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sábado, 23 de mayo de 2020

Las nuevas ecuaciones en el sistema de poder mundial

Por Nicola Hadwa y Silvia Domenech

El presidente de EE.UU., Donald Trump, el secretario de Estado, Mike Pompeo, y el asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, 20 de junio de 2019.

En la actualidad la política exterior norteamericana ya no tiene un epicentro. Los focos vitales para EE.UU. están en el mundo entero. Y cada vez son más peligrosos para todos.

Desde hace algunas décadas las potencias occidentales han creado un sistema de poder que prácticamente las convirtió en jueces permanentes de un mundo dominado por el imperialismo, a cuyos dictados debían someterse los países so pena, de no hacerlo, de verse invadidos bajo diferentes pretextos o ser objeto de golpes de estado, o simplemente afrontar su destrucción económica y política.

El desarrollo de los acontecimientos, la arrogancia del poder unipolar norteamericano y la necesidad de supervivencia interna del capitalismo y de las estructuras económicas internacionales hechas a su medida, lleva, sin embargo, a este sistema de poder a intentar avasallar a otras economías como la china y la rusa y colocarlas bajo su esfera de control directo. Echemos un rápido vistazo a los últimos acontecimientos.

Comencemos por el intento de derribar el gobierno sirio y sacar a Rusia del Mediterráneo, privándola del único puerto ruso en el Mediterráneo, Tartús, a donde llegan los barcos desde Crimea en el Mar Negro. El inminente fracaso de esta acción lleva al imperio a derrocar al gobierno ucraniano para colocar un títere, y luego privar a Rusia del puerto de Sebastopol en Crimea. El resultado de esta maniobra significó la separación de algunas provincias del Donbass y un referéndum donde la población de Crimea votó en forma aplastante a favor de pertenecer a Rusia y no a Ucrania, intensificando las pretensiones norteamericanas de aislar a Rusia.
Lógicamente, sonaron las alarmas y se preparan condiciones para derrotar nuevas conspiraciones anti rusas.
La administración norteamericana se gira entonces hacia China, pretendiendo ralentizar y derechamente minimizar el desarrollo económico de ese país para dominar su economía y favorecer a las transnacionales norteamericanas, cuyos intereses están entrelazados con los de las europeas, con el fin de que éstas mantengan la hegemonía comercial y establezcan el control sobre el comercio chino. Ello lleva al imperio a intentar cortar y anular todos los proyectos de desarrollos comerciales de China, principalmente los relacionados con la nueva ruta de la seda y, en particular, con la Organización de Cooperación de Shanghái que incluye, además, entre otros, a Rusia y a la cual se integran países como Irán, que es un aliado estratégico de ésta última.

China, entonces, agranda y adapta el puerto de Chabahar en el sureste de Irán, en la frontera entre el Océano Índico y el Mar de Omán, lo que le permite conectarse con el Golfo Pérsico para que funcione como centro de la distribución hacia todo el mundo, principalmente Europa, del nuevo comercio por medio de la ruta de la seda que necesariamente integra a países como Pakistán, Irán y Rusia entre otros, la cual aglutinaría un 65% del comercio mundial y concentraría países que poseen alrededor del 70% de los recursos del mundo. Al centro de este comercio estarán Rusia y China y, en forma creciente, Irán.

El imperio, a su intento de aislar a Rusia, agrega el intento de bloquear a China. Lo que, evidentemente, llevó a ambos países a estrechar sus alianzas político-comerciales y actuar en conjunto, ya no en Asia solamente sino en todo el mundo, y a protegerse y colaborar con sus aliados.

Estados Unidos se da entonces ahora a la tarea, en conjunto con sus obedientes y sumisos colaboradores Arabia saudita y otros como Qatar y los Emiratos Árabes, de bloquear tanto a Rusia como a China de forma conjunta.

Desde esa perspectiva crean un movimiento terrorista de envergadura, el Dáesh (ISIS), organización ultra terrorista y salvaje. Su objetivo central sería derrocar al gobierno sirio y luego al iraquí para cerrar el paso a China de la nueva ruta de la seda y, cerrando el puerto de Tartús a Rusia, trasladar el petróleo saudita y de los Emiratos - por medio de un oleoducto que desembocaría en Haifa -, a Europa. Su precio casi monopólico permitiría anular el comercio del petróleo y gas de Rusia a Europa y, dado que la fuente de abastecimiento eran las monarquías feudales, que no les importa despilfarrar los recursos del país, este siempre tendría un precio preferencial, lo que daba amplio margen a la posibilidad de debilitar profundamente la economía rusa y a ese país. Los riesgos para Europa de una campaña anti rusa de forma directa y decidida, no obstante, eran muchos, dado que cualquier contradicción entre las empresas europeas y norteamericanas y la falta de alternativas de abastecimiento podía significar un precio monopólico y/o la perdida de libertad comercial. 

Por otra parte, siguiendo esos designios yanquis, la monarquía feudal saudita inicia una guerra insensata contra Yemen con el objetivo de satisfacer el deseo norteamericano-israelí de controlar el estrecho de Bab el Mandeb1, cuello de botella que da acceso al Mar Rojo desde el océano Índico por el golfo de Adén, lo que lo hace el paso obligado hacia el canal de Suez y el Mediterráneo, teniendo por tanto una inmensa importancia para el comercio y seguridad internacionales al ser el que conecta los puertos europeos con Asia y con el Golfo Pérsico, pasando por él alrededor del 10% del petróleo mundial que se transporta por mar.

Fue la alianza de Rusia con Irán y con las fuerzas anti imperialistas y anti sionistas del Medio Oriente – el Frente de la Resistencia conformado por el Movimiento Libanés Hezbollah, el Gobierno sirio, el Movimiento Yemení Ansarolá y otros grupos aliados como Hezbollah al Nuyaba de Iraq, Hashad Al Shaabi, Ansar Allah, Hamas, Jihad Islámica Palestina y el Frente Popular para la Liberación de Palestina, FPLP - lo que permitió cambiar el rumbo de la guerra contra el terrorismo en Siria y detener la desintegración de ese país, y hacer en general que todos estos proyectos de dominio imperial del Medio Oriente estén siendo derrotados

Arabia Saudita y sus aliados, sin embargo, han demostrado ser los traidores no sólo de sus pueblos, sino del mundo árabe e islámico, jugando un rol absolutamente contrario a éste, colocando sus recursos a disposición del régimen sionista y de Estados Unidos para promover el dominio de éstos sobre los puntos estratégicos del Medio Oriente y, al mismo tiempo y de forma activa, la normalización de los lazos con aquellos que los explotan y en especial con esta entidad anti árabe y anti islámica que es la entidad sionista. Pero hay más aún. Han traicionado también al pueblo palestino y a su lucha contra la ocupación sionista.

Pero la guerra contra China no puede parar. Es la guerra del petróleo. Y ahí está la entidad sionista, que sigue fiel a su rol de gendarme del imperialismo, a pesar de que la estrategia de utilizarla como medio para agredir y derrotar a los países del Frente de la Resistencia y obligarlos a someterse a Estados Unidos ha fallado. No importa, los norteamericanos siempre los apoyaran. Los sionistas coordinan las actividades en contra de los pueblos del Medio Oriente y en otros continentes cooperando activamente en los complots contra Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia, tratando de detener el inexorable despertar independiente y libertario de estos países los cuales han también desafiado el control imperial. Países que éste ha tratado de ahogar por medio de bloqueos ilegales, ilegítimos, que Rusia, China e Irán han contribuido a resistir trasladando sus acciones de confrontación al dominio norteamericano, también a Latinoamérica. 

El detalle está en que si bien como base terrenal del sionismo su entidad, en Km2, no es muy grande, representa al capital financiero mundial y su poder es inmenso, por lo que su lobby controla la política exterior de los Estados Unidos. El gobierno norteamericano, entonces, presionado por la entidad sionista que controla su política exterior para los países árabes y saca lascas aceleradamente de la presencia en el poder de una administración pro-sionista arrogante y soberbia - que simplemente ha demostrado no solo no tener de estadista sino ser inexperta en política, acostumbrada a la búsqueda de fortuna y sin conocimientos -, inicia nuevas gestiones para apuntalar a Israel. Y ahora regala tierras y ciudades, que no le pertenecen, al colonialismo sionista, profundizando aún más su contradicción con el pueblo palestino que resiste la ocupación y el robo de su país.

En medio de todo este panorama, e inmerso ya en la crisis generada por la pandemia del COVID-19, Estados Unidos anuncia el despliegue de una “extraña “ operación militar antidroga, a lo que sigue un frustrado intento de incursión marítima en Venezuela.

Lo real es que Estados Unidos requiere hacerse con el poder en Venezuela para controlar el mercado del petróleo y gas en el mundo, y así poder nuevamente establecer un precio que, a la vez que daña la economía rusa, no le genera pérdidas - pues la perdida deberá absorberlas el pueblo venezolano -, y no afecta las reservas yanquis y por medio del terrorismo y sus propias bases militares en Medio Oriente podría mantener la guerra terrorista contra Siria e Iraq, esta vez apoyado por Turquía, y prolongarla la mayor cantidad de años posible intentando así paralizar y bloquear el proyecto chino de la nueva ruta de la seda, al cual se han incorporado y trabajan activamente Rusia, Irán e Iraq.

Todo esto quiere decir que el gobierno de Venezuela no solo constituye un incómodo ejemplo para América Latina. Se ha transformado en el punto clave para hacer fracasar los planes globales del imperio dirigidos a dominar el mundo logrando el debilitamiento de Rusia y China. Países estos últimos que, junto a Irán, sostienen y apoyan a Venezuela, y la caída del gobierno venezolano en manos de un títere de los Estados Unidos como el autoproclamado presidente Juan Guaidó constituiría para ellos una derrota estratégica.

No es casual, entonces, que estos países esten ayudando a resurgir adecuadamente la producción petrolera venezolana. Así, Rusia y China aportan capital, instrucción militar y armas para que tenga la capacidad de resistir el embate criminal del imperio contra el pueblo de Venezuela. Imperio que espera un levantamiento popular que cada día se ve más lejano. Con ayuda rusa se reactivó un complejo refinador con capacidad para 140.000 barriles y ahora, con la ayuda de irán, se pretende recuperar toda la capacidad de producción de combustible y refinación. Irán está enviando en estos momentos ayuda de emergencia a Venezuela. Ayuda que Estados Unidos amenaza con detener, cinco super cargueros con gasolina y repuestos, además del personal que ya está en el país trabajando para reactivar dicha capacidad de producción, la que se quiere llevar nuevamente a alrededor de 1.000.000 de barriles de petróleo diario y convertirlos en 66.000.000 millones de litros de gasolina y lubricantes y otros derivados. Lo que rompería el bloqueo yanqui sobre este país latinoamericano y terminaría por hacer fracasar el plan norteamericano israelí contra Venezuela que pretenden cambiar el gobierno por uno a la medida de los planes imperiales

En Venezuela, se juega, al igual que Siria, por tanto, el destino de los planes norteamericanos. En ambos las desesperadas maniobras imperialistas de desestabilización están fracasando. El estado sionista, que depende del músculo norteamericano, va cavando su propia tumba junto al imperio. La nueva ecuación ya no tiene solo el Medio Oriente como un punto gravitante. Es este, Latinoamérica, Europa y el mundo entero, puesto que el imperio se mueve sobre arenas movedizas. Más en su desesperación por detener el rompimiento del bloqueo a Venezuela está colocando al mundo en un peligroso rumbo de colisión.


1. En los últimos años este estrecho ha vivido varios conflictos y se ha convertido en escenario de la rivalidad entre potencias regionales y mundiales que aspiran a asegurarse su control. Allí se concentran aspectos de gran importancia de la actualidad de Medio Oriente y África oriental: la guerra en Yemen, las constantes disputas y enfrentamientos en Sudán y Somalia, la confrontación entre Irán y Arabia Saudí, y es el paso obligado del petróleo y gas procedentes del Golfo Pérsico por lo que constituye un punto estratégico que atrae la presencia e influencia de diversos países sobre él.


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