Dos investigaciones internacionales independientes refutaron el informe de la organización que preside el uruguayo Luis Almagro sobre el escrutinio electoral.
No puede comprobarse que haya habido fraude en las elecciones del 20 de octubre en Bolivia. Evo Morales triunfó por poco más del diez por ciento de los votos respecto al candidato opositor Carlos Mesa y cumplió con el requisito constitucional para evitar la segunda vuelta y ser proclamado presidente. Las irregularidades detectadas fueron marginales y no afectan ese resultado. La Organización de Estados Americanos había recomendado, antes de los comicios, el sistema de recuento rápido de votos que se utilizó y que ahora funge como excusa para respaldar el derrocamiento de Morales, aunque su resultado no tiene valor legal. El procesamiento de datos para el escrutinio definitivo no se detuvo por períodos de tiempo significativos en ningún momento.
Esas conclusiones, entre otras, surgen de dos investigaciones internacionales independientes que se basan en el estudio estadístico de datos extraídos de las actas de los comicios y en los documentos oficiales del gobierno de Bolivia y de organismos internacionales, principalmente de la OEA, que fue protagonista del proceso electoral a través de una intervención permanente y decisiva. Los informes no solamente confirman el triunfo de Morales en las elecciones sino que avivan las sospechas sobre la premeditación del golpe de Estado que lo depuso y la participación del organismo encabezado por el uruguayo Luis Almagro en los planes para sacar al Movimiento al Socialismo del poder sin importar el resultado del voto popular.
El primero de los dos documentos lo confeccionó el cientista político de la Universidad de Michigan Walter Mebane, considerado uno de los principales expertos en fraude electoral del mundo, y al que no se le conoce una inclinación política a favor de Morales, ni mucho menos. Titulado “Evidencia en contra de que los votos fraudulentos hayan sido decisivos en la elección de Bolivia en 2019”, la investigación establece que hay irregularidades estadísticas que podrían indicar fraude en solamente 274 de las 34551 mesas de votación y que no se diferencia mucho de patrones vistos en otros comicios en Honduras, Turquía, Rusia, Austria y Wisconsin. “Incluso removiendo los votos fraudulentos, el MAS tiene una ventaja superior al diez por ciento”, concluye este trabajo.
Por otra parte, el CEPR, un think tank conformado por investigadores de distintas universidades de Europa, puso la lupa sobre la misión de observación electoral de la OEA y su rol en el proceso boliviano. Allí, destaca que “los resultados del recuento provisorio son consistentes con el resultado final”; que “ni la OEA ni nadie más pudo demostrar que haya habido irregularidades sistemáticas ni extendidas” en las elecciones; que ninguno de los dos recuentos muestra patrones extraños en comparación con la distribución del voto en elecciones anteriores; que el recuento provisorio se detuvo al llegar al 80 por ciento porque eso era lo acordado y se retomó, un día más tarde, por pedido de la OEA; y que por el contrario el recuento definitivo y legalmente válido “no tuvo interrupciones significativas”.
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