por Thierry Meyssan
En pleno conflicto ucraniano, la Federación Rusa ha decidido completar la reorganización de sus fuerzas armadas, un trabajo titánico que se hizo necesario a raíz de la disolución de la URSS y de la completa anarquía subsiguiente. A pesar de los problemas surgidos en 2022, como el envío de jóvenes conscriptos al frente ucraniano y los retrasos en el aprovisionamiento de algunas unidades, ya es visible el incremento del nivel profesional de todo el sistema. La reforma anunciada incluye no sólo la homogenización de las fuerzas armadas a todos los niveles sino también una profunda transformación de los métodos de mando.
Desde su llegada al poder, el presidente Vladimir Putin ha supervisado personalmente la transformación de las fuerzas armadas rusas, que se hallaban en un estado deplorable. La mayoría de la oficialidad estaba minada por el alcoholismo y los jóvenes reclutas eran objeto de “novatadas” sencillamente inmundas.
Al inicio del proceso, 150 000 oficiales y suboficiales fueron separados del servicio activo, lo cual puso en crisis la conducción de los cuerpos armados. Vladimir Putin creó entonces la primera fuerza aeroespacial del mundo –una veintena de años antes que Estados Unidos– tanto para poner a prueba nuevas formas de mando como para que Rusia se hiciera presente en un nuevo teatro de operaciones. Uno de los pasos más importantes de Vladimir Putin fue poner la lucha contra la corrupción en manos de Anatoli Serdukov, quien asumió esa tarea con mano de hierro… pero en detrimento de las fuerzas armadas.
Posteriormente, durante todo un decenio, Vladimir Putin envió sus soldados a formarse en el fragor del combate, pasando periodos de 6 meses de servicio en Siria. Finalmente creó, de forma experimental, una compañía militar privada, el llamado “Grupo Wagner”, que sirvió para poner a prueba diversas formas de organización.
Durante los 2 últimos años, Wagner ha estado bajo las órdenes del coronel Dimitri Utkin, mientras que el cofundador de Wagner, Yevgueni Prigozhin, asume un papel de comunicador, siendo el personaje que capta todas las miradas así como las críticas.
Los ejércitos son estructuras gigantescas cuya organización debe estar sometida a un proceso permanente de análisis y modificación. Como comparación, hay que recordar que Estados Unidos llegó a comprobar, en los años 1990, que el aumento de sus gastos militares no mejoraba los resultados de sus fuerzas armadas. Se designó entonces como secretario de Defensa a Donald Rumsfeld, quien había dado pruebas de habilidades excepcionales en la conducción de empresas. En 2001, Rumsfeld estimuló la creación de empresas militares privadas –como la tristemente célebre Blackwater– para probar nuevos métodos de funcionamiento. Pero aquel experimento fracasó porque para aquellas empresas resultaba más interesante realizar operaciones secretas para la CIA que responder a las exigencias del Pentágono. Actualmente, Estados Unidos sigue teniendo unas fuerzas armadas cuya eficacia decrece constantemente, como pudo comprobarse en el momento de la caída de Kabul, en 2021.
Hoy en día, el presidente Vladimir Putin está procediendo a una reorganización general de las fuerzas armadas rusas, con la creación de un segundo ejército regular de 5 divisiones y 26 brigadas. Esa nueva fuerza se encargará de poner en práctica algunos de los métodos ya puestos a prueba por Wagner en el campo de batalla, con vista a alcanzar un mayor grado de eficacia.
El general Yevgueni Burdinski, vicejefe del estado mayor de las fuerzas armadas de la Federación Rusa, tendrá la responsabilidad de supervisar el nuevo ejército. El general Burdinski es un reconocido especialista en cuestiones vinculadas al mando.
Esta reorganización del personal de las fuerzas armadas rusas se realizará al mismo tiempo que un amplio rediseño del dispositivo geográfico. El regreso de Crimea a la Federación Rusa y la incorporación, por ahora parcial, de la Novorossiya exigen la creación de un distrito naval para el Mar de Azov. Por otra parte, el regreso de la amenaza terrorista de los nacionalistas integristas ucranianos –los también llamados “banderistas”– exige la creación de nuevos distritos militares para garantizar la protección de las ciudades más importantes de la Federación Rusa: Moscú y San Petersburgo.
El objetivo central es completar el proceso de transformación de las fuerzas armadas rusas conservando solamente lo que ya haya demostrado ser realmente eficaz. Rusia dispone ya del mejor armamento del mundo y de una doctrina estratégica y táctica verdaderamente digna de admiración. En los próximos años espera contar con el mejor ejército del mundo.
El presidente Vladimir Putin está realizando este proceso de transformación mientras se desarrolla la operación militar especial rusa en Ucrania, lo cual implica graves riesgos. Pero el presidente Putin parece estimar que ese conflicto está cerca de terminar.
Thierry Meyssan
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