martes, 10 de mayo de 2022

CRECEN LAS TENSIONES (18)‎ Ucrania, Canadá y los banderistas

por Thierry Meyssan

En artículos anteriores de esta serie, ya vimos como los banderistas –colaboradores ‎ucranianos de los peores crímenes perpetrados por los nazis en Ucrania y en Polonia–‎ lograron alcanzar el poder en Kiev. Hoy veremos cómo, a lo largo de 80 años, ‎inmigrantes ucranianos banderistas se incrustaron en el Partido Liberal canadiense, ‎al extremo de lograr poner a uno de los suyos en el segundo puesto más importante en el gobierno del actual primer ministro, Justin Trudeau.‎

El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, acudió a la sede del Parlamento canadiense ‎especialmente para presentar a los diputados el discurso del presidente ucraniano Volodimir ‎Zelenski. Con 39 millones de habitantes, Canadá cuenta 1,4 millones de ciudadanos de origen ‎ucraniano, que representan un 3 o un 4% de los electores. Las organizaciones banderistas ‎disponen de gran influencia sobre ese sector de la población y le inculcan su ideología racista.‎


Este artículo da continuación a los trabajos
1. «Rusia quiere obligar Estados Unidos a respetar ‎la Carta de la ONU», 4 de enero de 2022.‎
2. «Washington prosigue en Kazajastán el plan de la ‎RAND Corporation, que ya continúa ‎en ‎Transnistria», 11 de enero de 2022.
3. «Washington se niega a escuchar a Rusia y ‎a China‎», 18 de enero de 2022.‎
4. «La increíble sordera de Washington y Londres», ‎1º‎ de febrero de 2022.‎
5. «Washington y Londres tratan de mantener su ‎dominación sobre Europa», ‎8 de febrero de 2022.‎
6. «Dos interpretaciones sobre la cuestión de Ucrania», 16 de febrero de 2022.‎
7. «Washington hace sonar el clarín pero sus aliados retroceden», 22 de febrero de 2022.‎
8. «Vladimir Putin en guerra contra los “straussianos”», 5 de marzo de 2022.‎
9. «“Banda de drogadictos y de neonazis”», ‎‎6 de marzo de 2022.‎
10. «Estupor de Israel ante los neonazis ucranianos», 9 de marzo de 2022.‎
11. «Ucrania, otra gran manipulación», 22 ‎de marzo de 2022.
12. «El Nuevo Orden Mundial que nos preparan con el pretexto de la guerra en Ucrania», 29 de marzo de 2022.
13. «Propaganda de guerra bajo una nueva forma», 5 de abril de 2022.
14. «La alianza entre el MI6, la CIA y los banderistas», 12 de abril de 2022.
15. «El fin de la dominación occidental», 19 de abril de 2022.
16. «Ucrania y la Segunda Guerra Mundial como ‎conflicto inconcluso», 26 de abril de 2022.
17. «La esperanza de Washington: prolongar la guerra ‎en Ucrania para recobrar su estatus de ‎hiperpotencia», 3 de mayo de 2022.

Los primeros extranjeros que llegaron a Ucrania para luchar contra las fuerzas rusas, en febrero ‎de 2022, eran canadienses. El primer oficial extranjero arrestado en Ucrania por los soldados ‎rusos –el 3 de mayo– fue un general canadiense. Esos dos hechos indican que, a pesar de su ‎situación geográfica, considerablemente alejada de Ucrania –a más de 6 000 kilómetros–, Canadá ‎está muy implicado en el actual conflicto. ‎

En este artículo mostraré como, desde el inicio de la Segunda Guerra Mundial, todos ‎los gobiernos liberales canadienses respaldaron a los banderistas ucranianos. Durante aquel ‎conflicto, esos gobiernos canadienses “apostaban a dos caballos” –luchando públicamente ‎contra los nazis mientras que seguían apoyando a los banderistas, quienes a su vez colaboraban con ‎los nazis. Peor aún, el actual primer ministro liberal de Canadá, Justin Trudeau, tiene como ‎viceprimer ministro a Chrystia Freeland, nieta de un conocido propagandista banderista cuyos ‎pasos ella misma siguió desde muy joyen. ‎

Las conexiones entre la CIA estadounidense y los nazis caracterizaron el periodo de la ‎guerra fría, sólo salieron a la luz en 1975, con el trabajo de las comisiones del Congreso ‎encabezadas por Pike, Church y Rockfeller, y no terminaron hasta el mandato del presidente ‎James Carter.

Pero, en Canadá, los vínculos del Partido Liberal con los banderistas ucranianos ‎aún se mantienen, al extremo que –fuera del caso de Ucrania– Canadá es el único país del ‎mundo que tiene actualmente un ministro banderista, quien además ocupa el segundo puesto más ‎importante en la jerarquía gubernamental canadiense. ‎

En 1937, el primer ministro de Canadá, William King, viaja a Berlín. Aquí ‎lo vemos a la salida de su encuentro con el Fuhrer Adolf Hitler, a quien comparó con Juana ‎de Arco, viéndolo como un “libertador de su pueblo”.‎

En 1940, o sea estando el Reino Unido en guerra pero con Estados Unidos todavía fuera del ‎conflicto, el gobierno del primer ministro liberal canadiense William King creó el Ukrainian-‎Canadian Congress (UCC) para apoyar a los inmigrantes ucranianos antibolcheviques frente a los ‎ucranianos prosoviéticos reunidos en la Association of United Ukrainian-Canadians (AUUC) y también ‎contra los judíos del Canadian Jewish Congress (CJC). El gobierno canadiense procedió entonces ‎al cierre de bibliotecas prosoviéticas y de sinagogas.‎

Es importante saber que el Partido Liberal de Canadá no fue creado para promover el ‎individualismo frente a las ideas conservadoras sino en contra del ideal republicano [1].‎

Durante la Segunda Guerra Mundial, el primer ministro liberal William King (William Lyon ‎Mackenzie King), quien gozaba de gran apoyo entre los electores, fue intensamente abucheado ‎por los soldados canadienses cuando los visitó en Europa. El Partido Liberal de Canadá siempre ‎ha defendido posiciones antirrusas, posiciones que hasta 1991 presentaba como antisoviéticas, y ‎siempre interpretó el cristianismo como obligatoriamente contrario al judaísmo. ‎

Al final de la Segunda Guerra Mundial, Canadá fue el principal refugio de los fugitivos banderistas –‎que habían colaborado con la ocupación nazi– y de los nazis originarios de las repúblicas bálticas. ‎Entre los más de 35 000 inmigrantes ucranianos vinculados a los banderistas que llegaron ‎entonces a Canadá estaban Volodimir Kubijovyc y Mykhailo Khomiak –quien ya en Canadá se hizo ‎llamar «Michael Chomiak»–, editores de Krakivs’ki Visti, el diario nazi más importante de ‎Europa Central. ‎

Michael Chomiak junto a varios dignatarios nazis.‎ En el ángulo inferior derecho de esta foto se ve, en primer plano, a Joseph Goebbels, el ministro de la Propaganda de Hitler.‎

Michael Chomiak, quien había trabajado directamente bajo las órdenes de Goebbels, el ministro ‎de la Propaganda de Hitler, nunca renegó de su pasado como colaborador de los nazis. Y fue ‎este individuo quien educó a su nieta, Chrystia Freeland, la hoy viceprimer ministro de Canadá. ‎

Lejos de condenar los crímenes de los banderistas, Chrystia Freeland debutó en el periodismo, a ‎los 18 años, trabajando para la Encyclopedia of Ukraine redactada por el ya mencionado ‎Volodimir Kubijovyc y hoy disponible en internet. ‎Chrystia Freeland trabajó después en el diario de los banderistas canadienses, The Ukrainian ‎News, y en The Ukrainian Weekly, publicación de los banderistas estadounidenses, vinculados al Bloque Antibolchevique de Naciones (ABN) y a la CIA. Durante los últimos años de la URSS, ‎Chrystia Freeland viajó a ese país. Dirigiéndose al gobierno canadiense, las autoridades ‎soviéticas investigaron su historial de respaldo a los banderistas y prohibieron a Chrystia Freeland ‎regresar a la Unión Soviética. Sin embargo, después de la disolución de la URSS, Chrystia Freeland ‎se convirtió en jefa de la oficina del Financial Times en Moscú. Más tarde pasó a ser redactora-‎jefe adjunta del Globe and Mail y redactora-jefe de Thomson Reuters Digital.‎


En sus artículos y libros [2], Chrystia Freeland se apropia de ‎dos temas heredados de su abuelo banderista Michael Chomiak:
Critica a los ultra-ricos mencionando casi exclusivamente los casos de judíos y
se aferra prácticamente a cualquier cosa para criticar duramente la URSS, arremetiendo después ‎contra Rusia. ‎

Hay que recordar que el fascismo fue una respuesta a la crisis económica de 1929. Esa respuesta ‎proponía una alianza nacionalista de clase por corporación. Los nazis y los banderistas agregaron ‎a aquella respuesta una terrible dimensión racial. Al arremeter contra los súper ricos, Chrystia ‎Freeland aborda, con toda razón, el principal problema de hoy. Actualmente, la finanza es ‎lo único que aporta ganancias mientras que la producción está en crisis. Pero Chrystia Freeland ‎se desvía insidiosamente hacia una lectura racial del problema al señalar que la proporción de ‎judíos entre los súper ricos es mucho más importante que en el resto de la población y dejando ‎entrever que esa correlación es significativa. ‎

En 1991, el diputado liberal canadiense de origen polaco-ucraniano Borys Wrzesnewskyj lanza una ‎iniciativa para que Canadá sea el primer país del mundo en reconocer la independencia ‎de Ucrania. Utilizando la fortuna de su familia –propietaria de las panaderías Future Bakery–, ‎Borys Wrzesnewskyj crea un servicio destinado a proporcionar “información” sobre Ucrania a los ‎miembros del parlamento canadiense. Wrzesnewskyj financia también la creación de archivos, por los ya mencionados Volodimir Kubijovyc y “Michael Chomiak” –el abuelo de Chrystia Freeland– quienes ‎recopilan documentos sobre los nacionalistas ucranianos en la Segunda Guerra Mundial. Pero la ‎‎Encyclopedia of Ukraine no es un trabajo científico sino un esfuerzo por rehabilitar a los ‎banderistas colaboradores de los nazis y una verdadera falsificación de la historia. Utilizando ‎nuevamente las relaciones de su familia, Borys Wrzesnewskyj introduce a Viktor Yushchenko, ‎futuro presidente de Ucrania, en el mundo de la política en Canadá. ‎

En 1994, el primer ministro liberal Jean Chretien negocia un Tratado de Amistad y Cooperación entre Canadá y Ucrania y, en 1996, ya incluso propone que Ucrania se convierta en miembro de la OTAN. ‎

En enero de 2004, el gobierno de Canadá, encabezado otra vez por un primer ministro liberal, ‎Paul Martin, colabora con Washington en el montaje de la llamada «revolución naranja». ‎En Kiev, el embajador de Canadá, Andrew Robinson, organiza reuniones de sus colegas de ‎‎28 países para poner en el poder a Viktor Yushchenko. El objetivo era torpedear la política del ‎presidente Leonid Kuchma, quien había aceptado el gas ruso en vez de favorecer los trabajos de ‎prospección de Estados Unidos en el Mar Caspio [3].‎

El embajador de Canadá financia además el sondeo del Centro Ucraniano de Estudios Económicos ‎y Políticos Oleksandr Razumkov, sondeo que afirmará que la elección presidencial ucraniana ‎estaba “arreglada”. Canadá subvenciona también, con 30 000 dólares, la asociación Pora!, encabezada por el ‎estratega de la OTAN Gene Sharp [4].‎

Basándose únicamente en el sondeo del Centro Razumkov, la asociación Pora! organiza ‎manifestaciones callejeras en Ucrania, se anula la elección presidencial y se organiza una nueva. ‎Canadá dedica entonces 3 millones de dólares al envío de 500 “observadores” que ‎se encargarán de “seguir” la nueva elección. Esta tendrá como ganador al perdedor de la elección ‎anulada, Viktor Yushchenko. Al montar su equipo de gobierno, Yushchenko nombra consejero ‎especial a Vladislav Kaskiv, líder de Pora! y empleado del magnate George Soros. ¿Y quién será su ‎ministro de Defensa? Anatoliy Gritsenko, un militar formado en Estados Unidos y además ‎presidente del Centro Razumkov.‎

El diputado liberal canadiense Borys Wrzesnewskyj estuvo especialmente activo durante la ‎‎«revolución naranja». Su hermana, Ruslana, era amiga íntima de la esposa de Yushchenko y ‎Borys Wrzesnewskyj invirtió al menos un cuarto de millón de dólares canadienses para incentivar ‎el movimiento favorable a Yushchenko, además de utilizar su apartamento en el centro de Kiev ‎para coordinar las manifestaciones entre la elección presidencial anulada y la nueva elección. ‎Los manifestantes movilizados por Pora! incluso coreaban «¡Canadá!» y agitaban banderas de ‎ese país. ‎

Chrystia Freeland inició su carrera política en 2013, en el Partido Liberal. Fue electa diputada de ‎Toronto. En 2014, apoyó la llamada «revolución de la dignidad», o sea el putsch banderista de ‎la Plaza Maidan, también llamado EuroMaidan, y se reunió con sus protagonistas. ‎Posteriormente, Chrystia Freeland se pronunció contra la independencia de Crimea y se reunió ‎con el líder tártaro Mustafá Yemilev, conocido como espía de Estados Unidos en tiempos de la ‎guerra fría. Finalmente, el presidente ruso Vladimir Putin prohibió la entrada de Chrystia Freeland ‎en Rusia. ‎

En 2015, el primer ministro liberal Justin Trudeau nombró a Chrystia Freeland ministro de Comercio ‎Exterior, en 2017 la nombró ministro de Exteriores, en 2019 la ascendió a ministro de Asuntos ‎Intergubernamentales, con rango de viceprimer ministro y posteriormente, en 2020, puso en ‎sus manos el ministerio de Finanzas. ‎

En 2014, el ministro canadiense de Exteriores (a la izquierda en la foto), John Baird, viaja a Ucrania y ‎aporta el respaldo de Canadá al líder del partido neonazi Svoboda.‎

En 2014, el conservador John Baird, ministro de Exteriores, se presenta en la plaza Maidan y ‎se reúne con los principales cabecillas de las manifestaciones antigubernamentales. Hasta la ‎propia televisión canadiense consideró entonces que Baird daba así un sólido argumento ‎al presidente ruso Vladimir Putin, quien declaraba que la «revolución» de la Plaza Maidan ‎en realidad era una manipulación occidental. ‎

De hecho, la portavoz de la embajada de Canadá en Kiev, Inna Tsarkova, era una de las ‎responsables del movimiento llamado EuroMaidan. La embajada de Canadá, situada junto a la Plaza Maidan, servía incluso de refugio a los manifestantes, que simple y llanamente acamparon ‎en los predios de la sede diplomática durante al menos una semana. Allí se refugiaron los ‎miembros del grupo neonazi C14 [5] durante el grave estallido de violencia del 18 de febrero.‎

El 17 de julio de 2014, cuando el vuelo 17 de Malaysia Airlines es derribado en Ucrania, la ‎Organización de la Aviación Civil Internacional (OACI), con sede en Montreal, envía cuatro ‎inspectores al lugar del desastre. Sin esperar siquiera el inicio de la investigación, Chrystia ‎Freeland emprende una campaña internacional de acusación contra Rusia. Posteriormente utilizará ‎su posición como ministro canadiense para echar leña al fuego y extender esa campaña. ‎

Después del derrocamiento del Viktor Yanukovich, presidente electo de Ucrania pero ‎estigmatizado en Occidente como «prorruso», Canadá pone en marcha la operación UNIFIER (Canadian ‎Armed Forces Joint Task Force-Ukraine), cuyo objetivo oficial es formar a los militares ucranianos ‎y desarrollar su policía militar. La operación se desarrolla en realidad bajo las órdenes de ‎Londres y de Washington e incluye el envío de 200 instructores y de material militar considerado ‎‎«no letal». UNIFIER termina el 13 de febrero de 2022, justo antes de la «operación militar ‎especial» rusa, para evitar poner a Canadá en situación de guerra. ‎

En 8 años, Canadá ha aportado a Ucrania «ayudas» por valor de cerca de 900 millones de ‎dólares. ‎

Junio de 2016. De izquierda a derecha, el embajador ucraniano en Canadá ‎Andriy Shevchenko, el primer ministro canadiense Justin Trudeau y el diputado ucranio-‎canadiense Borys Wrzesnewskyj. En primer plano, Mustafá Yemilev, líder de los tártaros ‎antisoviéticos (hoy antirrusos) y agente de la CIA desde los tiempos de la guerra fría.

En 2016, el primer ministro liberal de Canadá, Justin Trudeau, recibió con los mayores honores a ‎Mustafá Yemilev, personaje con quien su segunda, Chrystia Freeland, ya se había reunido. ‎En agosto de 2015, Mustafá Yemilev se había convertido en “emir” de una «Brigada Musulmana ‎Internacional», cofinanciada por Turquía y Ucrania, para “recuperar” la península de Crimea, ‎reincorporada a la Federación Rusa por voluntad de sus habitantes [6].‎

Chrystia Freeland y Stepan Kubiv firman el Acuerdo de Libre Comercio ‎Canadá-Ucrania, en presencia del primer ministro canadiense Justin Trudeau y del entonces ‎presidente ucraniano Petro Porochenko.

En esa misma época, Chrystia Freeland negocia el Acuerdo de Libre Comercio entre Canadá ‎y Ucrania. 

Chrystia Freeland participa en una manifestación de los banderistas de ‎OUN-B contra la intervención rusa en Ucrania. Los colores negro y rojo de la banderola ‎identifican a los banderistas y el eslogan “¡Gloria a Ucrania!” es el grito de guerra de los ‎banderistas.

En 2017, cuando el sitio web Russia Insider revela el pasado criminal de su abuelo al servicio del III Reich y los estrechos ‎vínculos personales que ella misma mantiene con los banderistas, Chrystia Freeland niega ‎los hechos y afirma que todo eso es «propaganda rusa». Sin embargo, el pasado 27 de febrero, ‎Freeland se exhibe en público con un grupo de banderistas de la Unión de Nacionalistas ‎Ucranianos (OUN-B) en una manifestación contra la intervención militar rusa. La foto que ‎ella misma había publicado fue rápidamente retirada de su cuenta en Twitter. ‎

El primer ministro canadiense Justin Trudeau y su viceprimer ministro Chrystia ‎Freeland junto a Paul Grod, presidente de los ucranianos banderistas de Canadá.

En respuesta al inicio de la operación militar rusa en Ucrania, Canadá –como sus socios de ‎la OTAN– modificó de inmediato su propio presupuesto y reservó 500 millones de dólares ‎al ejército ucraniano –banderistas incluidos. Utilizando esos 500 millones de dólares, el gobierno ‎canadiense ya ha enviado a Ucrania:
ametralladoras, pistolas, carabinas, un millón y medio de balas, fusiles de alta precisión y otro equipamiento para francotiradores (14 de febrero);
dispositivos ‎de visión nocturna, cascos y chalecos blindados (27 de febrero);
100 cañones sin retroceso ‎‎Carl Gustav M2 y 2 000 proyectiles para cañones de 84 milímetros (28 de febrero);
‎‎390 000 raciones individuales de campaña y alrededor de 1 600 indumentarias de protección ‎contra metralla (1º de marzo);
4 500 lanzacohetes M-72 y 7 500 granadas de mano así como ‎una suscripción a imágenes satelitales comerciales por valor de un millón de dólares (3 de ‎marzo);
cámaras para drones de vigilancia (9 de marzo);
cañones M777 y municiones para ese ‎tipo de artillería así como municiones adicionales para el arma antiblindados Carl Gustav M2 (22 ‎de abril);
8 vehículos blindados de tipo comercial y un contrato de servicio para el mantenimiento ‎y reparación de cámaras especializadas utilizadas en drones (26 de abril).
Además, Canadá inició la ‎formación de militares ucranianos en el uso de los cañones M777. ‎

El 2 de marzo, el primer ministro canadiense Justin Trudeau, quien cree todo lo que viene de ‎Estados Unidos, logró que una veintena de países firmaran una declaración donde se denuncia la ‎‎“desinformación rusa” [7]. Lo que ‎se busca es impedir la difusión de información sobre los banderistas ucranianos y canadienses.‎

El 10 de marzo, Canadá logró también que unos 30 de países firmaran otra declaración donde –‎muy orwellianamente– se regocijan, ¡en nombre de la “libertad de prensa”!, por las medidas de ‎censura aplicadas en Occidente contra la televisora informativa Russia Today y contra la agencia ‎Sputnik, dos órganos públicos de prensa rusos.‎

Desde que los banderistas tomaron el poder en Kiev, Canadá ha adoptado sanciones contra más ‎de 900 personalidades y empresas rusas y contra opositores ucranianos. A esa lista de ‎‎“sancionados”, Ottawa acaba de agregar ahora varias personalidades cercanas al presidente ruso ‎y miembros de sus familias. ‎

A pesar de sus declaraciones de principios sobre la igualdad de derechos entre todas las personas, ‎Canadá apoya sin reservas a los banderistas, defensores de la superioridad racial de los ‎ucranianos sobre los rusos. ‎

Thierry Meyssan



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