El 18 de noviembre, un alto oficial de inteligencia del Cuerpo de Guardias Revolucionarios Islámicos (IRGC) fue asesinado a puñaladas en la provincia occidental iraní de Kermanshah.
Según la agencia de noticias semioficial Tasnim, el oficial, identificado como el coronel Nader Beirami, estaba a cargo del servicio de inteligencia del IRGC en la ciudad de Sahneh. Fue apuñalado en el corazón cuando intentaba proteger a un peatón de los manifestantes que se amotinaban durante un acto en conmemoración a un artista local de la ciudad.
El gobernador de Sahneh, Jahanbakhsh Zanganeh-Tabar, dijo que las fuerzas de seguridad arrestaron de inmediato a los involucrados en el apuñalamiento mortal.
En un ataque separado, dos miembros de las fuerzas de seguridad iraníes murieron en la ciudad de Bukan, en la provincia occidental de la provincia de Azerbaiyán, según la Agencia de Noticias de la República Islámica.
Las protestas han estado en curso en diferentes partes de Irán desde la muerte el 16 de septiembre de una mujer iraní-kurda de 22 años, Mahsa Amini, que estaba detenida por la policía moral del país. Las protestas dieron lugar a una ola de violencia que hasta el momento se ha cobrado la vida de decenas de civiles y personal de seguridad, según las autoridades iraníes.
Un ataque a tiros que tuvo lugar después de las protestas en la provincia suroccidental de Juzestán el 16 de noviembre cobró la vida de cinco personas e hirió al menos a otras 15. El mismo día, hombres armados mataron a tiros a dos miembros del grupo paramilitar iraní Basij en la ciudad central de Isfahan.
Los altos funcionarios de Irán han advertido repetidamente a Estados Unidos y sus aliados en Europa y Medio Oriente que no apoyen las protestas e inciten a la violencia en su territorio.
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