La guerra contra el terrorismo es parte de la guerra contra la hegemonía; porque el terrorismo es uno de los subproductos de la hegemonía. Ahora que su estrategia hegemónica ha fracasado, Estados Unidos está en su punto más débil y el poder de los estados independientes registra un crecimiento histórico.
Un tema contemporáneo que requiere vigilancia es que el deseo de hegemonía no ha desaparecido y que han surgido nuevas formas de hegemonía. Su objetivo es aplastar a los estados independientes desde dentro y para ello todas las tácticas son buenas: sanciones económicas, desestabilización, fomento de la inseguridad y falsa propaganda. Todo está ingeniosamente dispuesto para que el opresor y el oprimido se confundan a los ojos de la opinión pública.
La malvada alianza de Estados Unidos con los terroristas es evidente para el mundo, especialmente para los países del oeste de Asia, desde Siria hasta Afganistán. Hay planes complejos para enviar terroristas takfiristas en nuevas misiones desde el Cáucaso a Asia Central. La experiencia ha demostrado que sólo el verdadero pensamiento islámico puede prevenir el surgimiento del extremismo y el terrorismo.
Por otro lado, la OTAN busca penetrar en diversas áreas geográficas con una nueva cobertura que amenaza los intereses comunes de los países independientes. La promoción de gobiernos inmersos en la ideología occidental y el debilitamiento de los estados democráticos independientes basados en las identidades y tradiciones nacionales son parte de los proyectos culturales de la OTAN, diseños que ilustran la hipocresía de este enfoque “modelo”.
La visita del presidente Ebrahim Raisi a Rusia planteó una serie de preguntas, incluido el papel de Rusia en la región de Asia occidental.
De hecho, el mundo está inmerso en un sistema en el que Estados Unidos ha seguido una política de contención. Ahora están enfocados en el este de Asia para controlar China y, al hacerlo, han ayudado a cambiar el orden de las regiones de Asia occidental y el norte de África. Sin embargo, la era del unilateralismo estadounidense en Asia occidental está llegando a su fin. Desde la Guerra Fría y el colapso del sistema bipolar, los actores regionales han cobrado especial importancia. En el contexto actual de Asia occidental, los actores regionales están dando forma a un nuevo orden, en el que los países extrarregionales están ausentes.
El impacto de la cooperación Irán-Rusia en el nuevo orden
La resistencia y las sucesivas derrotas en Asia Occidental empujan a Estados Unidos a reducir su presencia allí. Una oportunidad para que China y Rusia trabajen con actores regionales para dar forma a un nuevo orden.
Desde que asumió el cargo a principios del nuevo siglo, el presidente ruso, Vladimir Putin, ha encontrado en Asia occidental una esfera ideal para desafiar a Estados Unidos. De hecho, es una región vasta con estructuras variadas y llena de desafíos. Además, a medida que China expande su poder, depende cada vez más de regiones del mundo menos influyentes. Asia Occidental también está en la mira de Beijing.
Sin embargo, el actor que pueda explotar los activos y el poder de China y Rusia se convertirá en un actor principal y un polo en el nuevo orden regional. Pero sin el apoyo de las grandes potencias, el nuevo orden enfrentará muchos desafíos para estabilizarse.
No obstante, Irán ha logrado desarrollar sus relaciones con China y Rusia. En el proceso del nuevo orden regional, es probable que desempeñe un papel creativo e influyente.
Irán, Arabia Saudí y Turquía son los tres países que podrán influir en el nuevo orden regional. Aunque Arabia Saudita está plagada de conflictos internos y derrotas en Yemen y Turquía está atrapada en una crisis económica y derrotas en guerras regionales.
El debilitamiento de los principales rivales de Irán ha inclinado el equilibrio de poder a su favor. Su poderío geopolítico, nuclear y militar y su poder de retórica son sus mejores aliados, para que un nuevo orden en Asia occidental sólo sea posible con la voluntad de Irán.
Conclusión
Sin duda, el orden estadounidense en el oeste de Asia está cambiando, pero aún no se han definido los parámetros del nuevo orden. Eso sí, su principal característica será su independencia de Estados Unidos, que ya no podrá decidir solo sobre la seguridad en la región. Por primera vez, los países de la región tomarán su destino en sus propias manos. Esto marcará una nueva era en Asia Occidental.
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