por Thierry Meyssan
No es sorprendente que la CIA se dedique a estructurar organizaciones antirrusas. Pero es particularmente grave que no vacile en reclutar nazis y nacionalistas integristas y en presentarlos como defensores de la libertad y la democracia.
En el siglo XIX, el Imperio austro-húngaro y el Imperio alemán planeaban la destrucción de su rival, el Imperio ruso. Para alcanzar tal objetivo, sus ministerios de Exteriores emprendieron en común una operación secreta: la creación de la Liga de los Pueblos Alógenos de Rusia (Liga der Fremdvölker Rußlands o LFR) [1].
Proclamación de la Ucrania independiente en presencia de los dignatarios nazis. Detrás de los oradores pueden verse los retratos de Stepan Bandera, Adolf Hitler y Yevhen Konovalets.
En 1943, el III Reich creó el Bloque de Naciones Antibolcheviques (ABN) para desarticular la Unión Soviética. Al final de la Segunda Guerra Mundial, Reino Unido y Estados Unidos “reciclaron” nazis y colaboradores del III Reich y con ellos mantuvieron el ABN [2]. Pero, debido a los millones de muertos que el ABN tenía en su haber, el número 2 de la CIA, Frank Wisner, decidió reescribir su historial haciendo imprimir numerosos libros donde se aseguraba que el ABN había surgido en el momento de la liberación. Wisner afirmó que los pueblos de Europa central y del Báltico habían luchado todos, colectiva y simultáneamente, contra los nazis y contra los soviéticos, lo cual es una enorme mentira. En realidad, numerosos partidos políticos de Europa central se pusieron del lado de los nazis y en contra de los soviéticos, formando divisiones SS y proporcionando la casi totalidad de los guardias de los campos de exterminio creados por los nazis.
John Loftus, el fiscal especial del Office of Special Investigations –unidad especial del Departamento de Justicia de Estados Unidos– testimonió que él mismo había encontrado en New Jersey, en 1980, una pequeña ciudad llamada South River, donde existía una colonia de antiguos SS bielorrusos. A la entrada de South River había incluso un monumento, adornado con símbolos de las SS, en homenaje a sus compañeros de armas caídos en combate. Y en el cementerio local, estaba la tumba del primer ministro nazi bielorruso Radoslav Ostrovski [3].
La creencia generalizada es que Estados Unidos combatió a los nazis y que los juzgó, en Nuremberg y en Tokio. Pero eso es falso. El presidente Roosevelt era un ferviente liberal, pero se empeñó en reclutar nazis y en ponerlos al servicio de su gobierno. Como Roosevelt murió antes del final de la guerra, los criminales con los que él mismo se había rodeado lograron hacerse de las más altas funciones y utilizaron ciertas administraciones para perseguir sus propios objetivos. Así sucedió con la CIA.
Más tarde, cuando se creó en el Congreso estadounidense la Comisión Church, que reveló los crímenes que la CIA había cometido durante los años 1950-1960, el trabajo de esa comisión no sirvió de mucho. Todo aquel mundo opaco volvió a la clandestinidad… pero prosiguió sus actividades.
Los “nacionalistas integristas” ucranianos de Dimitro Dontsov y sus principales agentes ejecutores, Stepan Bandera y Yaroslav Stetsko, siguieron ese camino. La CIA tomó bajo su ala protectora a Dimitro Dontsov, quien ya había sido agente secreto del káiser Guillermo II y del fuhrer Adolf Hitler. Así que, después de haber sido uno de los peores autores de crímenes de masas del III Reich, el ucraniano Dontsov vivió tranquilamente en Canadá y murió en New Jersey, en 1973, precisamente en South River, aunque no es eso lo que dicen en Wikipedia. Durante la Segunda Guerra Mundial, Dimitro Dontsov abandonó Ucrania y se convirtió en administrador del Instituto Reinhard Heydrich, en Praga. El ucraniano Dontsov estuvo entre los individuos que concibieron la Solución Final para los judíos y los gitanos [4].
El chino Chiang Kai-Chek y el ucraniano Yaroslav Stetsko asisten a la fundación de la Liga Anticomunista Mundial.
Stepan Bandera y Yaroslav Stetsko, los ejecutores de las ideas de Dimitro Dontsov, fueron reclutados por la CIA en Múnich. Allí garantizaron las transmisiones de Radio Free Europe en ucraniano y organizaron, también desde Múnich, operaciones de sabotaje dentro de la Unión Soviética.
Stepan Bandera había perpetrado numerosas masacres y proclamado la independencia de Ucrania, junto a los nazis. En plena guerra, Bandera desapareció de Ucrania y posteriormente dijo que había sido internado en un campo de exterminio, pero eso parece poco probable ya que reapareció en 1944 y el III Reich le confió la tarea de gobernar Ucrania y de luchar contra los soviéticos. Es muy posible que Bandera haya vivido en realidad en la sede de la administración de los campos de concentración y trabajado en el proyecto nazi de exterminio de las “razas” que, según los nazis, “corrompían” la sangre aria. Durante la guerra fría, Stepan Bandera se paseó por todo el “mundo libre” y viajó a Canadá para proponer a Dimitro Dontsov convertirse en jefe de su organización [5].
Los años han pasado y aquellos autores de crímenes masivos murieron sin llegar a tener que responder por sus actos. Las organizaciones que ellos crearon –ABN y la Organización de Nacionalistas Ucranianos (OUN)– tendrían que haber dejado de existir. Pero no fue así. La OUN volvió a salir a la luz con la guerra en Ucrania, al igual que el ABN, que ahora tiene un sitio web, donde cualquiera puede leer los folletos de propaganda de postguerra que afirman descaradamente que esa organización no existía antes de la derrota del Reich.
El ABN se prolonga ahora en el Free Nations PostRussia Forum (Foro de Naciones Libres de la PostRusia), que se celebrará los días 26,27 y 28 de septiembre en Londres, en París y posiblemente en Estrasburgo.
El objetivo sigue siendo el mismo: desintegrar la Federación Rusa dividiéndola en 41 Estados separados entre sí. Ese “foro”, que pretende hablar en nombre de los pueblos de la Federación Rusa, no se limita a arremeter contra Moscú, también lo hace contra China, Corea del Norte e Irán. En sus documentos también se mencionan como dictaduras a Venezuela, Bielorrusia y Siria. Pero el ABN participó activamente en la creación y en las actividades de la organización en cuyo seno se reunían la mayoría de los dictadores del planeta, la Liga Anticomunista Mundial [6], hoy elegantemente rebautizada como Liga Mundial por la Libertad y la Democracia.
El mencionado Foro de Naciones Libres de la PostRusia fue creado por la CIA luego de la intervención militar rusa en Ucrania y ya se ha reunido 7 veces en año y medio, en Polonia, Chequia, Estados Unidos y Suecia así como en las sedes del Parlamento Europeo y del parlamento de Japón. La CIA ha creado a la vez “gobiernos” en el exilio para Bielorrusia y Tatarstán… como hizo antes para Irak y Siria. Ningún Estado ha reconocido tales “gobiernos”, pero la Unión Europea los ha recibido con bombo y platillo.
El Foro de Naciones Libres de la Post Rusia pretende dividir la Federación Rusa en 41 Estados separados entre sí.
El dispositivo actual no está concebido para alcanzar el objetivo que proclama. Estados Unidos no tiene en realidad la menor intención de desmembrar la Federación Rusa –no hay que olvidar que se trata de una potencia nuclear. La mayoría de los dirigentes estadounidenses están conscientes de que la desintegración de Rusia desestabilizaría por completo las relaciones internacionales y podría desembocar en una guerra nuclear. Lo que realmente quiere Washington es movilizar, al servicio de Estados Unidos, a quienes esperan lograr la improbable desintegración de Rusia.
Algunas personalidades políticas se prestan a participar en ese juego. Una de ellas es la ex ministro de Exteriores de Polonia, Anna Fotyga. Fue esta señora quien presentó al Parlamento Europeo, en 2016, una resolución sobre las “comunicaciones estratégicas” de la Unión Europea, proponiendo un sistema, que resultó ineficaz, destinado a influir sobre el conjunto de los grandes medios de comunicación de la Unión Europea.
Otro participante es el diputado centrista francés Frederick Petit. Ya en 2014 los principales personajes de su partido viajaban a Kiev para hacerse fotografiar en la plaza Maidan junto a los nacionalistas integristas ucranianos. Y ni siquiera hablaré aquí del ex diputado ruso Ilya Ponomarev.
También se han implicado en ese juego “tanques pensantes” como la Jamestown Foundation, creada con ayuda del director de la CIA William J. Casey, y alrededor de un importante tránsfuga soviético. La Jamestown Foundation fue prohibida en Rusia en 2020, o sea antes de la guerra en Ucrania. Otro think-tank implicado es el Hudson Institute, financiado por Taiwán a través de la “Liga Mundial por la Libertad y la Democracia”… la antigua Liga Anticomunista Mundial, lo cual le permitió a la isla ser sede de una sesión del “Foro de Naciones Libres de la PostRusia”.
[1] Liga der Fremdvölker Russlands 1916-1918. Ein Beitrag zu Deutschlands antirussischem Propagandakrieg unter den Fremdvölkern Russlands im Ersten Weltkrieg, Seppo Zetterberg y Akateeminen Kirjakauppa, 1978.
[2] MI6, Inside the Covert World of Her Majesty’s Secret Intelligence Service, Stephen Dorril, The Free Press, 2000.
[3] L’affreux secret: Quand les Américains recrutaient des espions nazis [en español, “El horrendo secreto: cuando los estadounidenses reclutaban espías nazis”], John Loftus, Plon, 1985.
[4] Ukrainian Nationalism in the Age of Extremes. An Intellectual Biography of Dmytro Dontsov, Trevor Erlacher, Harvard University Press, 2021.
[5] Stepan Bandera: The Life and Afterlife of a Ukrainian Nationalist: Facism, Genocide, and Cult, Grzegorz Rossoliński-Liebe, Ibidem Press, 2015.
[6] «La Liga Anticomunista Mundial, internacional del crimen», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 20 de enero de 2005.
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