sábado, 2 de marzo de 2019

Golpismo y operación descaro


Por Pablo Jofré Leal
En general se define el descaro como aquella actitud de una persona o un grupo, que realizan acciones abiertamente inadecuadas y sin disimulo alguno.
En política internacional, tal definición es absolutamente consignable a la conducta llevada a cabo por personas y gobiernos que, sin pantalla alguna, en forma descarada y con ausencia de decoro y deferencia al pueblo de Venezuela y a su gobierno, se han encargado de generar una situación de desestabilización, bloqueos, sanciones, amenazas de intervención militar e incluso intentos de magnicidio con tal de llevar adelante sus objetivos políticos. Propósitos cuyos hilos son manejados desde Washington y con ramificaciones en España, Colombia y secundados por gobiernos de países comparsa como Chile, Guatemala, Brasil, Paraguay, Honduras y Argentina entre otros.
Una Operación Golpista Multimillonaria
Una realidad donde, además, instituciones de triste andar, como es el caso de la Organización de Estados Americanos (OEA), dirigida por el uruguayo Luis Almagro, se dedican a denigrar la labor que dicha organización regional debe cumplir en aras de lograr la armonía entre nuestras naciones y no acompañar el sonido de los tambores de guerra. Una OEA acompañada de un fiel escudero: el denominado Grupo de Lima, conjunto de países que se conformaron como tal tras una reunión de 14 gobiernos de derecha en la ciudad de Lima, capital de Perú en agosto del año 2017, decididos a derrocar a Maduro. El trasiego político de este grupo, cuyos fondos financieros no parecen tener límites, se ha sometido en condición de servidumbre a lo que diga y ordene Washington. Un Grupo de Lima que además vive en su seno una esquizofrenia política ya que al mismo tiempo que interviene en los asuntos internos de Venezuela, llama a la desestabilización y el golpismo declara “la transición debe ser conducida por los propios venezolanos, pacíficamente, sin uso de la fuerza, junto con llamar a todos los miembros de las fuerzas armadas a reconocer al presidente encargado Juan Guaidó como su comandante en jefe” además de esquizofrénico refleja un desdoblamiento que debe ser tratado clínicamente.
El Grupo de Lima no ha escatimado en gastos, tomando en cuenta la cantidad de veces que se han reunido y se han autoconvocado, además de tener como invitados permanentes al mundo opositor venezolano, incluyendo el último mes al diputado suplente, autoproclamado Presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, quien viaja en el avión presidencial colombiano, tiene acceso a una abundante billetera proporcionada por el gobierno estadounidense y cuyo “cuerpo diplomático” ha sido contratado por los gobiernos de los países donde ha nombrado ilegalmente a estos personajes como representantes diplomáticos de un gobierno de fantasía. Tal es el caso de la Sra. Guarequena Gutiérrez en Chile y la Sra. Elisa Trotta, ambas contratadas en dependencias del gobierno de Sebastián Piñera y de Mauricio Macri, respectivamente. Tales hechos hacen indispensable que se transparente, vía parlamentos y contralorías, cuánto dinero público se ha destinado en el proceso para desestabilizar y propiciar un Golpe de Estado contra el gobierno venezolano.
El descaro en materia de poseer fondos ilimitados para acosar a Venezuela se expresó el día sábado 23 de febrero pasado cuando el multimillonario Richard Branson – dueño de la empresa Virgin - organizó con la complicidad del gobierno de ultraderecha colombiano dirigido por Iván Duque y el beneplácito de la administración Trump, el llamado festival de Música “Venezuela Aid Live”. Fachada de una operación política, que a un costo de 70 millones de dólares estuvo destinada a generar el marco propicio para una asonada, un golpe de Estado, que fuera impulsado por un llamado al levantamiento y sedición de las Fuerzas Armadas Bolivarianas. El objetivo, explicó Branson, era recaudar decenas de millones de dólares a través de donaciones y enviarlas a Venezuela, aunque no está claro cómo, señaló la BBC de Londres.
Para el logro de los objetivos de este show mediático, celebrado en las cercanías del Puente la Tienditas, se poseían todos los ingredientes de las recetas del manual desestabilizador: camiones cargados de supuesta ayuda humanitaria, que deberían cruzar desde territorio colombiano a Venezuela. Artistas que clamaban en sus notas musicales por la “libertad de Venezuela”. Cientos de periodistas con un libreto aprendido, esperando cual aves carroñeras, que se desatara el pandemónium, corriera la sangre y el mundo exigiera una intervención militar para “salvar a Venezuela”. Es tan evidente el despropósito y la hipocresía estadounidenses y sus aliados, que el mismo gobierno que pretende ampliar un muro en la frontera con México, con relación a Venezuela, exige su gobierno abra sin más, su frontera. Permitiera la entrada de camiones sin control alguno, haciendo humo el derecho soberano que le corresponde. La orden de Washington y sus acólitos era que los camiones debían entrar a como diera lugar. Sus instrumentos desestabilizadores encabezados por Guaidó el encargado, diputados de la declarada en rebeldía Asamblea Nacional lo intentaron, se subieron a los camiones, mostraron su decisión al mundo y al primer escollo corrieron a guarecerse a sitios menos expuestos ¿Así llaman al martirio estos héroes de cartón?
La “Operación descaro” fracasó. La Fuerza Armada Nacional Bolivariana, tanto en la frontera con Brasil, como con Colombia se mantuvieron en sus puestos. Resistieron el embate de elementos paramilitares y sus disparos desde territorio colombiano. Acosados por guarimberos contratados por la oposición como se denunció ampliamente. Al margen de medio centenera de soldados que desertaron, una cifra misérrima para las expectativas opositoras, la soberanía venezolana mantuvo en alto sus banderas y su determinación “no pasarán” y no pasaron. Los cantantes españoles, voceros de Repsol y la monarquía corrupta española: Miguel Bosé, Alejandro Sanz, como el grupo mexicano Maná, el intérprete de temas misóginos Maluma, entre otros (gran parte de ellos radicados en Miami) tocaron, cobraron y se fueron no sin antes mostrarse complacientes con una intervención “de cualquier tipo”, que, por supuesto no descarta la militar, contra Venezuela. No se escuchó de estos personajes crítica alguna al pobreza reinante en Colombia, allí mismo en la región donde tocaron, no hubo mención a los 266 líderes políticos, gremiales, indígenas colombianos, asesinados por los paramilitares y la ultraderecha colombiana durante el año 2018. Tampoco hubo mención al narcoestado colombiano.
La “Operación Descaro” contó con la presencia de presidentes sudamericanos, que acompañaron a Iván Duque de Colombia, como fue el caso del mandatario del régimen chileno, Sebastián Piñera, fuertemente cuestionado por la oposición chilena por hacerse presente en un acto claramente cómplice de actividades golpistas. En todo caso, vista la trayectoria política de Piñera no resulta extraño ese apoyo intrínseco al golpismo, visto que el multimillonario presidente chileno, fue uno de los adherentes civiles de la dictadura militar de Pinochet, al que sólo parece haber abandonado cuando ya la victoria de las fuerzas opositoras era inminente. Característica que muestra el olfato para los negocios y la política que suele mover a este polémico empresario devenido primer mandatario chileno. Piñera estuvo acompañado por figuras señeras del antichavismo latinoamericano como es el caso del presidente paraguayo, Mario Abdo, y el Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro. Pero se notó la ausencia de los presidentes de Honduras, Brasil, Argentina, más hábiles a la hora de apoyar a la oposición, pero no mostrarse en un show de baja estofa.
Como corolario del concierto en el lado colombiano la guinda de la torta era ver cómo la oposición al gobierno legítimo venezolano entraría lo que ellos llaman “ayuda humanitaria” sin que degenerara dicha acción en un enfrentamiento que dejara muertos y heridos que sirviera para el solaz de las cadenas de información internacional, que apostados mayoritariamente en el lado colombiano querían ser testigos predilectos de un baño de sangre. Los camiones avanzaron por el puente y terminaron incendiados, dos de ellos, por jóvenes contratados por partidarios de Guaidó en el lado colombiano, sin poder entrar un milímetro en suelo venezolano. La impotencia de diputados opositores venezolanos era evidente, no había posibilidad de cambiar la firme determinación del gobierno y se pasó a la etapa enfrentamiento, que también fue un fracaso pues, al margen de algunos ataques a puestos militares fronterizos venezolanos, la refriega no pasó de aquellas clásicas en nuestros países. Bombas lacrimógenas, gritos, atención médica por gases y fin de la película. Músicos para Miami, asistentes al concierto tratando de volver a Venezuela en momentos que el presidente maduro declaró el rompimiento de relaciones con Colombia. Impotencia de la ultraderecha venezolana, declaraciones histéricas de la administración Trump prometiendo más sanciones, más bloqueo y no descartando el uso de fuerza militar.
El presidente Piñera, por su parte, con la cola entre las piernas tuvo que devolverse a chile para lidiar con los problemas que aquejan a este país sudamericano y que no se solucionan desestabilizando a países hermanos. El bajo crecimiento económico no es culpa de Venezuela. La crisis en el sistema sanitario, los incendios forestales, inundaciones y otros fenómenos naturales deben ser atendidos y solucionados, al igual que la corrupción de los cuerpos armados que tiene a un ex Comandante en jefe del ejército procesado por robos reiterados. Chile y su casta política, mayoritariamente se ha situado permanentemente contra el chavismo. El ex Presidente Ricardo lagos fue el primero en reconocer a Pedro Carmona “El Breve” cuando dieron el Golpe de Estado contra Chávez el año 2002. La democracia Cristiana chilena, una parte del partido Socialista chileno y las fuerzas de la derecha han sido parte del apoyo a las fuerzas golpistas venezolanas. Como también ha sido obsequioso el novel Frente Amplio, cruzado por contradicciones que lo tienen en un segundo plano en el marco político nacional.
Estados Unidos, que día a día intensifica las acciones desestabilizadoras contra Venezuela, ha anunciado más sanciones contra el país sudamericano. El reconocido halcón estadounidense Elliott Abrams, nombrado por Trump como enviado especial de la Casa Blanca para Venezuela, sostuvo que su país impondrá sanciones adicionales contra el pueblo venezolano entre esta semana y la siguiente como medida de presión contra el Gobierno del presidente Nicolás Maduro. Esta noticia se da en el marco de los deseos de Washington que el Consejo de Seguridad de la ONU, adopte una resolución que obligue a Venezuela a permitir la entrada de lo que Washington y la oposición que patrocina llaman “ayuda humanitaria” y que el gobierno de Maduro califica más acertadamente, como un caballo de Troya.
Guaidó y el Martirologio
Abrams, ante medios de prensa señaló el martes 27 de febrero que “Estados Unidos no se encuentra realizando preparativos de una intervención militar en Venezuela, pero todas las alternativas son posibles en lo que respecta a cambiar el Gobierno del país sudamericano. El presidente Trump ha dicho que todas las opciones están sobre la mesa” esto, en respuesta a la noticia emanada de Moscú, por el secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Nikolái Pátrushev, quien afirmó que EE.UU. se encuentra desplegando sus fuerzas especiales en Puerto Rico como parte de los movimientos destinados a provocar el derrocamiento de Maduro. El Consejo de Seguridad se reunió estos días y evidenció la división existente en torno a la situación venezolana. Estados Unidos y sus incondicionales apoyando al diputado suplente y autoproclamado presidente encargado Juan Guaidó. China, Rusia, Irán, India, México entre otros dando cuenta de su rechazo a la política de desestabilización y golpismo contra el gobierno legítimo de Venezuela.
El canciller venezolano Jorge Arreaza de Venezuela ha condenado la política de desestabilización contra su país, los atentados permanentes, el bloqueo, sanciones y una conducta que ha significado miles de millones de dólares en pérdidas contra el pueblo venezolano. Arreaza sostuvo con vehemencia que se debe respetar el derecho internacional. Por su parte, el representante de Rusia ante el Consejo de Seguridad de la ONU, Vasili Nebenzia, aseguró que “hoy no deberíamos discutir la situación en Venezuela sino la situación en torno a Venezuela, y advirtió que “en Latinoamérica ha surgido un impostor, quien dice ser presidente de un país y unos minutos después fue reconocido por Estados Unidos, algunos países de Europa y países latinoamericanos que primero dudaron y luego reconocieron a este individuo como presidente”. Nebenzia precisó que “ningún jurista que se respete apoyaría esta violación de la ley, esta burla”.
La Operación Descaro fue un completo fracaso, pero ello no debe descuidar al gobierno venezolano, debe estar más alerta que nunca en sus fronteras, alentando la lucha diplomática, política, comunicacional. Denunciar el robo al que está siendo sometido por parte de Estados unidos, Gran Bretaña, España que han congelado los activos que le pertenecen al pueblo venezolano. Estamos siendo testigos de una violación del derecho internacional por parte de Estados Unidos y sus socios, estamos en presencia de un Golpe de Estado que ha fracasado porque el pueblo venezolano no acepta que sean los marines o mercenarios intervengan en los asuntos internos de su país. Somos testigos de una gesta heroica del pueblo venezolano que resiste los embates de su vecino, entregado en cuerpo y alma a los deseos de Washington. De un gobierno chileno que desea ser parte de la banda principal de la asociación delictiva llamada Grupo de Lima.
El gobierno de Venezuela debe actuar con cautela, las sombras detrás del proceso de desestabilización de su gobierno son poderosas. Los intereses por las riquezas venezolanas han desplegado sus alas y no desean detenerse. Estados Unidos y sus socios europeos, Colombia, Brasil quieren parte de su tajada en la meta de fragmentar Venezuela y robar su petróleo, el coltán, el oro, tener acceso a su importante ubicación geoestratégica, impedir la presencia de inversiones rusas y chinas, dejarla como lo que ha querido siempre Estados Unidos. Un patio trasero. Y en ese norte Juan Guaidó es simplemente una pieza más, un títere sin importancia, desechable.
Y tan prescindible es que se puede generar una situación tal que posibilite el asesinato de este diputado suplente, que por definición de Washington y sus amigos pasó al primer plano autoproclamándose como presidente encargado. No es casual que esta última semana las informaciones y entrevistas concedidas por el autoproclamado Guaidó signen la pregunta respecto a un posible atentado. Guaidó es desechable y ello signa el peligro que pueda ser eliminado físicamente, en una operación de falsa bandera destinada a culpar al gobierno venezolano, al presidente Maduro o los colectivos chavistas. Sus viajes clandestinos entre Colombia y Venezuela, sus salidas al extranjero a pesar de la prohibición pueden generar el marco preciso de su aniquilación, ya que el llanto y la emoción suelen nublar la razón y el análisis profundo. Para Washington y los poderes detrás del golpismo contra Venezuela, todo vale y el martirologio puede llevar apellido Guaidó.

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