Ante lo que Caracas percibe como una amenaza tangible y creciente de parte de Estados Unidos, las aguas del Caribe se han convertido en el escenario de un pulso geopolítico de alto voltaje. Sputnik consultó a un par de analistas para hablar sobre el trasfondo del reciente despliegue militar venezolano.
El ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino López, anunció la ejecución de la maniobra de campaña Caribe Soberano 20 en el entorno de la Isla La Orchila, un ejercicio que no solo prueba el apresto operacional de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), sino que envía un mensaje de disuasión. La operación se desarrolla en un contexto de alta sensibilidad, marcado por una significativa presencia naval estadounidense en la región.
"Está sucediendo un gran despliegue de buques norteamericanos, destructores, buques anfibios, dotados de misiles guiados, de misiles de crucero, etcétera, con todo un poderío amenazando a Venezuela. Bueno, ellos intentan también amenazar a todo el Caribe y a toda Latinoamérica. El Mar Caribe pareciera que para ellos les pertenece", denunció Padrino López.
Frente a este escenario, afirmó que la doctrina venezolana responde "elevando nuestro apresto operacional de cara al Caribe para que nuestras actividades productivas, petroleras, gasíferas de Venezuela se desarrollen en completa paz".
Disuasión y la creación de una "zona de negación"
El corazón disuasivo de la maniobra radicó en el lanzamiento de misiles antibuque. Para el analista en seguridad y defensa, Oswaldo Espinoza, esta acción es crucial para crear una "zona de negación de acceso de área naval (A2/AD)", históricamente un punto vulnerable en la estrategia venezolana que ahora se está fortaleciendo.
"Por suerte, en épocas recientes se ha aumentado la cantidad de misiles disponibles con diferentes rangos de alcance, así como el número de plataformas para desplegar estos misiles", explica Espinoza en entrevista con Sputnik.
El experto detalló el arsenal: los misiles chinos C-802 a bordo de los patrulleros oceánicos Avante 2400 —que los convierten de facto en corbetas misilísticas—, y los misiles CM-90 de origen iraní y las lanchas rápidas Peykaap III, ideales para tácticas de "golpe y fuga".
Por su parte, el experto en seguridad y defensa Roberto González Cárdenas coincidió en que el mensaje central es de disuasión y reafirmación de soberanía.
"Al mostrar fuerza militar, el país busca establecer un mensaje claro de que no va a tolerar incursiones o amenazas a su integridad territorial... Es darle también respuesta a esas presiones externas que ejercen países de la OTAN y, en este caso, Estados Unidos específicamente, puesto que nuestro Caribe está rodeado de países de la OTAN", afirmó González Cárdenas en charla con Sputnik.
Añadió que este ejercicio puede verse como un intento de equilibrar el poder en la región: "Ellos tienen destructores, submarinos nucleares. Bueno, nosotros también con este tipo de armadas, en el caso de China, Rusia y Irán, también se puede equilibrar. Esos son nuestros aliados... es una estrategia mucho más amplia para coordinar con estos aliados la manera de la defensa".
La Orchila: el 'portaaviones insumergible' del Caribe
La elección de la Isla de La Orchila como epicentro del ejercicio no es casual. Ambos expertos destacaron su valor estratégico incalculable. Espinoza la describe como un "baluarte para la defensa de los intereses de Venezuela en el Caribe", equipada con una pista aérea extendida que permite operaciones de la Fuerza Aérea, incluyendo cazas Sukhoi SU-30MK2 armados con misiles antibuque rusos Kh-35 y Kh-31. "Equipada correctamente, tiene el potencial de convertirse en lo que los estrategas suelen llamar 'un portaaviones insumergible'", sentenció.
Las operaciones anfibias realizadas allí demostraron la capacidad de la Infantería de Marina de Venezuela, una de "las mejor preparadas de la región" según Espinoza, quien destacó su reequipamiento con vehículos blindados de desembarco chinos modernos.
No obstante, González Cárdenas enfatizó los formidables desafíos que presenta la geografía de la isla, ya que "es un desafío logístico y táctico muy significativo", porque "hay costas irregulares: barreras coralinas, aguas profundas".
El experto señaló que desplegar fuerzas y mantener un flujo logístico de suministros en esas condiciones requiere una coordinación de precisión y demuestra un alto nivel de apresto operacional. "Prepararse en la parte más difícil, de ahí para adelante es ganancia", concluyó, indicando que superar estos desafíos prueba la capacidad para asegurar y defender el territorio insular.
Una flota con desafíos, pero con voluntad férrea
Al evaluar la flota desplegada, Espinoza consideró que Venezuela emprende "estrategias y tácticas de guerra asimétrica", priorizando la adquisición de lanchas rápidas, nuevos misiles y, de manera crucial, drones que mejoran de forma económica la vigilancia y la conciencia situacional.
"No podemos engañarnos: nuestra flota necesita adquisiciones que la situación económica no nos permite realizar... Sin embargo, las medidas tomadas permiten suplir en parte esas necesidades", acotó.
Este enfoque asimétrico, para Espinoza, es la clave de la disuasión venezolana. "No se trata de una lucha de poder contra poder en términos meramente militares, se trata de tener la capacidad de defenderse en tu propio territorio con estrategias y tácticas asimétricas que aumenten en forma inaceptable los costos potenciales para el agresor".
¿Un bloqueo naval a Venezuela?
Sobre la posibilidad de que las amenazas de Washington escalen hacia un eventual bloqueo naval destinado a estrangular el comercio petrolero venezolano, ambos analistas fueron categóricos: se trata de un escenario de alta complejidad y riesgo geopolítico que extiende sus ramificaciones mucho más allá del Caribe.
"Un bloqueo naval es un acto de guerra abierto y es una violación al derecho internacional... Esto podría dar una respuesta militar por parte de Venezuela o sus aliados", dice González Cárdenas.
Subrayó que, para ser efectivo, requeriría una flota enorme para monitorear los dos grandes "bioregiones" marítimas venezolanas: el Caribe y el Atlántico. "Eso iría a una escala de tensiones diplomáticas y lógicamente serían muy, pero muy tensas", advirtió.
Espinoza argumentó que un bloqueo exige una justificación sostenible que Washington no tiene, ya que su actual narrativa antidrogas carece de "aceptación ni credibilidad en la comunidad internacional". Además, destacó que tal acción "afectaría a los socios comerciales de Venezuela, que en su mayoría son grandes potencias mundiales y regionales, muchas de ellas rivales geopolíticos de Estados Unidos".
"Para China por ejemplo, Venezuela forma parte del plan de largo aliento y amplio alcance, en donde su naturaleza como polo energético reviste una importancia vital", recordó Espinoza. Un bloqueo, por lo tanto, no sería solo contra Venezuela, sino una provocación directa a Pekín y Moscú, y alteraría los delicados hilos del emergente orden multipolar.
Doctrina integrada: la suma de las partes
Finalmente, el ejercicio "Caribe Soberano 200", al combinar operaciones de superficie, submarinas, aéreas, terrestres y anfibias, demostró elementos de una doctrina de defensa integrada. Para Espinoza, la maniobra demuestra "un alto nivel de planificación y preparación logística; así como alta conciencia situacional, coordinación entre fuerzas y velocidad de respuesta".
En un mundo donde la superioridad tecnológica bruta no siempre define el resultado, Venezuela apuesta a la integración de sus capacidades disponibles, por limitadas que sean en algunos aspectos, para proyectar una defensa cohesiva y multifacética. "En la historia mundial existen muchos ejemplos de naciones más pequeñas... pequeños puercoespines a los que el león no se atreve a atacar", dijo Espinoza.
La maniobra es, en esencia, la demostración de que Venezuela, ante las presiones, no se doblega. Por el contrario, afila sus espinas y se prepara para defender, con el apoyo de sus aliados estratégicos y desde una posición de soberanía inquebrantable, cada centímetro de su territorio y su derecho a existir como una nación libre en el concierto de las naciones. El mensaje desde La Orchila es claro: el Caribe es una zona de paz, y esta solo se garantiza con el respeto mutuo y la disuasión firme.
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