Por Mauricio Montes
En su cuenta Twitter, la Embajada de Irán en Venezuela informó que el 21 de junio llegaría a Venezuela el buque Golsan desde el país persa. El cometido es traer alimentos para inaugurar el primer supermercado iraní en Venezuela. Lo califican de "otro éxito en las relaciones amistosas y fraternales entre dos países".
La noticia coincide con un reportaje de la agencia Bloomberg, en el que se hacen eco de la firma de inteligencia de datos Kpler, que explica que pese a las restricciones impuestas por Washington, China sigue comerciando con petróleo venezolano. Un dato que para cualquiera medianamente interesado en geopolítica, no sólo vulnera las sanciones, sino que deja a la Casa Blanca debilitado en su influencia regional y al margen de las decisiones de un poder político emergente.
La alianza entre China y Venezuela potencia la expansión del gigante asiático. La energía de Venezuela sirve, como en otros tiempos los recursos americanos sirvieron al viejo continente tras la invasión, a la consolidación del poderío chino en el planeta.
Recientemente, China llamó a la "cooperación internacional de la Franja y la Ruta", y respondieron las Naciones Unidas, la Organización Mundial de la Salud y una nutrida mancomunidad de países actuantes en la nueva ruta para la inversión financiera global. Pekín ofrece integración entre los socios, dar prioridad a la lucha contra la pandemia de COVID-19, fluidez en las cadenas industriales y de suministro, desarrollar el comercio electrónico, la construcción de ciudades inteligentes y cooperación para el "desarrollo verde".
En el actual orden en gestación, Venezuela seguirá jugando un papel relevante para definir de qué lado o sobre qué idea se inclina la balanza. La nación bolivariana puede o no aprovechar este contexto para consolidar la soberanía recuperada en las últimas décadas o sucumbir como colonia al nuevo orden mundial.
"Nadie tiene derecho a oprimir a otros, ninguna hegemonía puede aplastar a ningún país", expresó Manuel López Obrador, presidente de México, al ser consultado sobre qué haría en caso de que el Gobierno venezolano decidiera comprar gasolina a dicho país.
"Nosotros somos libres, México es un país independiente, soberano, tomamos nuestras propias decisiones y no nos metemos con las políticas de otros países", subrayó López Obrador.
Tal parece que la nueva normalidad a la que nos aproximamos consistirá en que las naciones seguirán cimentando un nuevo curso de relaciones de cooperación internacional más allá de que existan o no medidas coercitivas unilaterales de Estados Unidos.
"Cuando se cierran unas puertas, otras se abren"
Jonny Hidalgo, escritor y asesor en materia de energía, hace una pausa a la creación de un nuevo libro sobre política petrolera e identidad nacional, para responder a Sputnik sobre la efectividad de un mecanismo como las sanciones económicas que aplica Estados Unidos.
"Las sanciones sólo han servido para agravar la crisis económica que atraviesa Venezuela y limitar las acciones que pueda ejecutar el Gobierno en pro de resolverla. Sin embargo, la nación venezolana utiliza su creatividad para encontrar la forma de sobrevivir con dignidad. El Gobierno de EEUU debe saber que con 'sanciones' no derrocará al Gobierno venezolano, eso ya lo ha vivido en Cuba, Irán, Rusia y otros países a los que ha sancionado", explica.
Para Hidalgo, el bloqueo económico contra Venezuela comenzó alrededor del año 2000 para atacar a la Revolución Bolivariana. Desde ese momento, a juicio del especialista, el Congreso de EEUU no se ha detenido en acciones para confeccionar un marco jurídico "injerencista, irrespetuoso del derecho internacional y muy coherente con los golpes de Estado e invasiones militares que ha promovido en otros países, de manera impune y descarada".
Hidalgo realiza una cronología importante para entender la nueva etapa de medidas coercitivas aplicadas contra Venezuela, a partir de la llegada de Nicolás Maduro a la jefatura del Estado venezolano:
Luego de las guarimbas ejecutadas en Venezuela durante el año 2014, el Congreso de EEUU aprueba, en diciembre de ese año, un proyecto de ley con el cual se faculta al presidente de su país a aplicar sanciones a personas que él considere responsables de la violación de los derechos humanos de quienes protesten contra el Gobierno de Nicolás Maduro.
Basado en esa ley, en marzo de 2015, Barack Obama emite la Orden Ejecutiva 13692 mediante la cual bloquea las propiedades y suspende la entrada de siete funcionarios venezolanos, que contribuyeron a superar las guarimbas de 2014. En la misma Orden Ejecutiva, se considera a Venezuela como una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad de EEUU y se le declara en emergencia nacional, estatus requerido por las leyes International Emergency Powers Act y National Emergencies Act, para aplicar medidas contra la amenaza que, para ellos, representa Venezuela.
Posterior al decreto de Obama, en agosto de 2017, Donald Trump emite la Orden Ejecutiva 13808, mediante la cual se le prohíbe a toda persona estadounidense, sea natural o jurídica, que participe en cualquier tipo de financiamiento a instituciones venezolanas, cuyo plazo sea mayor a 30 días o a 90 días si se trata de PDVSA. Este decreto fue redactado en términos tan generales como ambiguos, pues no es claro lo que se considera financiamiento ni el rol que se puede jugar en él: acreedor o deudor, lo que genera temor en el sector privado.
Trump no establece sanciones directas contra Venezuela, sino contra toda persona estadounidense que pueda negociar con alguna institución pública venezolana, quedando exceptuada la empresa CITGO. Más tarde, prohíbe las transacciones con criptoactivos promovidos por el Gobierno venezolano (Orden Ejecutiva 13827) y la participación en el sector aurífero (Orden Ejecutiva 13850).
Todas estas acciones para el investigador Hidalgo, "forman parte de una estrategia de desgaste" con la que se pretende "erradicar el chavismo", puesto que se constituye en "un movimiento que liberó a Venezuela del dominio colonial y por lo tanto promueve un orden mundial distinto al que proponen los intereses de las potencias occidentales. Las sanciones son ataques dirigidos a la nación más que al Estado; en ese sentido, tampoco han sido efectivas porque la nación no acepta chantajes", puntualiza.
— ¿Qué nos está diciendo esta llegada de los buques iraníes a Venezuela, el apoyo irrestricto de China y Rusia sobre el futuro de la economía y del mercado petrolero?
La historia demuestra que, cuando se cierran unas puertas, otras se abren. En el ámbito petrolero, por ejemplo, los conflictos que se dieron entre países productores y consumidores o en espacios en los que se obstaculizó al transporte de hidrocarburos, como fue el caso del canal de Suez o el oleoducto Eilat-Ascalón, propiciaron condiciones para la aparición de comercializadores (traders) que, como intermediarios, hacían posible la conexión entre las partes en conflicto.
El caso más importante lo encarnó el empresario Marc Rich, a quien se le adjudica la creación del mercado de ocasión o mercado spot de hidrocarburos. Él fue fundador de la empresa que hoy es conocida como Glencore, de la cual derivó más tarde Trafigura Group, ambas reconocidas como expertas en transacciones de alto riesgo y que se han visto involucradas en escándalos internacionales. Entonces, las crisis ofrecen oportunidades y los traders supieron aprovecharlas para posicionarse en el mercado. El Gobierno de EEUU decide entonces sancionar a las empresas que comercialicen con Venezuela, para evitar que la intermediación se convierta en una alternativa ante las sanciones.
— Por otro lado, ¿qué representa la alianza entre China y Venezuela, la continuidad de su intercambio pese a la prohibición estadounidense?
Nadie puede negar que China es una potencia mundial y, como tal, necesita cuidar su posicionamiento en el continente americano. Si China permite que sus relaciones comerciales con países como Venezuela sean condicionadas por EEUU, entonces su posición como país potencia no perdurará. Así, es lógico pensar que se encontrarán formas de ejecutar relaciones comerciales de forma limpia y transparente a pesar de las imposiciones estadounidenses.
— ¿Qué futuro le espera al mercado petrolero en el corto y mediano plazo?
La civilización actual depende del petróleo y para que esto cambie debe aparecer una fuente energética equivalente en términos de la densidad de potencia, tasa de retorno y costos. La otra forma es que cambie la civilización. Podemos estar seguros de que el petróleo será importante para el mundo por mucho tiempo.
Sin embargo, EEUU arremete contra los principales países productores y consumidores de petróleo, como Venezuela, Rusia y China y organizaciones como la OPEP. Esto está afectando la configuración del mercado internacional de petróleo que, desde 1971, ha sido el soporte del dólar estadounidense como moneda de intercambio internacional. Así, se puede pensar que el cambio del orden financiero internacional es inminente y es allí donde deberíamos centrar nuestra atención.
— ¿Qué papel puede jugar Venezuela ante los cambios que se avecinan en la reconfiguración financiera del mundo?
Venezuela debe dar un salto hacia adelante en la Revolución que se ha propuesto. No debe estancarse en cuestiones coyunturales ni en pequeñas peleas. Para resolver la crisis que las sanciones generan es necesario avanzar, pues reduciendo las relaciones comerciales con EEUU, estamos obligados a liberar todo el potencial contenido en la nación que hasta ahora ha tenido que lidiar con las importaciones que imponía el ingreso petrolero.
Por otra parte, la crisis abre nuevos campos de cooperación internacional que pueden ser aprovechados para seguir consolidando el bloque geopolítico latino-caribeño. Venezuela no puede estar desprevenida en el cambio de orden mundial que se está dando porque podría ser recolonizada. Venezuela cuenta con los recursos naturales que necesita un nuevo orden financiero para soportarse, no es sólo petróleo, por eso siempre será objeto de los intereses imperialistas.
© AP PHOTO / JESUS VARGAS
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