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lunes, 3 de febrero de 2014

El muro de hielo no frenará la radiación en Fukushima

En Japón, en la central atómica de Fukushima 1 comenzó a aplicarse tecnologías de congelación artificial, proceso que debe proteger al océano de las aguas radiactivas subterráneas.

En una primera etapa se plantea la instalación de tuberías de acero a una profundidad de hasta treinta metros. A continuación, comenzarán a correr por ellas un líquido especialmente refrigerado, el que los autores del proyecto confían ayudará a crear en el suelo una especie de “muro de hielo” para frenar la radiación.

Los reactores nucleares continúan despidiendo radiación al cabo de tres años de ocurrida la avería en la central atómica nipona, como consecuencia de un devastador terremoto, seguido por maremotos. Los expertos advierten que, esto puede degenerar en una catástrofe con mayúscula de no paralizar las filtraciones de agua radiactiva que no cesan en la estación. En tres reactores de la Fukushima 1, donde en verano de 2011 se registró la colicuación del combustible nuclear están bombeando continuamente agua para el enfriamiento. Ella se filtra a través de una grieta a las instalaciones, llena los pisos subterráneos de los bloques energéticos, el sistema de drenaje y se mezcla además con las aguas subterráneas. Varios cientos de toneladas van a dar diariamente al puerto técnico de la central atómica. Ahora bien, con el objeto de detener las filtraciones de la estación averiada, los japoneses planean congelar el subsuelo en torno a los reactores dañados. Para ello, a una profundidad de treinta metros bajo tierra van a tender tubos con nitrógeno líquido. La construcción del gigantesco refrigerador subterráneo es una idea, por cierto, de lujo, pero no resolverá del todo el problema de las filtraciones de agua radiactiva, considera Konstantín Símonov, director de la Fundación de seguridad energética nacional:

–Se trata tecnológicamente de que el hielo sirva de barrera a las filtraciones radiactivas. Aunque surgen, por cierto, interrogantes. Porque hay que resolver lo de las sustancias radiactivas, para las que el agua congelada no es obstáculo alguno. Un muro de hielo es una idea bonita, pero cualquiera persona que entienda lo mínimo de los procesos radiactivos sabe que, con hielo no es posible protegerse de las filtraciones de residuos radiactivos, y en este plano la humanidad solo está aprendiendo lo del reciclaje para la conservación de una central. Es necesario pasar la central al estado de conservación, que consiste en todo un proceso.

El nivel actual de radiación en la central y alrededores bate todas las plusmarcas, y es a tal punto elevado que, en horas contadas puede dar muerte a una persona. El contenido de las sustancias radiactivas en las muestras de agua tomadas el 18 de enero en un pozo técnico, situado en el territorio del segundo bloque energético de Fukushima 1 era de unos tres millones de bequereles por litro de líquido, con una norma de ciento cincuenta bequereles. Aquellos métodos que se emplean actualmente en la averiada central recuerdan la pujante actividad para la realización de novedades tecnológicas. Pero, todas esas actividades no influyen en la esencia del proceso catastrófico que continúa en los reactores destruidos, considera Maxim Shingarkin, vicepresidente del Comité parlamentario de recursos naturales, empleo de la naturaleza y ecología:

–Es posible manipular hasta la saciedad las tecnologías: congelar o cementar la costa, crear ciertas pantallas, cortinas, construcciones artificiales pero no cambiará lo principal: es indispensable congelar los reactores destruidos. Es imposible detener las aguas subterráneas. Ellas van a filtrarse de todas maneras a través de las instalaciones que sean. La propuesta de Rusia es resolver el problema mismo: desmontar, desmantelar el reactor atómico.

Los expertos están seriamente inquietos de que el pozo técnico, del que tomaron muestras de agua se encuentre tan solo a cuarenta metros del litoral. O sea que no está descartado que aguas radiactivas vayan a dar al océano Pacífico. Cerca de la mitad de los peces que habitan en los alrededores de Fukushima contiene metales peligrosos. Pero, no es todo. No hace mucho, vestigios de aleaciones químicas de la central fueron registrados en ballenas y peces a mil kilómetros de la estación, indicaba Maksim Shingarkin:

–Es imposible combatir la contaminación radiactiva de los organismos biológicos. Debido a las propiedades químicas y físicas, los materiales radiactivos sustituyen eficazmente sus análogos naturales. Por ejemplo, en ligar del fósforo en el organismo se acomoda el estroncio. La radiación irá acumulándose continuamente en los organismos biológicos, de continuar los vertidos de agua radiactiva al océano. Y esta va a continuar todo el tiempo de no ocuparse del desmantelamiento de los reactores nucleares. Esta irá a dar a las cadenas de alimentos: del plancton a los moluscos, y de los moluscos a los peces. Y a fin de cuentas, la cuota mayor de la radiación se asentará en el organismo de los seres marinos que se encuentran por encima de las cadenas biológicas. Entre ellos, de las ballenas y del hombre. Rusia introdujo ya limitaciones a la pesca de una serie de recursos biológicos en el Pacífico, debido a que son peligrosos para la salud.

En Japón mismo aparentan que todo estaría bajo control. Incluso aseveran que, los problemas de la central no serán un escollo para la celebración de los JJOO de 2020 en Tokio. Los japoneses olvidan la previsión de los expertos, según la que, se necesitarán como mínimo unos cuarenta años para eliminar las consecuencia de la avería. Es difícil siquiera imaginar lo que puede suceder en este tiempo. Los especialistas aseveran que, para el País del Sol Naciente es imprescindible un plan de salvación de Fukushima.

Fuente:http://spanish.ruvr.ru 

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