Israel nunca ha respetado los altos el fuego ni en Gaza ni en Líbano, razón por la cual Irán se mantiene plenamente preparado ante eventuales nuevas agresiones.
Por: Mohammad Molaei *
La experiencia demuestra que el régimen sionista nunca ha respetado los acuerdos de alto el fuego, ni en Gaza ni en el Líbano. Por tanto, Irán permanece plenamente preparado ante la posibilidad de que el régimen vuelva a incurrir en temerarias aventuras militares tras declarar unilateralmente una tregua.
La reciente llegada de aviones de carga militar desde Estados Unidos y otros aliados a los territorios ocupados es un indicio claro de movimientos sospechosos. Aunque la información detallada sobre los contratos militares israelíes posteriores a la guerra de agresión de 12 días contra Irán es confidencial, informes fidedignos revelan algunos detalles de estos preparativos.
Según dichos informes, Estados Unidos ha enviado sistemas de defensa antimisiles valorados en cientos de millones de dólares para reforzar la defensa aérea israelí, debilitada tras el reciente conflicto.
Además, el Departamento del Tesoro estadounidense ha aprobado la venta de municiones por valor de 510 millones de dólares a Israel, que incluye 3840 kits de guiado para bombas perforantes de 2000 libras (BLU-109) y 3280 kits de guiado satelital para bombas de 500 libras (MK82).
El contrato contempla soporte logístico, técnico e ingenieril, con Boeing como contratista principal. La rápida transferencia de parte de este material desde los arsenales militares estadounidenses hacia Israel evidencia la urgente necesidad de la Fuerza Aérea israelí de reforzar sus capacidades.
Adicionalmente, se ha reportado un aumento en los ejercicios militares conjuntos israelí-estadounidenses y el despliegue de avanzados sistemas radar en los territorios ocupados, señalando una preparación para una posible nueva confrontación con la República Islámica.
Las prácticas de simulación de ataques aéreos contra objetivos distantes, el despliegue de radares AN/TPY-2 conectados al sistema THAAD, y el reforzamiento de bases militares en los territorios ocupados corroboran esta tendencia, no solo para restaurar capacidades tras la guerra de 12 días, sino también en previsión de operaciones ofensivas.
El 13 de junio de 2025, el régimen israelí lanzó una agresión militar ilegal y sin provocación sobre Irán, atacando instalaciones militares y nucleares, y asesinando a numerosos altos mandos militares, científicos nucleares y civiles.
En las primeras horas, el ministro de guerra israelí, Israel Katz, declaró estado de emergencia en los territorios ocupados, anticipando una pronta respuesta militar iraní.
Horas después, Irán respondió enviando drones suicidas hacia los territorios ocupados, diseñados para contrarrestar sistemas defensivos israelíes, especialmente la Cúpula de Hierro, y facilitar la reconfiguración parcial de sus defensas aéreas.
Posteriormente, inició la primera oleada de ataques con misiles en la operación “Verdadera Promesa 3”, lanzando misiles balísticos e hipersónicos desde bases en Teherán, Isfahán, Kermanshah, Shiraz y Tabriz.
Durante los 12 días de guerra impuesta, Irán disparó más de 500 misiles balísticos, de crucero e hipersónicos en 22 oleadas operativas, incluyendo misiles de precisión como “Emad”, maniobrables como “Jeybar Shekan”, de alcance medio como “Hach Qasem” y, por primera vez, el “Seyyil” con alcance de 2000 km y velocidad hipersónica. Estos ataques impactaron profundamente la infraestructura militar e industrial israelí.
Impacto de la respuesta iraní
Los ataques retaliatorios impactaron la refinería Bazan en la bahía de Haifa, que producía 200 000 barriles diarios y suministraba más del 60 % del combustible israelí, causando incendios extensos, destrucción de oleoductos y paralización total. Bazan anunció que la reanudación normal no será posible antes de octubre de 2025 debido a la necesidad de reparaciones mayores.
El régimen tuvo que importar hasta 110 000 barriles diarios, generando un gasto estimado de 8 millones de dólares diarios, mientras que la preocupación global por un posible cierre del estrecho de Ormuz elevó los precios internacionales del petróleo en un 12 %, afectando a los mercados energéticos de Europa y Asia.
La planta eléctrica de Haifa (1020 MW, 7-8% del suministro nacional) sufrió ataques con misiles, provocando apagones en el norte. La plataforma de gas Leviatán, que genera el 40 % de la electricidad israelí, fue dañada en su infraestructura, reduciendo la producción en un 30 % y causando cortes intermitentes en Haifa, Tel Aviv y alrededores.
Como respuesta, Israel incrementó la participación de energía solar de un 10 % a un 40 %, pero sanciones y tensiones regionales retrasaron proyectos hasta dos años, con un costo anual estimado de 300 millones de dólares, erosionando la confianza inversora extranjera.
En cuanto a pérdidas humanas y materiales, aunque la censura impide conocer cifras exactas, medios hebreos como Haaretz y Yedioth Ahronoth reportaron daños en 32 000 estructuras en Tel Aviv, Haifa, Bat Yam y Petah Tikva, en su mayoría instalaciones militar-industriales en zonas residenciales.
Las afirmaciones israelíes de que solo 34 de 500 misiles iraníes penetraron sus defensas resultan incongruentes con la magnitud del daño, pues implicaría un promedio de 941 viviendas afectadas por misil, una cifra insostenible dadas la dispersión geográfica y la capacidad destructiva. Esta contradicción generó críticas internas.
Fracaso de las defensas aéreas israelíes
Desde el punto de vista psicológico y político, la incapacidad de sistemas avanzados como Cúpula de Hierro, Honda de David y Arrow 3 para interceptar misiles hipersónicos iraníes minó la imagen militar israelí. La crítica interna se intensificó contra el gabinete de guerra de Netanyahu.
Estos ataques provocaron la migración temporal de 50 000 personas del norte hacia zonas centrales y del sur, aumentando la ansiedad pública y la desconfianza en las instituciones.
Los ataques a puerto de Haifa, principal puerto comercial, interrumpieron cadenas de suministro esenciales, elevando precios de alimentos y medicinas un 15 %, aumentando la presión económica en los hogares.
Finalmente, Irán, con 22 oleadas de ataques coordinados y apoyados por inteligencia satelital y redes de espionaje, impuso costos militares, económicos y psicológicos sin precedentes al régimen sionista.
El alto el fuego unilateral declarado por EE.UU. en nombre de Israel el 24 de junio de 2025 evidenció la incapacidad de prolongar la agresión más allá de 12 días, fortaleciendo el poder disuasorio iraní y reconfigurando el equilibrio geopolítico regional.
La experiencia indica que, ante cualquier violación del alto el fuego por parte del régimen israelí y nuevos ataques, las Fuerzas Armadas de la República Islámica, especialmente el Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI), disponen de múltiples opciones, combinando capacidades avanzadas y estrategias modernas, para infligir daños severos a la infraestructura israelí y alterar sustancialmente el equilibrio regional.
El análisis de imágenes de los impulsores de misiles lanzados durante la guerra muestra que en los primeros tres días (13 a 25 de junio de 2025) el CGRI empleó misiles de combustible sólido avanzados, reservando deliberadamente misiles de combustible líquido con tecnología más antigua para etapas posteriores.
Esta estrategia refleja la conservación de armamento moderno para fases críticas, especialmente ante eventuales ataques israelíes a infraestructuras clave como refinerías en Juzestán o centrales eléctricas.
Ataques previos iraníes a la refinería Bazan demostraron la vulnerabilidad de la infraestructura energética tradicional israelí. Por ello, en caso de reanudación del conflicto, Irán probablemente apuntará a infraestructuras alternativas israelíes, como los parques solares en el desierto del Néguev y regiones centrales.
Estas instalaciones, debido a su dispersión, dependencia de equipos importados y ausencia de sistemas defensivos eficaces, constituyen blancos vulnerables. Su destrucción podría ocasionar apagones generalizados y aumentar la presión psicológica y económica sobre la sociedad asentada israelí.
La comparación entre las operaciones “Promesa Verdadera 1 y 2” con la “Promesa Verdadera 3” revela avances significativos en la precisión misilística iraní. El empleo de misiles hipersónicos como “Sejjil” y “Kheybar Shekan”, con precisión milimétrica y velocidades superiores a Mach 5, ha vuelto ineficaces los sistemas avanzados israelíes —Cúpula de Hierro, Honda de David y Arrow 3— frente a ataques simultáneos y en múltiples capas.
Sorpresas venideras para el enemigo
Este progreso faculta a Irán, en caso de escalada, a desplegar los misiles de combustible sólido reservados para infligir daños devastadores a la infraestructura crítica israelí, especialmente refinerías restantes, tanques de amoníaco en Haifa y plataformas gasíferas offshore como Leviatán y Tamar.
Además de misiles, Irán puede emplear drones avanzados como “Shahed-149” y “Arash-2”, con alcance superior a 2000 km y capacidad para portar cargas bélicas pesadas. Estos drones vuelan a baja altitud y por rutas no convencionales para evadir radares israelíes, posibilitando ataques contra centros de mando, bases aéreas de Nevatim y Ramón e incluso la instalación nuclear de Dimona.
Asimismo, fuentes regionales indican que Irán probablemente combine capacidades cibernéticas con ataques físicos. Ciberataques a redes eléctricas, comunicaciones y sistemas bancarios podrían multiplicar la efectividad de los ataques misilísticos y desarticular en profundidad la infraestructura israelí. Anteriormente, ciberataques atribuidos a Irán causaron fallos en sistemas bancarios y digitales israelíes.
Dentro de esta estrategia, Irán puede movilizar el Eje de la Resistencia, especialmente Hezbolá en el Líbano, para lanzar ataques con misiles y cohetes desde el frente norte. Esto obligaría al régimen sionista a dispersar sus recursos defensivos en múltiples frentes, disminuyendo la eficacia general de sus sistemas.
Hezbolá, con un arsenal que supera los 150 000 cohetes y misiles, puede alcanzar Haifa, Acre y otras ciudades del norte, mientras Irán ataca Tel Aviv y Al-Quds ocupada desde su propio territorio.
Esta estrategia multifacética —combinar misiles de combustible sólido, drones ofensivos, ciberataques y operaciones proxy— enreda al régimen sionista en una guerra de desgaste. La interrupción simultánea de infraestructuras energéticas, económicas y militares minará la confianza pública en el gabinete de Netanyahu.
Adicionalmente, si continúan los ataques israelíes, Irán podría emplear sus capacidades espaciales, como los satélites Nur-2 y Nur-3, para obtener inteligencia en tiempo real y con alta precisión sobre movimientos militares israelíes, facilitando respuestas rápidas y certeras basadas en datos reales.
En caso de violación del alto el fuego y nuevos ataques israelíes, China —socio estratégico clave de Irán— podría desempeñar un papel crucial fortaleciendo la capacidad disuasiva iraní mediante el suministro de armamento avanzado.
Entre estas armas figuran sistemas antiaéreos de largo alcance, tecnologías microondas antidrone, sistemas de guerra electrónica y drones y misiles avanzados.
China, principal comprador del petróleo exportado por Irán e inversor en proyectos clave como el Corredor Norte-Sur, ha ampliado su cooperación militar con Irán en los últimos años, haciendo probable el suministro de armas estratégicas en caso de guerra total.
Un arma crucial que China podría proveer es el sistema antiaéreo HQ-9, comparable al ruso S-300, con alcance de 200 km y capacidad para neutralizar simultáneamente hasta 12 objetivos —aviones de combate, misiles de crucero y balísticos de corto alcance— mejorando sustancialmente la defensa aérea iraní frente a ataques israelíes. Su radar HT-233 detecta objetivos a 300 km y neutraliza amenazas multilayer en tiempo real.
Además, sistemas microondas anticuadricópteros como el LD-2000, diseñados en China, emplean ondas potentes para neutralizar drones ligeros de reconocimiento como Hermes 450 y Heron TP en un radio de 5 km, aumentando la seguridad de bases misilísticas en zonas montañosas y contrarrestando amenazas israelíes de reconocimiento y ataque.
China también podría suministrar sistemas avanzados de guerra electrónica, como el Type 928D, capaces de bloquear radares enemigos —como el AN/TPY-2 israelí— y sistemas de bombas guiadas por satélite (JDAM), reduciendo drásticamente la precisión de ataques israelíes sobre infraestructuras iraníes y proporcionando a Irán margen para respuestas efectivas.
Entre otros armamentos, China podría proveer drones avanzados como el CH-5 Rainbow, con alcance de 6500 km, capacidad para cargar una tonelada de municiones y autonomía de 60 horas, altamente efectivos para operaciones de reconocimiento y ofensivas contra objetivos sensibles en territorios ocupados, incluyendo bases aéreas, infraestructuras energéticas y centros de mando. Equipados con guiado láser e inteligencia artificial, estos drones pueden ejecutar ataques de precisión saturando y sobrecargando defensas israelíes.
La combinación de estos sistemas con misiles avanzados y operaciones cibernéticas planteará al régimen sionista un desafío multidimensional y de desgaste. El HQ-9 fortalece la defensa activa iraní, generando espacio para contraataques focalizados; los sistemas antidrone aseguran bases; y la guerra electrónica perturba la navegación enemiga, facilitando ataques retaliatorios precisos.
Estrecho de Ormuz: una carta clave
Junto a estas capacidades, la República Islámica de Irán posee una palanca geopolítica crítica: el estrecho de Ormuz. Esta vía estratégica, por la que circulan diariamente cerca de 20 millones de barriles —aproximadamente el 20 % del petróleo mundial comercializado—, representa una carta poderosa para Irán. En caso de escalada, podría constituir un punto de presión significativo para sacudir los mercados energéticos globales.
Tras los ataques iniciales israelíes del 13 de junio de 2025, Irán cargó minas navales en el Golfo Pérsico y se preparó para minar el estrecho de Ormuz. Aunque esta medida aún no se ha ejecutado, evidencia la voluntad de Teherán de emplear herramientas geopolíticas para responder a futuras agresiones.
Con apenas 33 km en su punto más estrecho, el estrecho es vital para el transporte de petróleo crudo y gas licuado de países miembros de la OPEP como Irán, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait e Irak. Cualquier interrupción —minado o captura de petroleros— podría elevar los precios del petróleo de $74 a entre $120 y $150 por barril, o hasta $400 en escenarios extremos. Bancos como JPMorgan y Citibank advierten que un alza así podría aumentar la inflación global hasta 2%, y en EE.UU. hasta un 18 %.
Esta crisis energética impactaría las economías dependientes de importaciones, incluyendo EE.UU., China, India, Japón y Europa. En Europa, la gasolina podría superar los €2.5/litro, causando apagones y caída de producción en industrias clave alemanas e italianas. En EE.UU., los costos energéticos y de transporte aumentarían, afectando los mercados bursátiles y disparando la inflación al consumidor.
Irán posee más de 5000 minas navales, especialmente magnéticas y sensibles a la presión, que puede desplegar rápidamente mediante lanchas rápidas y submarinos clase Qadir y Fateh, convirtiendo el estrecho en un cuello de botella económico global.
Esta medida, sumada a ataques misilísticos contra infraestructuras energéticas israelíes, presionaría económicamente a EE.UU. y debilitaría su capacidad diplomática para apoyar incondicionalmente a Israel.
Un arsenal completo de sorpresas
En suma, las potenciales sorpresas iraníes ante una violación del alto el fuego no se limitan a armas más precisas y veloces; reflejan una estrategia integral y multidimensional que combina herramientas militares, de inteligencia, cibernéticas, proxy y geopolíticas para ejercer presión sin precedentes sobre el régimen sionista y alterar el equilibrio regional a favor de Irán.
Entre otras sorpresas potenciales figuran operaciones especiales y misiones de campo dentro del territorio enemigo. Fuentes de inteligencia señalan la disposición de la Fuerza Quds del CGRI para sabotajes contra instalaciones israelíes críticas, incluyendo líneas eléctricas, depósitos de municiones e infraestructuras cibernéticas.
Estas operaciones podrían coordinarse con ataques con misiles y drones para incrementar la presión y provocar disrupciones masivas en el mando y control militar israelí. Ante reportes no confirmados de infiltraciones cerca de Haifa y Tel Aviv, es probable que en una guerra renovada estas capacidades se usen como armas inesperadas y sorprendentes.
Junto a estas acciones directas, Irán podría contar con apoyos inesperados de grupos y redes regionales que aún no han intervenido directamente en este conflicto. Por ejemplo, algunos analistas de seguridad consideran que, en caso de un nuevo ataque del régimen sionista contra Irán, grupos en Jordania, en Cisjordania ocupada, e incluso en el sur de Siria y el desierto del Sinaí podrían, de forma espontánea o con respaldo de inteligencia iraní, atacar rutas logísticas y bases militares israelíes.
Esto abriría nuevos frentes heterogéneos contra Israel y duplicaría la necesidad del régimen de dispersar sus fuerzas. Estos apoyos informales, junto con las capacidades directas e indirectas de Irán, podrían conformar una estrategia de “asedio en múltiples capas” contra el régimen sionista, que no solo emplea poder de fuego sino también infiltración y movilización regional.
En síntesis, si el régimen sionista viola el alto el fuego y reanuda ataques contra territorio iraní, enfrentará no solo una respuesta masiva con misiles y drones, sino también un conjunto de sorpresas estratégicas que incluyen operaciones especiales en profundidad en territorios ocupados, ciberataques, uso de capacidades espaciales, activación del Eje de la Resistencia e incluso la utilización de herramientas geopolíticas como el estrecho de Ormuz.
La combinación de estos elementos, con posible apoyo militar de potencias como China y la movilización de redes regionales ocultas, podría configurar una ecuación compleja y multidimensional de la disuasión activa iraní frente a la agresión israelí — una ecuación que no solo altera el equilibrio regional de poder a favor de Teherán, sino que además envía un mensaje claro a todos los actores regionales y extrarregionales: Irán no solo está plenamente preparado para defenderse, sino que también es capaz de hacer insoportable el costo de cualquier agresión para sus enemigos.
* Mohammad Molaei es analista de asuntos militares con base en Teherán.
Texto recogido de un artículo publicado en PressTV.
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