Nuestro objetivo es prevenir la reaparición de un rival sea en el territorio de la ex Unión Soviética o en cualquier otro lugar del mundo (The US Defense Planning Guidance, 7 de marzo 1992)
El golpe de Estado que tuvo lugar en la capital de Ucrania el pasado 22 de febrero, no fue el resultado de una acción espontánea que reflejaba la voluntad del pueblo sino un acto concebido, programado y dirigido por los estrategas de Washington obsesionados con su autoproclamado rol divino de ser el Gran Patrón del mundo entero.
Desde la fundación de los Estados Unidos su consigna ha sido, como lo remarcó irónicamente el escritor norteamericano Johnson Chalmers: “lo que es bueno para América es bueno para todo el mundo”. Por supuesto, la opinión del resto del planeta jamás ha existido para los iluminados globalizadores norteamericanos, como lo demostraron devastando Vietnam, Cambodia, Grenada, Yugoslavia, Irak, Afganistán, Libia, Siria y seguramente lo tratarán de hacer con muchos otros países que están en su lista de espera.
Todo depende de los recursos naturales que tengan estas naciones o de su valor estratégico para los planes norteamericanos orientados principalmente, según el estudioso norteamericano Noam Chomsky, al control de los recursos energéticos del mundo utilizándolo como “instrumento de la dominación del planeta”.
En el documento del Pentágono: “La Dominación del Espectro Completo” (Full Spectrum Dominance,) que significa establecer el completo dominio de los EE.UU. en el aire, tierra, mar y el ámbito informativo, la mayor atención está concentrada en neutralizar la capacidad estratégica de una Rusia resurgente y una China en crecimiento, percibidos por los estrategas del departamento de Defensa como adversarios potenciales.
Dejando aparte China, el principal objetivo de Washington desde la desintegración de la Unión Soviética ha sido rodear Rusia militarmente utilizando ex miembros del campo socialista. Actualmente ya tiene 12 de estos países a disposición de la OTAN. Para probar la capacidad bélica de Rusia, Estados Unidos y sus aliados promovieron una mini guerra entre Georgia y Rusia en el 2008.
Ahora le tocó el turno a Ucrania para convertirse en otro satélite de los Estados Unidos y de sus incondicionales aliados de la Unión Europea. Las consecuencias del golpe de Estado de tendencia neo nazi en este país no se toman en cuenta. Lo que interesa a Norteamérica es estrechar el anillo militar de la OTAN alrededor de Rusia y arrinconarla para iniciar después la segunda fase del proyecto de la “Dominación” elaborado por uno de los más belicosos “think-tanks” norteamericanos The Rand Corporation. En esta fase se planificaba promover la desintegración de Rusia en varios estados para facilitar el acceso a sus abundantes y únicas en el mundo riquezas naturales.
Lo que no esperaron los “iluminados” de Washington en Ucrania era primero, la decisión del 98 por ciento de la población de Crimea de reintegrarse a Rusia y segundo, la determinación de la población del sureste de Ucrania, que es el motor industrial y minero del país mayormente poblado por ruso hablantes, de separarse del país y formar su propio estado independiente. Así empezó el conflicto ucraniano en el este del país que abarca la región de Donetsk con una población de un millón de personas y Lugansk de 440 mil habitantes. Ahora muchos de sus pueblos se han convertido en cementerios.
Según las cifras de las Naciones Unidas, desde 8 de junio de este año hasta hoy día se han registrado en esta región más de 2.000 muertos civiles. También se calcula que hay unos 4.000 heridos entre niños, mujeres y hombres civiles. En general a diario mueren o resultan heridos en el este de Ucrania aproximadamente 70 personas debido a los ataques indiscriminados de las unidades regulares del ejército de Ucrania y de la recién formada guardia nacional de ideología neo nazi. En total hay más de 500.000 ucranianos del este refugiados en Rusia y otros 100.000 desplazados dentro de Ucrania.
Hasta ahora las fuerzas armadas de Ucrania no han sido capaces de doblegar a los llamados separatistas a pesar de la numerosa presencia de los asesores militares y los de la CIA de los Estados Unidos. Los separatistas mantienen en jaque a los militares del actual régimen ucraniano encabezado por el presidente oligarca Petró Poroshenko conocido popularmente en Ucrania como el “Rey de Chocolate” quien es un simple títere de Washington.
Poroshenko siguiendo instrucciones de sus curadores del Norte está a cargo de una histérica campaña contra Rusia como instigadora y promotora de todas las desgracias que actualmente vive su país. Por supuesto, en este contexto los medios de comunicación globalizados están presentando a Norteamérica y la Unión Europea como los salvadores de Ucrania y sus guardianes contra el “agresor” ruso.
Inclusive el Congreso norteamericano introdujo “La Ley de la Prevención de la Agresión Rusa” (RAPA – Russian Prevention Aggression Act of 2014) que autoriza al presidente incrementar el apoyo de EEUU y de la OTAN a las fuerzas armadas de Polonia, Estonia, Lituania y Letonia, además de crear permanentes bases militares de la OTAN en estos países.
Todo esto supuestamente está orientado para “proteger la independencia, soberanía e integridad territorial y económica de Ucrania y otras naciones soberanas en Europa y Eurasia contra la agresión rusa”. A la vez esta ley dio origen a las sanciones económicas y financieras contra Rusia aplicadas por Washington. Lo que sorprendió a todo el mundo es la adhesión silenciosa de la Unión Europea (UE) a la iniciativa norteamericana sabiendo de antemano sobre la repercusión negativa de estas medidas sobre sus propias economías.
Fue una incógnita el hecho de que la canciller de Alemania, Angela Merkel, aceptara sumisamente estas sanciones contra la voluntad de sus corporaciones con vastos intereses en Rusia que los obligaría a despedir unos 300.000 empleados en el primer año de aplicación de estas medidas. Recién la lectura del libro del ex jefe del Servicio de Contrainteligencia Militar de Alemania (MAD – Militarischer Abschirmdienst), el general en retiro Gerd-Helmut Komossa, “Die Deutsche Karte” publicado en 2007 ayudó a aclarar la sumisión de Alemania a los EEUU.
En su libro, Komossa describe como en 1949 Washington y Bonn habían firmado un acuerdo “top secret” vigente hasta el año 2099, según el cual Estados Unidos tendría un control sobre los medios de comunicación alemanes; el canciller de turno debe firmar una Ley De Canciller; y el oro alemán (unos 670 toneladas) se mantendrá en Norteamérica.
Seguro los mismos acuerdos existen con España, Portugal, Italia y Japón, solamente no hay acceso a aquellos tratados. Lo que sí está claro es que la vieja Europa perdió su soberanía y se convirtió en otro títere de Estados Unidos. Repite lo que dice, miente o desinforma el Gran Patrón incapaz de proteger sus propios intereses.
La hábil jugada del presidente ruso Vladimir Putin de contestar a las medidas restrictivas de los EE.UU. y de la UE con las contra sanciones hará perder a Europa 50 mil millones de dólares en el primer año de su aplicación. Y lo curioso de todas estas jugadas es que la UE se pone de rodillas ante un país cuyo sistema, de acuerdo al filósofo político norteamericano, Cornel West, “es disfuncional. Nuestros líderes son cada vez más comprados con soborno legalizado y corrupción normalizada… la secuela de Obama será un estado en depresión pos-traumática”. Los 50 millones de pobres norteamericanos pueden confirmar esta conclusión.
A pesar de todo esto EE.UU. sigue en su ambición, definida en los años 1600 por el poeta inglés, Ben Jonson, “como un torrente que no mira nunca hacia atrás”. En otras palabras no toma en cuenta la historia de muchos imperios destruidos por sus propias ambiciones. Mientras tanto otros países, como Rusia siguen su propio camino hacia adelante analizando cada vez más su herencia histórica y aprendiendo de sus errores. También están tomando precauciones contra las sanciones del Gran Patrón y sus títeres europeos, sus constantes provocaciones y su lucha desenfrenada por la hegemonía mundial.
Las sanciones no tendrían gran duración debido a las más simples leyes de la economía, también se resolvería el conflicto en Donetsk y Lugansk de acuerdo a la voluntad de sus habitantes. La única perdedora será Ucrania a cuya valiosa “canasta de granos” ya echó el ojo la terrible Monsanto.
Tomado de: Ucraniaveritas.blogspot.com
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