus protectores de las grandes cadenas, sigan tan campantes con su impunidad a cuestas, mientras preparan nuevos asaltos contra la verdad histórica de un país que cada vez más reclama justicia y reparación. Incluso en la televisión, donde el daño puede ser más grave para la sociedad.
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