Que la Cámara de los Comunes haya homenajeado a un veterano nazi de la división Galizien no está del todo fuera de lugar en un país que dio refugio a un gran número de criminales de guerra del Eje tras la Segunda Guerra Mundial, según una nota del medio canadiense 'Postmedia'.
De acuerdo con el canal de noticias, "los cazadores de nazis han señalado en repetidas ocasiones a Ottawa como uno de los países occidentales más reacios a procesar y deportar a los criminales de guerra del Eje". Incluso, en 2023 sigue habiendo un puñado de nazis conocidos que viven cómodamente jubilados como ciudadanos naturalizados.
Pero desde finales de la década de 1940, el Congreso Judío de Canadá (CJC) solicitó a Ottawa que vigilara más de cerca los flujos de refugiados de Europa del Este, pues el CJC creía que muchos excolaboradores nazis los estaban utilizando para ingresar al país con pretextos falsos.
No obstante, la solicitud fue ignorada casi en su totalidad, por lo que el Congreso estima que cerca de 2.000 criminales de guerra pudieron establecerse en el país norteamericano, en donde la mayoría vivía abiertamente, sin temor a ser procesados.
Al respecto, el historiador y presidente del CJC, Irving Abella, declaró a principios de la década de 1990 que la decisión de ignorar a los exnazis fue deliberada. Incluso, en 1997, Abella recordó que, en una conversación con el primer ministro Pierre Trudeau, le dijeron que Canadá no perseguía a los criminales de guerra nazis porque "tenían miedo de exacerbar las relaciones entre los judíos y las comunidades étnicas de Europa del Este".
"Así que no hizo nada y lo admitió abiertamente", dijo Abella, quien murió en 2022, citado por Postmedia.
Si bien en 1986, el gobierno de Brian Mulroney convocó una Comisión de Investigación sobre Criminales de Guerra –también conocida como Comisión Deschênes– para determinar a cuántos criminales de guerra nazis se les permitió pasar desapercibidos a Canadá; la comisión determinó que el Gobierno federal tenía medios muy limitados para llevarlos ante la justicia.
Incluso, el informe encontró que Ottawa albergaba a varios miles de exnazis que no podían estar directamente implicados en crímenes de guerra dada la evidencia disponible.
Tal fue el caso de la división de voluntarios SS "Galitzia", la unidad ucraniana de las Waffen-SS en la que Yaroslav Hunka –el hombre aplaudido en la Cámara de los Comunes– era un veterano.
Así, recuerda el medio, a diferencia de muchos exnazis que se habían convertido en canadienses asumiendo identidades falsas o mintiendo sobre sus antecedentes de guerra, a los veteranos de la división Galizien se les permitió ingresar en masa al país en 1950, mediante una dispensa especial a nivel de gabinete.
Con todo, la comisión logró llevar un puñado de casos ante la justicia, pero solo tres resultaron en una deportación o extradición exitosa, señala el medio, incluido el del profesor de botánica de la Universidad de Columbia Británica (UBC) nacido en Holanda, Jacob Luitjens.
"Luitjens había servido en el Landwacht, un grupo paramilitar colaboracionista holandés que participaba activamente en las redadas de judíos y opositores de los ocupantes nazis de los Países Bajos en tiempos de guerra", relata Postmedia.
Pese que Holanda condenó a Luitjiens en 1948, hubo que esperar más de tres décadas, hasta 1992, para que Canadá lo despojara de su ciudadanía y lo enviara de regreso a Europa, argumentando que el holandés había mentido sobre su historial de guerra para ingresar a Ottawa.
"Canadá es donde están los nazis"
El investigador de crímenes de guerra Steve Rambam, que durante la década de 1990 adoptó la apariencia de un joven universitario para registrar en secreto los testimonios de hasta 60 exsoldados y colaboradores nazis que vivían en Canadá, aseguró que en el país de América del Norte es donde están los nazis.
"Canadá es el refugio desconocido de los nazis. Todo el mundo sabe sobre Argentina, pero nadie sabe sobre Canadá", aseguró en 1997 durante una entrevista a Los Ángeles Times citada por Postmedia.
Entre los nazis entrevistados por Ramban se encontraba Antanas Kenstavicius, un exmiembro de una fuerza policial colaboracionista lituana que le contó sobre su participación en operaciones para arrestar y asesinar a unos 5.500 judíos.
Kenstavicius fue el único de los casos de Rambam que fue perseguido por las autoridades canadienses y finalmente murió en 1997 por causas naturales el primer día de sus audiencias de deportación.
Operación Paperclip de EEUU
Canadá no es el único país que admitió el ingreso de miles de criminales de guerra nazis y les permitió vivir cómodamente.
A finales de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) el Gobierno de EEUU estaba interesado en obtener tecnologías y logros científicos de la Alemania nazi, sobre todo en la industria militar y química. Por esa razón, en noviembre de 1944, el Estado Mayor Conjunto de EEUU organizó el Comité de Inteligencia Tecnológica e Industrial para "buscar en Alemania las tecnologías que podrían ser útiles para la economía de posguerra estadounidense".
Sin embargo, poco después, Washington se percató de que no solo era necesario tener documentos y avances científicos de Alemania, también se necesitaban especialistas de ese país para investigar y crear armas.
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Fue así como la Oficina de Servicios Estratégicos —antecesora de la actual Agencia Central de Inteligencia— elaboró una operación secreta bajo el nombre de Overcast (Nublado) para reclutar y llevar científicos, ingenieros y otros especialistas alemanes a EEUU.
La operación, que también tuvo por objetivo evitar que se filtraran nuevas tecnologías a la Unión Soviética, empezó el 6 de julio de 1945 con la emisión del memorando secreto titulado Explotación de especialistas alemanes en ciencia y tecnología en Estados Unidos.
Aunque el entonces presidente de EEUU Harry Truman dio luz verde a la operación, impuso una condición, según la cual se prohibía llevar al país a científicos que tuvieran un pasado nazi.
No obstante, la mayoría de los especialistas escogidos no cumplían con el requisito, por lo que la Agencia Conjunta de Objetivos de Inteligencia (JIOA, por sus siglas en ingles) —responsable de la operación— decidió modificar sus biografías quitando todos los detalles comprometedores.
A pesar del carácter ultrasecreto de la operación, los medios de comunicación estadounidenses se dieron cuenta de su existencia calificándola como un programa para "llevar a criminales nazis".
En marzo de 1946, para evitar la publicidad se decidió cambiar el nombre original de la operación por el de Paperclip, por los clips que sujetaban las biografías limpias de los científicos, en las que ellos se convirtieron en "víctimas del nazismo".
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Inicialmente en el marco de la operación estaba previsto llevar hasta 350 especialistas, pero en 1946 la JIOA insistió en aumentar esa cifra hasta 1.000 científicos y técnicos alemanes y austriacos. Además, la agencia propuso otorgarles la ciudadanía estadounidense.
El plan de la JIOA fue aprobado por el presidente Truman en septiembre de 1946.
Fue así como más de 1.500 físicos, químicos, médicos y técnicos de Alemania, que fueron llevados a EEUU durante varios años de la operación, se encargaron de investigaciones sobre armas químicas, espacio y uso de sustancias psicotrópicas durante la tortura.
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