Por Roya Pour Bagher
Según un informe del Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas , los ataques genocidas israelíes han matado a más de 300 empleados de la ONU en Gaza (muchos de ellos junto con sus familias) y han destruido más de 300 instalaciones de la ONU, incluidas 162 escuelas que atienden a cientos de miles de niños.
Estos ataques persistieron a pesar de que la ONU compartía coordenadas con el régimen sionista para salvaguardar los sitios humanitarios. Cuando el organismo mundial exigió investigaciones independientes, Israel no solo rechazó el escrutinio, sino que intensificó sus brutales ataques.
El bloqueo israelí ha impedido la entrada de alimentos, medicamentos y combustible al territorio asediado y devastado por la guerra, lo que ha provocado la desnutrición de cientos de miles de niños menores de cinco años y la muerte de más de un centenar por hambre. El régimen ha utilizado la ayuda como arma contra los palestinos de Gaza.
Palestinos, incluyendo médicos, enfermeras, periodistas e incluso personal de la ONU, han estado desmayándose de hambre y agotamiento en medio del bloqueo ilegal. La ONU desenmascaró al régimen por usar la hambruna como arma de guerra, una estrategia facilitada por la prohibición, respaldada por Estados Unidos, de la UNRWA, el principal proveedor de ayuda humanitaria de Gaza.
La prohibición se basó en una acusación sin fundamento de que la agencia tenía vínculos con Hamás, el movimiento de resistencia con sede en Gaza. Tanto Estados Unidos como Israel insistieron en su propio mecanismo de distribución, el Fondo Humanitario para Gaza, alegando que Hamás robaba la ayuda que entraba en el territorio asediado.
El GHF, en lugar de brindar ayuda, se convirtió en un nuevo campo de batalla para que sionistas y estadounidenses mataran a palestinos, descrito acertadamente como una “trampa mortal” por la ONU, las organizaciones de derechos humanos y los habitantes de Gaza.
La mayoría de los más de 1.000 palestinos asesinados mientras buscaban ayuda estaban cerca de los sitios del GHF respaldados por Estados Unidos e Israel, como declaró la oficina de derechos humanos de la ONU el 22 de julio.
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"One in three in Gaza has had no food for days." UN humanitarian chief Tom Fletcher has warned of the deepening crisis in Gaza as Israel maintains a total blockade on aid.
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@micknapier says the US sanctions against UN rapporteur Francesca Albanese expose Washington’s open hostility toward international law and human rights.
Además, el GHF solo estableció cuatro emplazamientos, ni de lejos suficientes en comparación con los aproximadamente 400 que operaba la UNRWA en todo el territorio asediado. Informes internos estadounidenses admitieron posteriormente que no había pruebas de que Hamás robara la ayuda, lo que expuso al GHF como una fachada cínica para el castigo colectivo.
Para hacer las cosas aún más amargamente cómicas, el Ministro de Asuntos Exteriores de Israel, Gideon Sa'ar, acusó recientemente a la ONU de no distribuir ayuda después de que el régimen fuera objeto de duras críticas internacionales.
Las campañas de desprestigio contra la UNRWA fueron la punta del iceberg. Estados Unidos fue en su momento el mayor donante de la UNRWA, aportando entre 300 y 400 millones de dólares anuales; sin embargo, suspendió su financiación en enero de 2024.
En respuesta, más de 100 organizaciones de refugiados y de derechos humanos pidieron al Congreso de Estados Unidos que restablezca la financiación a la UNRWA para garantizar la protección de los civiles y la ayuda humanitaria en Gaza.
Sin embargo, cuando el presidente Trump regresó al cargo en 2025, no solo extendió la prohibición de financiamiento sino que también retiró a Estados Unidos del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, una medida que también había tomado en su primer mandato.
La batalla contra el organismo internacional se intensificó con el tiempo. El 9 de julio, el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, anunció sanciones contra la relatora especial de la ONU, Francesca Albanese.
Más temprano ese mismo día, Albanese había condenado a tres países europeos, Italia, Francia y Grecia, como Estados Partes de la CPI, por ignorar sus obligaciones legales de arrestar y entregar al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.
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Habían concedido a Netanyahu permiso para utilizar su espacio aéreo cuando viajó a Estados Unidos a pesar de que enfrentaba una orden de arresto de la CPI por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad cometidos en Gaza.
En 2024, el régimen israelí también prohibió a Albanese la entrada a los territorios palestinos ocupados, utilizando su famosa excusa del "antisemitismo". Negar la entrada a los relatores especiales no era algo nuevo, ya que el régimen lo viene haciendo desde 2008, según la propia Albanese.
El desprecio de Estados Unidos e Israel por el derecho internacional alcanzó su punto álgido con su negativa a cooperar con el caso de genocidio de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), el principal órgano judicial de la ONU. Estados Unidos también ha vetado múltiples resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que pedían un alto el fuego en Gaza. En julio de 2025, ambos países boicotearon una conferencia en la ONU que instaría al mundo a trabajar hacia una solución de dos Estados.
El portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos describió la conferencia como un “regalo a Hamás” y un “peligro” para una solución pacífica a largo plazo, una conferencia que apunta a una solución de dos Estados.
Israel se hizo eco de este sentimiento al afirmar que la conferencia "no promueve una solución". El veto estadounidense a la membresía de Palestina en la ONU y todas las acciones tomadas contrarias al derecho internacional revelan que Washington y Tel Aviv nunca han favorecido ninguna medida que pueda aliviar el sufrimiento de los palestinos.
Ambos buscan garantizar que los palestinos permanezcan sin Estado, sin derechos ni voz. Y ambos se han esforzado en los últimos 662 días por exterminarlos en una nueva Nakba.
La ironía es que fue el ex presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt quien imaginó un sistema de seguridad colectiva para una “paz mundial” duradera, y el presidente Harry Truman convirtió esta visión en realidad al crear una carta para las Naciones Unidas.
Ahora, después de un siglo de que la ONU sirva a Estados Unidos y sus aliados, el organismo internacional está planteando una amenaza a una de las líneas rojas de Washington al denunciar la aniquilación de Gaza y exigir justicia.
Y la hipocresía estadounidense es evidente para todos. Siempre afirma defender el derecho internacional, pero se ha esforzado fervientemente por socavarlo y destruirlo.
Estos ataques contra la ONU no son una aberración. Estados Unidos simplemente se está deshaciendo de una institución que ya no sirve a su imperio.
Roya Pour Bagher es una escritora radicada en Teherán.
(Las opiniones expresadas en este artículo no reflejan necesariamente las de Press TV.)
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