Dicen que la mentira tiene las piernas cortas. Sólo 2 meses después del cambio de régimen en Kiev, la prensa polaca publica revelaciones sobre la implicación del gobierno de Donald Tusk en la preparación del golpe de Estado. Esta nueva información contradice todo el discurso occidental y demuestra que el actual gobierno provisional de Alexander Turchinov fue impuesto por la OTAN en violación del derecho internacional.
En el papel de negociador europeo, Radoslaw Sikorski firma con el presidente de Ucrania Viktor Yanukovich un acuerdo para el arreglo de la crisis en la noche del 21 de febrero de 2004. Esa misma madrugada, tomarán el poder los hombres secretamente entrenados en Polonia por el propio Sikorski.
El semanario polaco de izquierda Nie [en español «No»] acaba de publicar un testimonio impactante sobre el entrenamiento de los elementos más violentos del EuroMaidan [1].
Según esa publicación, en septiembre de 2013 el ministro polaco de Relaciones Exteriores, Radoslaw Sikorski, invitó 86 miembros de Pravy Sector (Sector de Derecha) a viajar a Polonia en el marco de un programa de cooperación interuniversitaria. Pero los invitados no eran estudiantes y muchos tenían más de 40 años. No fueron a la universidad técnica de Praga, como decía en el programa oficial, sino al centro de entrenamiento de la policía de Legionowo, a una hora de carretera de la capital polaca. Allí pasaron 4 semanas de entrenamiento intensivo en manejo de multitudes, reconocimiento de personas, tácticas de combate, técnicas de mando, comportamiento en situaciones de crisis, protección contra gases utilizados por las fuerzas del orden y, fundamentalmente, clases de tiro que incluyeron el uso de fusiles de francotirador.
Este entrenamiento se realizó en septiembre de 2013. Recordemos que las protestas de la plaza Maidan supuestamente comenzaron como reacción a un decreto que suspendía las negociaciones sobre la firma del acuerdo de asociación de Ucrania con la Unión Europea, decreto firmado por el primer ministro ucraniano Mykola Azarov el 21 de noviembre.
El semanario subraya la existencia de fotos que demuestran la realización de este entrenamiento. En ellas puede verse a los ucranianos con uniformes nazis junto a sus instructores polacos vestidos de paisano.
Estas revelaciones justifican una nueva lectura de la resolución, adoptada por la Dieta polaca a principios de diciembre de 2013, en cuyo texto el parlamento expresaba su «total solidaridad con los ciudadanos ucranianos, quienes con gran decisión están mostrando al mundo su voluntad de garantizar la plena pertenencia de su país a la Unión Europea». Por supuesto, los parlamentarios polacos ignoraban entonces que su país había entrenado a los individuos que estaban tratando de tomar el poder en Ucrania, cosa que finalmente lograron.
Este escándalo es ilustrativo del papel que la OTAN ha asignado a Polonia en Ucrania, que bien puede compararse con el papel de Turquía en Siria. El gobierno del liberal pro-europeo Donald Tusk ha desempeñado a fondo ese papel. El actual ministro polaco de Relaciones Exteriores, el periodista Radoslaw Sikorski, quien fue refugiado político en el Reino Unido, fue el artífice de la integración de Polonia a la OTAN. Como miembro del «Triángulo de Weimar», Sikorski fue uno de los 3 representantes de la Unión Europea que negociaron el acuerdo del 21 de febrero de 2014 entre el presidente Viktor Yanukovich y los tres principales líderes de EuroMaidan [2]. Por supuesto, el presidente ucraniano no sabía que Sikorski había entrenado a los cabecillas de la revuelta.
Por su parte, el ministro del Interior de Polonia y coordinador de los servicios de inteligencia, Bartlomiej Sienkiewicz (tátara nieto del autor de Quo Vadis? Henryk Sienkiewicz,), fue uno de los fundadores del actual servicio secreto polaco, conocido como Buró de Protección del Estado (Urzad Ochrony Panstwa). Este personaje fue durante mucho tiempo el director adjunto del Centro de Estudios Orientales (Osrodek Studiow Wschodnich), un centro nacional de investigaciones sobre el este de Europa y los Balcanes que se dedica particularmente al estudio de Ucrania y Turquía. A través de sus acuerdos con la Fundación Carnegie [3], este instituto polaco ejerce gran influencia sobre la percepción que se tiene en Occidente sobre los acontecimientos actuales.
Bajo el gobierno de Yulia Timochenko (de 2007 a 2010), el actual presidente provisional ucraniano, Alexander Turchinov, fue jefe de los servicios secretos y posteriormente vice primer ministro. Turchinov trabajaba en aquel entonces con los polacos Donald Tusk –quien ya era primer ministro–, Radoslaw Sikorski –por entonces ministro de Defensa– y Bartlomiej Sienkiewicz –quien era director de la firma privada de inteligencia ASBS OTHAGO.
Para derrocar el gobierno de Ucrania, Polonia se apoyó en militantes nazis, de la misma manera como Turquía se apoya en al-Qaeda en sus intentos por derrocar el gobierno sirio.
Nada tiene de sorprendente ver que las actuales autoridades recurren a los nietos de los nazis que la CIA integró a la red Gladio de la OTAN para luchar contra la Unión Soviética, en tiempos de la guerra fría, cuando recordamos la polémica que estalló durante la elección presidencial polaca de 2005: el periodista y diputado Jacek Kurski reveló entonces que Jozef Tusk, el abuelo de Donald Tusk, se había enrolado en la Wermacht como voluntario. Después de negar vehemente los hechos, el entonces primer ministro acabó admitiendo que su abuelo efectivamente había servido en el ejército nazi, aunque afirmó que lo habían enrolado a la fuerza después de la anexión de Dantzig. Este incidente que dice mucho sobre las preferencias de Washington a la hora de seleccionar a sus agentes en el este de Europa.
Resumiendo, Polonia entrenó a los cabecillas de los desórdenes que condujeron al derrocamiento del presidente democráticamente electo de Ucrania y luego fingió negociar una salida a la crisis, el 21 de febrero de 2014, mientras que los cabecillas que había entrenado estaban tomando el poder.
Por otro lado, no cabe duda de que el promotor del golpe de Estado fue Estados Unidos, como queda demostrado en la conversación telefónica entre la secretaria de Estado adjunta Victoria Nuland y el embajador de Estados Unidos en Ucrania Geoffrey R. Pyatt [4]. También queda claro que otros miembros de la OTAN, como Lituania (Ucrania estuvo en otros tiempos bajo el dominio del imperio lituano-polaco), e Israel en su calidad de miembro de facto del estado mayor de la alianza atlántica, también participaron en el golpe de Estado de Kiev [5]. Todo ese dispositivo hace pensar que la OTAN dispone actualmente de una nueva red Gladio en Europa oriental [6]. Además, después del golpe de Estado, mercenarios estadounidenses empleados por una filial de la firma Academi (Greystone Ltd) fueron desplegados en Ucrania en coordinación con la CIA [7].
Todos esos hechos modifican profundamente la percepción que se podía tener del golpe de Estado que se produjo en Kiev el 22 de febrero de 2014. Contradicen toda la argumentación que el Departamento de Estado de Estados Unidos se ha tomado el trabajo de enviar por escrito a la prensa (Ver los puntos 3 y 5 de la nota del 5 de marzo) [8] y constituyen, a la luz del derecho internacional, un acto de guerra. Y por ende anulan todo el razonamiento de los occidentales sobre todo lo que ha venido sucediendo después del golpe de Estado, incluyendo toda la retórica occidental sobre la reunificación entre Crimea y la Federación Rusa y los actuales levantamientos en el este y el sur de Ucrania.
Fuente: Red Voltaire
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