El entonces candidato presidencial republicano Donald Trump saluda a sus seguidores en un mitin político celebrado en Rocketown (Nashville), 29 de agosto de 2015.
El hedor que desprende Trump por su alocada gestión presidencial apura a sus correligionarios republicanos a apostar por el demócrata Biden para la Casa Blanca.
Se dice que los roedores son los primeros en saltar de un barco si perciben que el navío se está hundiendo en alta mar y esto se puede extrapolar a aquellos republicanos que sienten cómo se está yendo a pique la posibilidad de que uno de sus miembros del partido a quien comisionaron capitanear los timones de este superbuque llamado EE.UU. desde hace cuatro años pueda revalidar su cargo presidencial por otros cuatros años más.
Este capitán malogrado no es otro que el presidente de EE.UU., Donald Trump, quien en solitario y con sus propias manos no ha escatimado esfuerzos para romper las velas de la embarcación y desquebrajar sus paredes firmes en estos casi cuatro años de mando y querer surcar en unas aguas muy turbulentas nunca vistas desde cualquier otra proa.
Su alocada gestión sobre el puente de mando de este megabuque ha precipitado a que muchos de sus correligionarios del partido hayan comenzado a saltar de la cubierta al prever su precipitoso naufragio en la próxima cita electoral prevista para el próximo 3 de noviembre.
El trato racista y brutal de Trump dispensado a los manifestantes, quienes protestaban por un nuevo episodio de violencia policial registrado en contra de un afrodescendiente llamado George Floyd, tachándoles de “matones” y amenazándoles con reprimirles y dar la orden de disparar a fin de sofocar las movilizaciones al desplegar a las Fuerzas Armadas y su fracaso en la gestión de la crisis del nuevo coronavirus, causante de la COVID-19 que provocó, entre otras cosas, el aumento en el número de desempleados tras el cierre del mercado estadounidense que se agravó por la caída de los precios del petróleo, son algunos de los contratiempos que los republicanos perciben como una amenaza para sus intereses electorales que les ha llevado a romper su silencio pronunciándose en público su rechazo a la actitud prepotente del inquilino de la Casa Blanca, diciendo que ya no les convence sus políticas.
Sobre este descontento generalizado dirigido en contra del magnate neoyorquino que recorre las filas del partido político al que pertenece, el diario estadounidense The New York Times publicó un informe titulado el “levantamiento republicano contra Trump” al señalar que los destacados miembros de la citada formación conservadora se pronuncian abiertamente en contra de su reelección como presidente de Estados Unidos, adelantando que apoyarían a su rival demócrata Joe Biden.
En esta lista de prominentes líderes republicanos que declaran abiertamente que no apoyarán la reelección de Trump figuran el expresidente de EE.UU. George W. Bush (2000-2008) junto a su exsecretario de Estado Colin Powell (2001-2005) y su sucesora Condoleezza Rice (2005-2009), así como el senador por el estado de Utah, Mitt Romney, el único senador republicano que votó para condenar a Trump por uno de los dos cargos en el juicio político presidencial, y Sandy McCain, la viuda del senador John McCain, según apunta The New York Times.
El aumento de una férrea oposición notoria a Trump dentro del Partido Republicano y los altos cargos militares del Departamento de Defensa (el Pentágono) en los últimos días, especialmente después de que el magnate mobiliario ordenara disparar contra los manifestantes, quienes ejercían su derecho constitucional de reunirse y protestar por la injusticia racial, ha revelado una clara insatisfacción e indignación con la realización de las funciones propias reservadas para su cargo presidencial.
El almirante retirado William McRaven, quien coordinó el ataque que asesinó a Osama bin Laden, líder fallecido del grupo terrorista Al-Qaeda en mayo de 2011, sostuvo al medio neoyorquino: “Ha llegado el momento de un nuevo liderazgo en este país, ya sea republicano o demócrata. Trump ha demostrado que no tiene las propiedades necesarias para ser el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos”.
En paralelo, otros altos cargos militares de membresía republicana ya retirados de la Marina y el Ejército de EE.UU. como los exalmirantes Joseph Maguire, Michael Glenn Mullen y James Mattis— quien también fungió como secretario de Defensa durante los años 2017 y 2019—, y el general Martin Edward Dempsey han mostrado su desconformidad pública a la gestión de Trump sobre las protestas registradas en contra del racismo, la discriminación, la violencia y el odio en Estados Unidos.
En la misma línea, Laurence Francis Rooney, representante republicano del distrito 19 del estado de Florida, llegó a declarar que apoyaría la candidatura del expresidente demócrata de cara a la carrera presidencial del primer martes de noviembre porque, según él, “Trump nos está volviendo locos a todos”.
La manera cómo Trump intenta sofocar las recientes movilizaciones ha llevado a muchos de sus correligionarios a expresar su rechazo y denunciar que el inquilino de la Casa Blanca lo que está consiguiendo es polarizar aún más a la sociedad estadounidense. El jefe del Pentágono, Mark Esper, desaprobó el anuncio de su comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de sacar al Ejército a las calles para contener las protestas antirraciales, en particular en la capital, Washington.
Los acontecimientos recientes han demostrado que muchos republicanos alejados del poder se muestran inquietos por lo que se avecina para el futuro inmediato de la imagen de su partido, señala The New York Times para luego agregar que el exsenador por el estado de Arizona Jeff Flake (2013-2019) ha reprobado, en este sentido, la prepotencia de Trump a la hora de calmar los ánimos caldeados de los millones de estadounidenses, quienes están hartos de tanta brutalidad policial ejercida en contra de las minorías étnicas del país, diciendo que el presidente ni siquiera trata de recibir consejos de alguien que no fuera de su círculo cercano de la Casa Blanca.
Es de tal magnitud la preocupación de que se produzca un descalabro sonado para las posiciones republicanas en noviembre que muchos miembros de la formación conservadora se están apresurando a retirar su apoyo público a Trump ante lo que pueda suceder en unos meses. Es el caso de Mark Sanford, exrepresentante republicano por el estado de Carolina del Sur (2013-2019) que declaró en su día, en concreto hace un año, que si el magnate neoyorquino se postulaba para un segundo mandato podría contar con su voto, que ha salido diciendo que Trump es una amenaza para la estabilidad de Estados Unidos.
Es muy probable que la simple perspectiva de una pérdida del control de la Casa Blanca por parte de los republicanos para los próximos cuatros años sea la verdadera razón que se esconde detrás de estas críticas dirigidas a su líder en lugar de preocuparse, aunque sea fingiendo un poquito, por el quehacer diario de los estadounidenses, pues parece que el hedor que desprende Trump, del que sus correligionarios han estado tratando de negar su pestilencia durante algo más de tres años por comulgar con sus posiciones, les está causando molestias a sus receptores olfatorios más que a los propios demócratas.
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