La escalofriante historia de los huérfanos de Duplessi
Cuando EEUU probó armas químicas con sus propios ciudadanos
Atroces experimentos médicos “made in USA”
¿Ocurrió realmente el experimento Philadelphia?
¿Experimentos nazis en Candá?
Por Alfred López
Un millar de niños indígenas de Canadá sufrieron espeluznantes experimentos médicos de desnutrición (Wikimedia … |
De nuevo me toca hablaros de otro espeluznante momento histórico que tuvo lugar también en Canadá y cuyos protagonistas fueron miembros de la comunidad aborigen, siendo objeto de una serie de experimentos médicos cuya intención era averiguar el efecto que causaba la desnutrición y carencia de vitamina C en las personas.
Durante la década que abarcó los años 1942 y 1952, cerca de 1.300 indígenas de la tribuMicmac (en su mayoría niños y niñas) sirvieron como conejillos de indias en investigaciones científicas subvencionadas por el gobierno federal de Ottawa y la Cámara de los Comunes.
Un estudiante de historia nutricional canadiense, Ian Mosby, descubrió mientras investigaba para un pos doctorado de la Universidad de Guelph (Ontario), un estudio fechado en 1954 y firmado por los científicos G.F. Ogilvie y L.B. Pett , del Departamento Nacional de Salud y Bienestar el cual titularon “Un estudio a largo plazo de suplemento de Acido Ascórbico”.
El pueblo aborigen de Canadá sufrió espeluznantes experimentos médicos |
Cinco años después (1947) se retomó la investigación, esta vez teniendo como objetivo a un millar de niños (también indígenas) que fueron seleccionados de entre media docena de escuelas internado de Shubenacadie (en la península de Nueva Escocia) donde residían y que habían sido creadas años atrás por la administración para así tener agrupada y controlada a la población aborigen de la región.
Estas pequeñas cobayas humanas sufrieron el despiadado comportamiento de los investigadores, quienes no dudados en saltarse las leyes federales sobre adulteración de los alimentos para desnutrir a propósito y de manera programada.
Lo curioso del caso es que durante unos cuantos años coincidió en el tiempo los experimentos llevados a cabo por científicos en los campos de concentración nazis de Europa con estas investigaciones en Canadá y los ojos críticos solo estaban puestos en las investigaciones llevadas a cabo por los alemanes, dejando impune las del otro lado del Océano Atlántico.
La escalofriante historia de los huérfanos de Duplessi
Maurice Duplessis encontró un gran aliado en la Iglesia Católica para su planes con los huérfanos (collectionscanada … |
Historias infames, escalofriantes y que causan autentica repulsión ha habido centenares a lo largo y ancho de todo el planeta. Sucesos que ponen el vello de punta y que nos hacen ver hasta qué grado puede llegar la maldad de algunos seres humanos hacia los más débiles y desprotegidos.
El relato que os traigo en esta ocasión al blog es una de esas historias que deja a más de uno con el corazón encogido, sobre todo al comprobar que quienes la padecieron fueron unos pobres niños de corta edad que quedaron a merced de la despiadada ambición de Maurice Duplessis, Primer Ministro de Quebec (Canadá), quien formo parte de un perverso plan para enriquecerse junto a destacados miembros de la Iglesia Católica, todo ello a costa de la salud mental de los pequeños huérfanos.
Duplessis ocupó el cargo en dos periodos (1936-1939 y 1944-1959) y fue en la segunda etapa cuando se puso en práctica la estrategia ideada para conseguir más subvenciones a través de los fondos federales.
Los orfanatos se estaban llenando de niños allí abandonados por miles de madres solteras que, obligadas por la vergüenza de no ser señaladas por culpa de la política ultra conservadora que se ejercía, decidían dejar a sus hijos en las instituciones públicas.
El nombramiento como Primer Ministro de Canadá del quebequés Louis St. Laurent ayudó para que su gobierno central dotase de generosas subvenciones de los fondos federales a su provincia de origen, siendo de las más beneficiadas las instituciones mentales gestionadas por miembros de la iglesia católica (religión oficial y mayoritaria en Quebec).
Esa generosa contribución económica desde el gobierno central para los centros mentales (que triplicaba en cuantía lo que recibían los orfanatos) hizo que se pusiera en marcha un plan con el que se traspasó durante los siguientes años y de forma gradual a miles de huérfanos hacia los hospitales psiquiátricos, de forma que cuantos más niños hubiese allí internados más dinero recibirían (aunque esa cuantía no se destinaría a ese fin, sino a enriquecer los bolsillos de Duplessis y sus socios eclesiásticos).
Los huérfanos de Duplessis sufrieron todo tipo de maltratos, abusos y vejaciones (elbauldejosete). Se calcula que más de 21.000 niños sanos fueron internados en los centros mentales, diagnosticándoles falsamente enfermedades psicóticas.
Debido a que periódicamente se recibía diferentes visitas por parte de inspectores provenientes de Ottawa (capital de Canadá) que comprobaban la buena marcha de las instituciones, miles de esos niños fueron sometidos a todo tipo de experimentos científicos, con el fin de dejar mermadas sus facultades y poder hacerlos pasar por verdaderos enfermos mentales.
Se les practicó lobotomías y múltiples sesiones de electroshock, que en un gran número de ocasiones acabaron con la vida de las inocentes criaturas. Pero los niños fallecidos a consecuencia de esos experimentos no eran enterrados sin más, sino que seguían proporcionando pingües beneficios económicos a la institución, ya que tenían un acuerdo por el que sus cadáveres eran vendidos a las facultades de medicina con el propósito de que los estudiantes pudieran experimentar y practicar con los cuerpos sin vida de los pequeños, quedando de éstos tan solo múltiples pedazos descuartizados que finalmente eran lanzados a fosas comunes.
Los huérfanos que no corrieron tal desgracia no se puede decir que tuvieran un destino mucho mejor, ya que también se cuentan por miles los que sufrieron todo tipo de abusos y vejaciones, tanto físicas como sexuales.
La repentina muerte en 1959 de Duplessis, a causa de un accidente cerebrovascular, destapó las atrocidades cometidas en el infame caso de los huérfanos enviados a los hospitales psiquiátricos y uno de los mayores casos de pedofilia de la historia por parte de destacados miembros de la iglesia. Un hecho que escandalizó a la sociedad quebequense, que durante cerca de dos décadas había vivido bajo una represión gubernamental, tanto a nivel social, político y laboral por culpa del catolicismo ultraconservador ejercido durante todo ese tiempo por Maurice Duplessis.
No fue hasta 1990 en el que los juzgados comenzaron a tramitar y admitir demandas presentadas por cerca de 3.000 supervivientes de las atrocidades en las instituciones mentales, consiguiendo reunir las pruebas e informes médicos suficientes que demostraban todos los martirios por los que tuvieron que pasar durante sus infancias.
A día de hoy todavía no se ha resuelto la totalidad en los casos de abusos, aunque un gran número de los ya conocidos como ‘los huérfanos de Duplessis’ (que todavía continúan con vida) recibieron algún tipo de compensación económica, algo que por muy cuantiosa que fuese no podrá borrar de sus cabezas los horrores vividos durante la infancia.
El periodo que abarcó la Guerra Fría entre los bloques Soviético y Norteamericano posiblemente es en el que más secretos de Estado y militares se guardan y que todavía siguen sin ver la luz.
Desde que acabó, a principios de los años 90, miles de documentos han sido desclasificados por ambas partes, haciéndose públicos un gran número de experimentos en los que desde los respectivos gobiernos se realizaron autenticas barbaridades y los que la población civil fue utilizada como ‘conejillos de indias’.
Recientemente ha visto la luz un nuevo informe sobre el bautizado como ‘Proyecto Manhattan-Rochester’, del cual ya se tenían bastantes datos y que se llevó a cabo entre mediados de las décadas de los años 50 y 60 del pasado siglo XX.
Este experimento científico era una ramificación del conocido ‘Proyecto Manhattan’ (el plan estadounidense para crear la primera bomba nuclear durante la Segunda Guerra Mundial) y con el que se pretendía probar la efectividad de armar biológicas en terreno enemigo, pero con la salvedad de que se probó entre los propios ciudadanos norteamericanos.
El lugar escogido para ser el centro de experimentación fue el barrio de Carr Square en la población de Saint Louis (Estado de Missouri), en el que residían cerca de diez mil personas, el 98% de raza negra y de las que 7.000 eran niños menores de 12 años.
Se pulverizó toda la zona con partículas microscópicas de sulfuro de zinc-cadmio (ZnCdS), un producto altamente tóxico que era respirado por esas miles de personas que allí residían.
A aquellos que preguntaron, sobre el porqué de esas pruebas y pulverizaciones, se les contestó que se estaba creando una nueva forma de defensa ante el posible ataque hostil, en el que se activaría una especie de ‘cortina de humo’ que protegería a la ciudadanía. Pero en realidad el objetivo del experimento, avalado por el gobierno y los estamentos militares, era evaluar cómo se dispersaba dicho tóxico y cuál era su grado de peligrosidad, ya que en caso de necesidad sería lanzado en terreno enemigo.
Jamás se pudo determinar si los múltiples casos de enfermedades crónicas y fallecimientos de cáncer, en los siguientes años, estaban vinculados a dichos experimentos, señalando la causa a otros posibles factores, como la insalubridad propia del barrio y sus habitantes, debido al elevado porcentaje de personas sin recursos que allí habitaban.
Pero la exposición al sulfuro de zinc-cadmio no solo se realizó en ese único lugar, ya que gracias a la desclasificación de documentos se ha ido descubriendo que se utilizaron otros muchos puntos del país para usar a sus ciudadanos como auténticas cobayas humanas.
Personas de otras razas y estatus económico también fueron objeto de la experimentación química, siendo en la mayoría de los casos niños de corta edad el principal objetivo, ya que éstos podían ofrecer un mayor recorrido de tiempo para observar e investigar cómo afectaba la toxicidad del producto al ser inhalado.
La escuela Clinton de Minneapolis (Minnesota) fue otro de esos lugares en los que, a través de camiones que circulaban a su alrededor, se dispersaba el ZnCdS, pero la única diferencia con lo realizado en Saint Louis era que esta escuela pertenecía a un barrio enteramente de raza blanca y cuyos habitantes eran trabajadores de clase media.
Fueron cerca de diez años en los que el gobierno de los Estados Unidos probó armas químicas con sus propios ciudadanos. Hoy, seis décadas después del inicio de dichos experimentos, sus víctimas y familiares siguen esperando, una sola palabra o gesto, por parte de los mandatarios, pidiendo disculpas y/o asumiendo sus responsabilidades por las atrocidades cometidas.
Duplessis ocupó el cargo en dos periodos (1936-1939 y 1944-1959) y fue en la segunda etapa cuando se puso en práctica la estrategia ideada para conseguir más subvenciones a través de los fondos federales.
Los orfanatos se estaban llenando de niños allí abandonados por miles de madres solteras que, obligadas por la vergüenza de no ser señaladas por culpa de la política ultra conservadora que se ejercía, decidían dejar a sus hijos en las instituciones públicas.
El nombramiento como Primer Ministro de Canadá del quebequés Louis St. Laurent ayudó para que su gobierno central dotase de generosas subvenciones de los fondos federales a su provincia de origen, siendo de las más beneficiadas las instituciones mentales gestionadas por miembros de la iglesia católica (religión oficial y mayoritaria en Quebec).
Esa generosa contribución económica desde el gobierno central para los centros mentales (que triplicaba en cuantía lo que recibían los orfanatos) hizo que se pusiera en marcha un plan con el que se traspasó durante los siguientes años y de forma gradual a miles de huérfanos hacia los hospitales psiquiátricos, de forma que cuantos más niños hubiese allí internados más dinero recibirían (aunque esa cuantía no se destinaría a ese fin, sino a enriquecer los bolsillos de Duplessis y sus socios eclesiásticos).
Los huérfanos de Duplessis sufrieron todo tipo de maltratos, abusos y vejaciones (elbauldejosete) |
Debido a que periódicamente se recibía diferentes visitas por parte de inspectores provenientes de Ottawa (capital de Canadá) que comprobaban la buena marcha de las instituciones, miles de esos niños fueron sometidos a todo tipo de experimentos científicos, con el fin de dejar mermadas sus facultades y poder hacerlos pasar por verdaderos enfermos mentales.
Se les practicó lobotomías y múltiples sesiones de electroshock, que en un gran número de ocasiones acabaron con la vida de las inocentes criaturas. Pero los niños fallecidos a consecuencia de esos experimentos no eran enterrados sin más, sino que seguían proporcionando pingües beneficios económicos a la institución, ya que tenían un acuerdo por el que sus cadáveres eran vendidos a las facultades de medicina con el propósito de que los estudiantes pudieran experimentar y practicar con los cuerpos sin vida de los pequeños, quedando de éstos tan solo múltiples pedazos descuartizados que finalmente eran lanzados a fosas comunes.
Los huérfanos que no corrieron tal desgracia no se puede decir que tuvieran un destino mucho mejor, ya que también se cuentan por miles los que sufrieron todo tipo de abusos y vejaciones, tanto físicas como sexuales.
Miles de huérfanos fueron llevados a instituciones mentales controladas por la iglesia católica (radio-canada. … |
No fue hasta 1990 en el que los juzgados comenzaron a tramitar y admitir demandas presentadas por cerca de 3.000 supervivientes de las atrocidades en las instituciones mentales, consiguiendo reunir las pruebas e informes médicos suficientes que demostraban todos los martirios por los que tuvieron que pasar durante sus infancias.
A día de hoy todavía no se ha resuelto la totalidad en los casos de abusos, aunque un gran número de los ya conocidos como ‘los huérfanos de Duplessis’ (que todavía continúan con vida) recibieron algún tipo de compensación económica, algo que por muy cuantiosa que fuese no podrá borrar de sus cabezas los horrores vividos durante la infancia.
Cuando EEUU probó armas químicas con sus propios ciudadanos
Laboratorio en Maryland donde se desarrollaron experimentos bacteriológicos durante la … |
Desde que acabó, a principios de los años 90, miles de documentos han sido desclasificados por ambas partes, haciéndose públicos un gran número de experimentos en los que desde los respectivos gobiernos se realizaron autenticas barbaridades y los que la población civil fue utilizada como ‘conejillos de indias’.
Recientemente ha visto la luz un nuevo informe sobre el bautizado como ‘Proyecto Manhattan-Rochester’, del cual ya se tenían bastantes datos y que se llevó a cabo entre mediados de las décadas de los años 50 y 60 del pasado siglo XX.
Este experimento científico era una ramificación del conocido ‘Proyecto Manhattan’ (el plan estadounidense para crear la primera bomba nuclear durante la Segunda Guerra Mundial) y con el que se pretendía probar la efectividad de armar biológicas en terreno enemigo, pero con la salvedad de que se probó entre los propios ciudadanos norteamericanos.
El lugar escogido para ser el centro de experimentación fue el barrio de Carr Square en la población de Saint Louis (Estado de Missouri), en el que residían cerca de diez mil personas, el 98% de raza negra y de las que 7.000 eran niños menores de 12 años.
Se pulverizó toda la zona con partículas microscópicas de sulfuro de zinc-cadmio (ZnCdS), un producto altamente tóxico que era respirado por esas miles de personas que allí residían.
A aquellos que preguntaron, sobre el porqué de esas pruebas y pulverizaciones, se les contestó que se estaba creando una nueva forma de defensa ante el posible ataque hostil, en el que se activaría una especie de ‘cortina de humo’ que protegería a la ciudadanía. Pero en realidad el objetivo del experimento, avalado por el gobierno y los estamentos militares, era evaluar cómo se dispersaba dicho tóxico y cuál era su grado de peligrosidad, ya que en caso de necesidad sería lanzado en terreno enemigo.
Jamás se pudo determinar si los múltiples casos de enfermedades crónicas y fallecimientos de cáncer, en los siguientes años, estaban vinculados a dichos experimentos, señalando la causa a otros posibles factores, como la insalubridad propia del barrio y sus habitantes, debido al elevado porcentaje de personas sin recursos que allí habitaban.
Pero la exposición al sulfuro de zinc-cadmio no solo se realizó en ese único lugar, ya que gracias a la desclasificación de documentos se ha ido descubriendo que se utilizaron otros muchos puntos del país para usar a sus ciudadanos como auténticas cobayas humanas.
Personas de otras razas y estatus económico también fueron objeto de la experimentación química, siendo en la mayoría de los casos niños de corta edad el principal objetivo, ya que éstos podían ofrecer un mayor recorrido de tiempo para observar e investigar cómo afectaba la toxicidad del producto al ser inhalado.
La escuela Clinton de Minneapolis (Minnesota) fue otro de esos lugares en los que, a través de camiones que circulaban a su alrededor, se dispersaba el ZnCdS, pero la única diferencia con lo realizado en Saint Louis era que esta escuela pertenecía a un barrio enteramente de raza blanca y cuyos habitantes eran trabajadores de clase media.
Fueron cerca de diez años en los que el gobierno de los Estados Unidos probó armas químicas con sus propios ciudadanos. Hoy, seis décadas después del inicio de dichos experimentos, sus víctimas y familiares siguen esperando, una sola palabra o gesto, por parte de los mandatarios, pidiendo disculpas y/o asumiendo sus responsabilidades por las atrocidades cometidas.
Atroces experimentos médicos “made in USA”
Durante el siglo XX se hicieron grandes avances en el campo de la medicina, miles de experimentos se realizaron para encontrar vacunas y remedios y así combatir enfermedades y pandemias. Lo más aterrador del asunto es que muchos de esos experimentos se llevaron a cabo con seres humanos. No se tuvo ningún tipo de escrúpulo ante las atrocidades que se llegaron a hacer en nombre de la ciencia.
Pero este no fue el único caso de investigación biomédica realizada por los Estados Unidos en el que se utilizó a personas inocentes para experimentar impunemente con ellas.
Recientemente, la Associated Press, ha hecho público un informe en el que revela una serie de experimentos que se podrían equiparar con los realizados por los nazis en los campos de exterminio. Gran parte de esos experimentos se llevaron a cabo tras la implantación en 1947 del ‘Código de Nuremberg', una serie de normas que se aprobaron para proteger a los seres humanos de cualquier clase de experimento éticamente intolerable. Pero los científicos estadounidenses no se dieron por aludidos por el código, ya que argumentaban que éste había sido aprobado para evitar las atrocidades nazis y no sus estudios.
Impunes a todo esto y libres de cualquier carga moral de conciencia, expertos realizaron innumerables experimentos, muchos con los colectivos más desfavorecidos y/o desprotegidos de la sociedad, que se convirtieron en conejillos de indias para realizar todo tipo de investigaciones biomédicas, algunas de lamentables consecuencias.
No tuvieron reparo en experimentar con discapacitados, ancianos, presos o enfermos mentales. En manos de científicos sin escrúpulos fueron auténticas cobayas humanas con unas consecuencias devastadoras.
La malaria, la gripe asiática, el paludismo, sífilis o la gonorrea, entre otras muchas, eran enfermedades muy comúnmente estudiadas a través del contagio a personas sin su consentimiento o sin ser conocedoras a lo que se les estaba exponiendo.
El Leon D-54, un buque destructor escolta fuera de servicio, fue desguazado en Grecia en 1999. Pocos sospecharon entonces que el barco podría haber sido el protagonista medio siglo atrás de uno de los experimentos científicos más polémicos de la historia realizados por los Estados Unidos.
El Leon D-54 había sido cedido por EE.UU. a Grecia de 1951 a 1992 por un acuerdo de cooperación entre ambos países tras la Segunda Guerra Mundial. Su nombre había sido cambiado y en realidad se trataba del USS Eldridge (DE-173), construido a principios de 1943 y señalado como el lugar donde se llevó a cabo el "Experimento Philadelphia".
Se trataría de un proyecto científico que en ningún momento ha sido confirmado ni descartadoo por parte del gobierno de los Estados Unidos, pero que, a lo largo de muchísimos años, ha llenado miles de páginas en libros, revistas y diarios.
La edición griega de la revista Playboy, en su número de octubre de 1996, llevaba en portada (junto a la foto de la playmate del mes) el titular de un artículo sobre el "Experimento Philadelfia", también conocido como "Proyecto Rainbow". El artículo vinculaba al Leon D-54 con un hecho ocurrido 53 años atrás.
El testimonio de Carlos Allende es la prueba principal sobre la que se han basado todos aquellos que han querido demostrar que el experimento ocurrió. Este hombre es la única persona que a lo largo de la historia se proclamó testigo visual de lo que "supuestamente" le sucedió el 28 de octubre de 1943 al USS Eldridge (DE-173).
El siguiente texto está basado en las informaciones que facilitó Carlos Allende...
Tras la entrada de EEUU en la SGM y ante el masivo hundimiento de más de un millar de embarcaciones aliadas por parte de los submarinos U-Boot del ejército alemán, se realizaron numerosos estudios para conseguir la "invisibilidad" de sus buques en los radares enemigos. Para ello se trabajó en base a la teoría de la relatividad de Albert Einstein y a la teoría dinámica de la gravedad desarrollada por Nikola Tesla.
Con ello se pretendía crear un campo electromagnético capaz de disimular cualquier objeto y hacerlo indetectable. El efecto de este campo sería el de curvar la luz alrededor de un objeto concreto y hacer que éste se convirtiera en invisible.
Se realizaron múltiples comprobaciones y se decidió poner en marcha el experimento. Para ello se utilizaría el buque, recién estrenado, USS Eldridge (DE-173). En la bahía de Filadelfia todo estaba preparado y el barco había sido equipado con generadores de gran potencia que produciría un campo electromagnético que permitiría su invisibilidad.
“Es horroroso”, dijo el historiador canadiense Ian Mosby a la cadena CBC. Su investigación sobre los experimentos ejecutados en comunidades y escuelas indígenas, con la anuencia del gobierno federal, ha estremecido al país norteamericano. Esas revelaciones retratan uno de los períodos más sombríos de la historia contemporánea de Canadá.
A pesar de la indignación expresada por representantes de las llamadas Primeras Naciones, algunos han recibido el estudio de Mosby con cierta indiferencia. “Otra escandalosa injusticia que Canadá ha perpetrado contra los pueblos aborígenes”, escribió el académico Gerald Caplan en The Globe and Mail. Nada nuevo para la población autóctona, cuyo largo sufrimiento aún no aparece en la historia oficial canadiense.
Los experimentos del hambreSegún los resultados de la pesquisa efectuada por Mosby, durante las décadas de 1940 y 1950 médicos canadienses probaron diferentes dietas en indígenas de comunidades y escuelas internas de al menos cinco provincias del oeste del país. La Cámara de los Comunes y el gobierno federal de Ottawa habían aprobado estos ensayos.
Los investigadores llegaron en 1942 a Norway House Cree, una localidad india en el centro de Manitoba. Allí seleccionaron a 300 pobladores para realizar pruebas sobre el efecto de las vitaminas en personas desnutridas. Nunca demandaron el consentimiento de los participantes.
“El experimento parece haber sido conducido, al menos en parte, por el deseo de los nutricionistas de confirmar sus teorías en un ‘laboratorio’ hecho a la medida, integrado por sujetos humanos mal alimentados”, explicó Mosby.
Lo peor ocurrió después. A partir de 1947 alrededor de un millar de niños indígenas, albergados en seis escuelas internas, fueron utilizados como conejillos de indias en otros experimentos sobre el efecto de vitaminas, minerales y otros suplementos alimenticios. Los especialistas encargados de los exámenes no dudaron en violar leyes federales sobre la adulteración de los alimentos.
Según Mosby, aquellos ensayos aportaron pocos resultados científicos, incluso el programa en Norway House pudo haber sido abandonado. “Ellos sabían desde el inicio que el problema real y la causa de la desnutrición era la falta de fondos”, señaló el historiador. “Eso se conocía antes de que los estudios comenzaran y cuando terminaron ese era aún el problema”, lamentó.
Curiosamente, mientras los galenos canadienses aprovechaban la miseria y el desamparo de los indígenas para ejecutar sus investigaciones, en la Alemania nazi otros profesionales realizaban estudios “médicos” en los campos de concentración. Los crímenes en Mauthausen y otros centros de exterminio conmovieron al mundo al concluir la guerra. Este episodio de la historia de los indios canadienses ha tardado más de medio siglo en conocerse.
Los indígenas exigen una disculpa
“Necesitamos una disculpa a las víctimas de esos experimentos”, declaró a la CBC Hugh Braker, consejero jefe de la comunidad indígena Tseshaht, en la Columbia Británica.
Por su parte, el Jefe Nacional de la Asamblea de las Primeras Naciones, Shawn Atleo, descartó la idea de que el tiempo transcurrido absuelva al gobierno federal. “La razón para la desnutrición en los años 40 era la insuficiencia de fondos para que los niños tuviesen una alimentación adecuada. Aún hoy enfrentamos ese problema”, aseveró.
En su reunión anual en Whitehorse, la Asamblea de las Primeras Naciones demandó a la administración de Stephen Harper una indemnización a las víctimas de las investigaciones y la apertura de los archivos con información sobre estudios similares en las comunidades indígenas y las escuelas internas.
Aunque Ottawa ha manifestado su consternación por las revelaciones de Mosby, las autoridades consideran que el perdón solicitado por el presidente Harper en 2008 por el drama de las escuelas internas indígenas abarca toda la tragedia vivida por los pueblos aborígenes en el pasado.
Los pueblos aborígenes canadienses no han disfrutado de las riquezas generadas por sus territorios ancestrales …
¿Un genocidio ignorado?
Uno de los casos que más conmocionó a la opinión pública fue el "Experimento Tuskegee", un estudio clínico llevado a cabo entre 1932 y 1972 en Tuskegee (estado de Alabama). Consistió en que los servicios públicos de salud americanos utilizaron a 399 hombres de raza negra a los que tuvieron en observación para ver la progresión de la sífilis, si esta no era tratada.
Durante 40 años esas personas infectadas por la sífilis fueron estudiadas, pero en ningún momento tratadas para intentar curar su infección. Fueron muriendo y muchos contagiaron a sus esposas e hijos, que nacieron con la enfermedad.
A pesar de que se había demostrado que la penicilina era un antibiótico eficaz contra la sífilis, jamás se les proporcionó dosis alguna.
El experimento Tuskegee fue citado como "posiblemente, la más infame investigación biomédica de la historia de los Estados Unidos".
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Recientemente, la Associated Press, ha hecho público un informe en el que revela una serie de experimentos que se podrían equiparar con los realizados por los nazis en los campos de exterminio. Gran parte de esos experimentos se llevaron a cabo tras la implantación en 1947 del ‘Código de Nuremberg', una serie de normas que se aprobaron para proteger a los seres humanos de cualquier clase de experimento éticamente intolerable. Pero los científicos estadounidenses no se dieron por aludidos por el código, ya que argumentaban que éste había sido aprobado para evitar las atrocidades nazis y no sus estudios.
Impunes a todo esto y libres de cualquier carga moral de conciencia, expertos realizaron innumerables experimentos, muchos con los colectivos más desfavorecidos y/o desprotegidos de la sociedad, que se convirtieron en conejillos de indias para realizar todo tipo de investigaciones biomédicas, algunas de lamentables consecuencias.
No tuvieron reparo en experimentar con discapacitados, ancianos, presos o enfermos mentales. En manos de científicos sin escrúpulos fueron auténticas cobayas humanas con unas consecuencias devastadoras.
La malaria, la gripe asiática, el paludismo, sífilis o la gonorrea, entre otras muchas, eran enfermedades muy comúnmente estudiadas a través del contagio a personas sin su consentimiento o sin ser conocedoras a lo que se les estaba exponiendo.
¿Ocurrió realmente el experimento Philadelphia?
El Leon D-54, un buque destructor escolta fuera de servicio, fue desguazado en Grecia en 1999. Pocos sospecharon entonces que el barco podría haber sido el protagonista medio siglo atrás de uno de los experimentos científicos más polémicos de la historia realizados por los Estados Unidos.
El Leon D-54 había sido cedido por EE.UU. a Grecia de 1951 a 1992 por un acuerdo de cooperación entre ambos países tras la Segunda Guerra Mundial. Su nombre había sido cambiado y en realidad se trataba del USS Eldridge (DE-173), construido a principios de 1943 y señalado como el lugar donde se llevó a cabo el "Experimento Philadelphia".
Se trataría de un proyecto científico que en ningún momento ha sido confirmado ni descartadoo por parte del gobierno de los Estados Unidos, pero que, a lo largo de muchísimos años, ha llenado miles de páginas en libros, revistas y diarios.
La edición griega de la revista Playboy, en su número de octubre de 1996, llevaba en portada (junto a la foto de la playmate del mes) el titular de un artículo sobre el "Experimento Philadelfia", también conocido como "Proyecto Rainbow". El artículo vinculaba al Leon D-54 con un hecho ocurrido 53 años atrás.
El testimonio de Carlos Allende es la prueba principal sobre la que se han basado todos aquellos que han querido demostrar que el experimento ocurrió. Este hombre es la única persona que a lo largo de la historia se proclamó testigo visual de lo que "supuestamente" le sucedió el 28 de octubre de 1943 al USS Eldridge (DE-173).
El siguiente texto está basado en las informaciones que facilitó Carlos Allende...
Tras la entrada de EEUU en la SGM y ante el masivo hundimiento de más de un millar de embarcaciones aliadas por parte de los submarinos U-Boot del ejército alemán, se realizaron numerosos estudios para conseguir la "invisibilidad" de sus buques en los radares enemigos. Para ello se trabajó en base a la teoría de la relatividad de Albert Einstein y a la teoría dinámica de la gravedad desarrollada por Nikola Tesla.
Con ello se pretendía crear un campo electromagnético capaz de disimular cualquier objeto y hacerlo indetectable. El efecto de este campo sería el de curvar la luz alrededor de un objeto concreto y hacer que éste se convirtiera en invisible.
Se realizaron múltiples comprobaciones y se decidió poner en marcha el experimento. Para ello se utilizaría el buque, recién estrenado, USS Eldridge (DE-173). En la bahía de Filadelfia todo estaba preparado y el barco había sido equipado con generadores de gran potencia que produciría un campo electromagnético que permitiría su invisibilidad.
¿Experimentos nazis en Candá?
Los indígenas canadienses han sufrido durante siglos el saqueo de sus territorios (Shawna Nelles - Flickr)
A pesar de la indignación expresada por representantes de las llamadas Primeras Naciones, algunos han recibido el estudio de Mosby con cierta indiferencia. “Otra escandalosa injusticia que Canadá ha perpetrado contra los pueblos aborígenes”, escribió el académico Gerald Caplan en The Globe and Mail. Nada nuevo para la población autóctona, cuyo largo sufrimiento aún no aparece en la historia oficial canadiense.
Los experimentos utilizaron a alrededor de un millar de niños indígenas hambrientos (Wikimedia Commons) |
Los investigadores llegaron en 1942 a Norway House Cree, una localidad india en el centro de Manitoba. Allí seleccionaron a 300 pobladores para realizar pruebas sobre el efecto de las vitaminas en personas desnutridas. Nunca demandaron el consentimiento de los participantes.
“El experimento parece haber sido conducido, al menos en parte, por el deseo de los nutricionistas de confirmar sus teorías en un ‘laboratorio’ hecho a la medida, integrado por sujetos humanos mal alimentados”, explicó Mosby.
Lo peor ocurrió después. A partir de 1947 alrededor de un millar de niños indígenas, albergados en seis escuelas internas, fueron utilizados como conejillos de indias en otros experimentos sobre el efecto de vitaminas, minerales y otros suplementos alimenticios. Los especialistas encargados de los exámenes no dudaron en violar leyes federales sobre la adulteración de los alimentos.
Según Mosby, aquellos ensayos aportaron pocos resultados científicos, incluso el programa en Norway House pudo haber sido abandonado. “Ellos sabían desde el inicio que el problema real y la causa de la desnutrición era la falta de fondos”, señaló el historiador. “Eso se conocía antes de que los estudios comenzaran y cuando terminaron ese era aún el problema”, lamentó.
Curiosamente, mientras los galenos canadienses aprovechaban la miseria y el desamparo de los indígenas para ejecutar sus investigaciones, en la Alemania nazi otros profesionales realizaban estudios “médicos” en los campos de concentración. Los crímenes en Mauthausen y otros centros de exterminio conmovieron al mundo al concluir la guerra. Este episodio de la historia de los indios canadienses ha tardado más de medio siglo en conocerse.
Los indígenas exigen una disculpa
“Necesitamos una disculpa a las víctimas de esos experimentos”, declaró a la CBC Hugh Braker, consejero jefe de la comunidad indígena Tseshaht, en la Columbia Británica.
Por su parte, el Jefe Nacional de la Asamblea de las Primeras Naciones, Shawn Atleo, descartó la idea de que el tiempo transcurrido absuelva al gobierno federal. “La razón para la desnutrición en los años 40 era la insuficiencia de fondos para que los niños tuviesen una alimentación adecuada. Aún hoy enfrentamos ese problema”, aseveró.
En su reunión anual en Whitehorse, la Asamblea de las Primeras Naciones demandó a la administración de Stephen Harper una indemnización a las víctimas de las investigaciones y la apertura de los archivos con información sobre estudios similares en las comunidades indígenas y las escuelas internas.
Aunque Ottawa ha manifestado su consternación por las revelaciones de Mosby, las autoridades consideran que el perdón solicitado por el presidente Harper en 2008 por el drama de las escuelas internas indígenas abarca toda la tragedia vivida por los pueblos aborígenes en el pasado.
Los pueblos aborígenes canadienses no han disfrutado de las riquezas generadas por sus territorios ancestrales …
¿Un genocidio ignorado?
Los alimentos han estado en el centro de las relaciones entre los indígenas y los colonizadores –de origen británico o francés—a lo largo de la historia canadiense. Según el académico James Daschuk, en la construcción del ferrocarril Canadian Pacific, iniciada a finales del siglo XIX, la distribución de alimentos a comunidades indígenas funcionó como un arma para despoblar vastas regiones de la provincia de Saskatchewan.
En un artículo para The Globe and Mail, Daschuk recordó cómo el gobierno federal ha utilizado la escasez de alimentos para presionar a las comunidades indígenas y desplazarlas hacia las reservas designadas por Ottawa. Esa política hacia los aborígenes engendró el ciclo de pobreza y marginalidad que aún agobia a las Primeras Naciones.
Esa situación ha fomentado la creciente inconformidad de la población autóctona canadiense. El movimiento Idle no More ha sido hasta el momento la expresión más organizada de esa rebeldía.
“En la medida que los esqueletos de nuestro clóset colectivo salgan a la luz, a través de la obra del doctor Mosby y otros, quizás seremos capaces de comprender las verdades incómodas de que el Canadá moderno se sustenta sobre la limpieza étnica y el genocidio, y presionaremos entonces a nuestros gobernantes y a nosotros mismos para construir una nación de la cual nos sintamos orgullosos”, escribió Daschuk.
En un artículo para The Globe and Mail, Daschuk recordó cómo el gobierno federal ha utilizado la escasez de alimentos para presionar a las comunidades indígenas y desplazarlas hacia las reservas designadas por Ottawa. Esa política hacia los aborígenes engendró el ciclo de pobreza y marginalidad que aún agobia a las Primeras Naciones.
Esa situación ha fomentado la creciente inconformidad de la población autóctona canadiense. El movimiento Idle no More ha sido hasta el momento la expresión más organizada de esa rebeldía.
“En la medida que los esqueletos de nuestro clóset colectivo salgan a la luz, a través de la obra del doctor Mosby y otros, quizás seremos capaces de comprender las verdades incómodas de que el Canadá moderno se sustenta sobre la limpieza étnica y el genocidio, y presionaremos entonces a nuestros gobernantes y a nosotros mismos para construir una nación de la cual nos sintamos orgullosos”, escribió Daschuk.
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