Según la conocida sentencia sobre el militarismo; “Colombia no es un Estado que tenga un ejército, sino un ejército que tiene un Estado”
Pero no es todo, pues el ejército colombiano a diferencia de los demás países modernos de la mundialización neoliberal, es un apéndice directo (Plan Colombia) del Gobierno de los EEUU. Y por esta simple razón, cualquier decisión de fondo sobre el proceso de paz que se adelanta en la Habana, será tomada en Washington y ejecutada en Bogotá.
La prueba de ello es que para hacer más expedito este camino, se nombró como embajador de Colombia en Washington a un conocedor de fondo del proceso de la Habana como el conocido empresario Trasnacional Luis Carlos Villegas, y se aspira colocar en remplazo del alcalde de Bogotá, Petro, a otro negociador en la Habana vinculado profundamente con la DEA y los paramilitares de Méjico, como el general de la Policía Naranjo.
Por esto en ANNCOL no nos hacemos ilusiones en torno a la paz en Colombia: En el país se podrá discutir, dentro de las limitaciones de la multimedia controlada también por el ejército colombiano y la embajada USA, sobre la guerra y la paz: Quien o cual presidente podrá cumplir el mandato de papel de la Constitución sobre la paz en el país, o cuando se podrá alcanzar esta. Se podrá utilizar, como se está haciendo, la paz como un caballito de palo electoral, para montarse sobre él y hacerse reelegir como Santos, o para quitarle el caballito a quien lo tiene como hacen Uribe Vélez y sus títeres. También se podrá proponer como lo hace Peñalosa centrar la paz en las ciudades en lugar del campo donde se desarrollan los planes de consolidación militar del Plan Colombia; pero siempre serán la cúpula militar colombiana y la embajada de los EEUU, quienes tengan la última palabra sobre la paz y la guerra en Colombia y talvez en toda la región.
Ya un avisado político chavista ha dicho que la premura por desarmar a las FARC es para que la flota del Caribe pueda invadir más fácilmente a Venezuela.
ANNCOL está cierto que cualquiera de los candidatos que llegue a la presidencia de Colombia, Santos, Peñalosa, o algún títere de Uribe; no va a modificar la decisión final sobre la paz o la guerra en Colombia. Podrá quizás modificar la mecánica, o reversar algún acuerdo alcanzado, sobre todo en el asunto agrario donde Peñalosa se ha mostrado ignorante total y despreciativo. Pero lo repetimos: el cuándo, donde, como, con quien, con qué y para qué; serán de la esfera interna de Washington.
Un maoísta que solía escribirnos amigablemente enviándonos sus opiniones, a raíz de las informaciones y análisis que la redacción de ANNCOL ha publicado sobre el desgaste político y gubernativo de Santos y la posibilidad que le han dado las encuestas del régimen a Peñalosa; desempolvó el viejo principio maoísta- obduliano de “quien no está con migo está contra mí” y se ha venido lanza en ristre tildándonos de Peñalosistas. Queremos decirle a él y a todos nuestros lectores que, REITERAMOS lo escrito en nuestro editorial del 18 de marzo 2014, Peñalosa: la bisagra entre el Uribismo y el Santismo:
…. . “Peñalosa puede constituirse (y todo parece indicar que así será) en el punto de confluencia de los intereses del Santismo y del Uribismo y superar la contradicción aguda que existe entre estos dos mascarones de proa, que bastante daño le ha hecho a sus intereses trasnacionales. Miremos no más el desastre del Pacto Agrario y de las locomotoras mineras y el retiro del apoyo al gobierno santista de la Sociedad Agricultores de Colombia (SAC).
Peñalosa verdadero agente de las políticas del Banco Mundial (BM) durante su alcaldía en Bogotá, responsable de la contratación de las losas defectuosas de Transmilenio y del chanchullo de los famosos “ bolardos”, feroz represor de los trabajadores informales y aliado de Uribe Vélez; a quien la Izquierda subvaloró tildándolo simplemente de caballo de Troya de Uribe Vélez, ha pasado a ser la “bisagra” que con muy probables posibilidades de ganar unirá las dos alas de la oligarquía colombiana y le dará al bloque de clases dominante la unidad real y la gobernanza para continuar con su dominación neoliberal militarista”.
Sus opiniones sobre la ratificación del equipo negociador de la Habana, así como sus últimas opiniones en contra de una tregua bilateral y en pro de continuar los planes militaristas de consolidación y de fortalecimiento del ejército de Colombia, confirman plenamente lo que hasta aquí hemos dicho.
Queda claro entonces que el dilema sobre la guerra y la paz en Colombia, sobre el cual se está montando la actual campaña electoral reeleccionista es falso. Santos, Peñalosa, o aún el mismo Uribe Vélez a alguno de sus títeres, tendrán que contar con lo que decida el pacto bipartidista del congreso de los EEUU que aprobó hace más de dos décadas el Plan Colombia.
Y frente a ese determinismo insalvable, es que el pueblo trabajador colombiano debe luchar para apoderarse de su propio destino. Esa es la posición invariable de ANNCOL.
Fuente: Anncol
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