miércoles, 17 de diciembre de 2025

WPost: Trump coordinó con Israel planes de ataque a Irán

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu,(Izda.), da la mano con con el presidente de EE.UU., Donald Trump, durante un reunión en Washington. (Foto: EFE)

Un diario estadounidense revela que, mientras se llevaban a cabo las negociaciones nucleares, Trump coordinaba operaciones e inteligencia con Israel contra Irán.

Según publicó el miércoles el periódico estadounidense The Washington Post, cuando el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se reunió con el presidente de EE.UU., Donald Trump, al inicio de su segundo mandato, le presentó cuatro opciones sobre cómo llevar a cabo una operación contra Irán.

En un primer escenario, Netanyahu explicó cómo progresaría la operación si Israel atacara por su cuenta. La segunda opción consistía en que Israel dirigiera la operación con una mínima asistencia estadounidense.

El tercer escenario planteaba una cooperación y coordinación total entre ambos aliados durante el ataque. La cuarta opción contemplaba que Estados Unidos asumiera la conducción de la operación.



Tras ese encuentro, se iniciaron intensos planes estratégicos entre ambas partes. Según The Washington Post, Trump buscaba dar una oportunidad a la diplomacia nuclear con Irán, pero al mismo tiempo mantuvo el intercambio de información y la planificación operativa con Israel.

Fuentes cercanas indicaron que Israel también consideraba importante la diplomacia con Irán para convencer a la opinión pública mundial.


En efecto, Irán y Estados Unidos celebraron cinco rondas de negociaciones indirectas sobre el programa nuclear a principios de este año. Mientras, Trump lanzaba declaraciones cruzadas —de diálogo y amenazas— sobre Teherán. Cuando se había programado la sexta ronda, para el día 15 de junio, Israel lanzó dos días antes, el 13, una ofensiva militar sorpresa, seguida de ataques estadounidenses el 22 de junio contra instalaciones nucleares clave en Isfahán, Natanz y Fordow.

Irán respondió la agresión con fuerza lanzando cientos de misiles balísticos y drones contra objetivos estratégicos israelíes en los territorios ocupados en el marco de la operación ‘Verdadera Promesa III’, así como la base aérea de Al-Udeid en Catar, la mayor base militar estadounidense en Asia Occidental.


El 24 de junio, Irán, mediante sus exitosas operaciones contra el régimen israelí y Estados Unidos, logró detener el asalto ilegal, imponiendo un alto el fuego a los agresores.


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martes, 16 de diciembre de 2025

A FONDO: ¿Quién es Kast, presidente electo y líder de extrema derecha de Chile?

El nuevo presidente electo de Chile, José Antonio Kast

José Antonio Kast, admirador de Pinochet y con discurso de mano dura, ganó la presidencia tras una de las elecciones más polarizadas en Chile.

El candidato de extrema derecha José Antonio Kast, del Partido Republicano —quien afirma inspirarse en el presidente estadounidense Donald Trump—, ha ganado la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Chile, marcando un giro significativo en el panorama político del país sudamericano.

Kast, que hizo campaña con la promesa de expulsar a los migrantes indocumentados y endurecer las medidas contra el crimen, obtuvo el 58 por ciento de los votos frente a la candidata de izquierda Jeannette Jara, que alcanzó el 42 por ciento, en una de las elecciones más polarizadas de los últimos tiempos. En la primera vuelta, Kast había quedado en segundo lugar detrás de Jara, pero posteriormente se impuso en la segunda vuelta de diciembre, con un fuerte respaldo de todo el espectro de la derecha.

“Chile necesita orden, orden en las calles, en el Estado y en las prioridades que se han perdido”, declaró el dirigente conservador de línea dura, de 59 años, quien asumirá el cargo el 11 de marzo de 2026, durante su discurso de victoria ante sus seguidores.

Su triunfo es visto ampliamente fuera de Chile como parte de un giro más amplio hacia la derecha en la política latinoamericana, con líderes conservadores que han ganado elecciones en países como Ecuador y Bolivia en los últimos meses.



Kast se ha postulado a la presidencia en varias ocasiones. En las elecciones de 2021 perdió frente al presidente en ejercicio Gabriel Boric, al obtener el 44 por ciento de los votos. En los comicios de 2017 compitió como candidato independiente y consiguió alrededor del ocho por ciento de los sufragios.

Tras ejercer durante más de 10 años como diputado por la Unión Demócrata Independiente (UDI), de centroderecha, dejó el Congreso en 2016. Posteriormente, en 2019, el líder de 59 años fundó el Partido Republicano, una fuerza política de línea más dura, orientada a atraer a votantes desencantados por el aumento de la inseguridad y el estancamiento económico.

Se formó como abogado, pero posteriormente ingresó en la política, convirtiéndose en concejal de la ciudad de Buin en 1996.

Kast nació en 1966 en Santiago, la capital del país, en el seno de una familia de inmigrantes alemanes con vínculos con el nazismo.

Su padre fue miembro del Partido Nazi en Baviera antes de emigrar a Chile tras la Segunda Guerra Mundial. No obstante, el presidente electo ha afirmado que su padre fue reclutado de manera forzada por los nazis.



El hermano mayor de Kast, Miguel, fue presidente del Banco Central y ministro de Gobierno a comienzos de la década de 1980, durante el régimen del general Augusto Pinochet. Bajo su dictadura de 17 años, miles de personas fueron asesinadas, desaparecidas por la fuerza y torturadas.

El admirador de Pinochet
El presidente electo es un admirador de Pinochet. De hecho, Kast, que hizo campaña a favor de la continuidad del general Augusto Pinochet (1973-1990) en el plebiscito de 1988, es el primer pinochetista en llegar a La Moneda en democracia.

Hace cuatro años llegó a decir que si el general Augusto Pinochet estuviera vivo, votaría por él. Cuando le preguntaron en debates o entrevistas, se limitó a decir que tiene “las mismas convicciones”, pero que “hoy los chilenos tienen otras urgencias”.

Kast respalda posturas extremadamente conservadoras y también se ha mostrado a favor de conceder libertad a personas condenadas por violaciones de derechos humanos cometidas durante el régimen de Pinochet.

Guille Vidal

@eltemagv

Jose Antonio Kast, presidente electo de Chile: -Hijo de un nazi -Apoyó a Pinochet durante la dictadura -Se relaciona con Santiago Abascal (VOX) -Alineado con Milei, Noboa, etc... 

Se vienen tiempos difíciles para el pueblo chileno. #FuerzaChile 





Jose Antonio Kast, presidente electo de Chile:
 -Hijo de un nazi 
-Apoyó a Pinochet durante la dictadura 
-Se relaciona con Santiago Abascal (VOX) 
-Alineado con Milei, Noboa, etc... 
Se vienen tiempos difíciles para el pueblo chileno. #FuerzaChile 

Kast ha señalado con frecuencia a El Salvador como modelo para sus políticas más duras contra el crimen.

Este mes, Kast se reunió con el ministro de Seguridad de El Salvador, cuyo presidente, Nayib Bukele, ha sido elogiado por su dura represión contra las pandillas, aunque se le ha acusado de violaciones de los derechos humanos.

Algunas de las cosas que escuchó en la reunión, dijo Kast, “podrían también eventualmente aplicarse en Chile”.

MARCELINO AGUILAR

@MARCELINOMXES

¡KAST SE PONE LA GORRA AZUL Y BLANCA!  
El presidente electo de Chile lo dijo sin titubear:  
“El Salvador es el ejemplo perfecto de cómo la seguridad y el orden traen inversión y confianza jurídica.”  
Y dejó claro que aplicará en su gobierno las estrategias del método Bukele para devolverle la paz a Chile.  
En resumen: Kast se pone la gorra azul y blanca… y los nayifóbicos ya están temblando en todo el continente. 

#KastPresidente, #Bukele, #MétodoBukele, #ElSalvador, #Chile, #Seguridad, #Inversión, #GorraAzulYBlanca, #Latinoamérica, #Nayifóbicos,


¿Cuáles son sus principales políticas?
Kast hizo campaña centrado en la seguridad pública, prometiendo adoptar un enfoque de mano dura contra el crimen en Chile, a pesar de que el país es uno de los más seguros de América Latina.

Se ha comprometido a desplegar al Ejército en zonas con altos índices delictivos y ha prometido construir más cárceles. Una encuesta de IPSOS realizada en octubre entre votantes chilenos mostró que el 63 por ciento de los encuestados consideraba la seguridad como una de sus principales preocupaciones.

El presidente electo también adopta una postura dura frente a la migración. Ha propuesto crear una fuerza policial inspirada en la agencia estadounidense Immigration and Customs Enforcement (ICE), que este año ha llevado a cabo numerosas redadas de “estilo militar” en comunidades migrantes y centros de trabajo en Estados Unidos para localizar a personas indocumentadas, muchas de las cuales han sido detenidas con fines de deportación.

ICE es la entidad responsable de gestionar el sistema federal de inmigración de Estados Unidos y ha sido objeto de crecientes críticas por su conducta hacia los inmigrantes en todo el país, incluidos aquellos que residen legalmente.

Yap Tv Radio

@YapTvEcuador1

#Chile || El ganador de las elecciones presidenciales José Antonio Kast hace un llamado contundente a los migrantes irregulares, para solucionar parte de la crisis que vive el país.


Al igual que Donald Trump, Kast ha propuesto construir infraestructura a lo largo de la frontera norte del país para impedir el ingreso de personas y ha prometido deportar a cientos de miles de migrantes indocumentados.

Kast también ha amenazado con imponer un estado de sitio en la región de la Araucanía, en Chile, con el fin de expulsar a grupos indígenas armados. La medida que propone otorgaría amplios poderes a las Fuerzas Armadas, incluidos registros y detenciones sin orden judicial, y suspendería derechos civiles fundamentales.

Cumbre de la ultraderecha regional: Milei recibirá a Kast
Este martes, 16 de diciembre, Kast abordó su vuelo hasta Buenos Aires, donde le espera una intensa agenda con la que promete coordinar situaciones de seguridad, migración y economía con el país vecino.

El futuro mandatario tiene una conocida relación de amistad con el que será su par en Argentina, el ultraderechista Javier Milei, y, en esa línea, lo primero será sostener una reunión bilateral con el jefe de Estado en la Casa Rosada.


@thecliniccl

 AHORA | José Antonio Kast inicia sus actividades en Argentina y arriba hasta el Ministerio de Economía junto al embajador chileno en argentina, José Antonio Viera-Gallo: durante la jornada se reunirá con el mandatario Javier Milei 



Milei y Kast conversaron telefónicamente en noviembre tras la primera vuelta.

“Con el presidente Milei conversamos el día que yo pasé a la segunda vuelta, y tenemos grandes sueños para que a nuestros conciudadanos les vaya bien y eso requiere una armonía. Eso requiere claridad en las normas (…) Ellos tienen muchas condiciones para producir mucho y nosotros tenemos muchas condiciones para prestarle un servicio porque somos la cara hacia el Asia Pacífico”, señaló Kast en esa ocasión.

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Chile: La derrota de la ambigüedad; anatomía de un colapso político

El presidente electo de Chile, José Antonio Kast, junto a su esposa, en el palacio presidencial de La Moneda en Santiago, 15 de diciembre de 2025.(Foto: AFP)

El 58 % que consagró a José Antonio Kast no constituye meramente un voto de castigo a una gestión coyuntural; representa la implosión de una arquitectura política completa.

Por Jean Flores Quintana, Politólogo

La victoria de la ultraderecha en Chile es el síntoma terminal de una fractura que el liderazgo del Ejecutivo intentó disimular sistemáticamente bajo la alfombra de la retórica. La debacle del progresismo no se explica por deficiencias comunicacionales ni por tácticas electorales de última hora; el colapso se produjo porque la conducción del Estado convirtió la indefinición en su doctrina central, apostando al capital político individual a costa de desdibujar los principios rectores de su propio sector.

Para la audiencia internacional es imperativo comprender la genealogía de este desenlace: el proceso que llevó a Gabriel Boric a La Moneda no se inició con su figura. Su gobierno fue el resultado —y hoy el cierre abrupto— de un ciclo de movilizaciones sociales que se remonta a los años 90, cuando el pueblo mapuche y las primeras manifestaciones estudiantiles encendieron las chispas iniciales contra un modelo neoliberal administrado con fanatismo ideológico por los gobiernos de la ex Concertación. El 18 de octubre de 2019 marcó el parteaguas de la historia moderna de Chile; no fue un motín espontáneo, sino la saturación ante décadas de abuso. No existiría la administración actual sin esa acumulación histórica que culminó en el estallido. Sin embargo, el gobierno optó por una gestión desconectada de ese mandato fundacional, buscando validación en los mismos poderes fácticos impugnados por la revuelta.

Esta desconexión derivó en un doble estándar estructural. Se instaló una ambigüedad calculada, diseñada para buscar la validación de la socialdemocracia occidental aun a riesgo de perder la conexión material con la realidad chilena. Esta incoherencia se hizo patente en la política internacional: un liderazgo que condena retóricamente el genocidio en Gaza, pero que en la geopolítica dura se alinea disciplinadamente con la OTAN, blanqueando a los batallones ultranacionalistas de Ucrania.

No obstante, la contradicción alcanzó su punto crítico en el propio hemisferio. La administración no solo se sumó a la narrativa estadounidense contra Venezuela, utilizando epítetos contra el presidente Nicolás Maduro, sino que incurrió en una omisión de gravedad estratégica para la región: guardó un silencio sepulcral cuando Estados Unidos inició operaciones militares en el mar Caribe. Ante el despliegue de fuerza de una potencia extranjera, que atentaba directamente contra el derecho internacional y la soberanía latinoamericana, un gobierno autodefinido de izquierda optó por la mudez. Esa inacción no fue neutralidad; fue la validación tácita de la diplomacia de las cañoneras en la frontera regional.

Esta lógica tuvo su correlato en la política interna. En el intento de enviar señales de "gobernabilidad" al gran empresariado, el Ejecutivo desplegó la fuerza estatal contra los mismos actores que nutrieron su ascenso. Se reprimió a estudiantes secundarios en la Alameda, se desalojaron campamentos y tomas de terreno en contextos de crisis habitacional, y se persiguió policialmente al comercio ambulante, cortando las fuentes de subsistencia informal sin ofrecer alternativas estructurales. Estas medidas, lejos de garantizar el orden público, funcionaron como señales de ruptura con la base social popular.

El error de diagnóstico fue también antropológico. La administración, volcada hacia un "purismo discursivo" y agendas identitarias, renunció a articular un discurso que convocara a los trabajadores desde sus condiciones materiales de vida. Al abandonar la centralidad del conflicto capital/trabajo, el oficialismo dejó a la deriva al sujeto uberizado. Este trabajador contemporáneo, formateado por la economía de plataformas, ya no se reconoce en las lógicas sindicales del siglo XX, sino que se percibe como un emprendedor en potencia, un lobo voraz en busca de conquistas financieras. Este sujeto no encontró respuestas en el gobierno. Aquí reside la clave sociológica del ascenso de Franco Parisi y el posterior trasvasije de sus votos hacia la ultraderecha: el votante popular, ante la precariedad, prefirió la promesa de desregulación y liquidez del populismo de mercado antes que la tutela moral de una élite ilustrada.

El resultado es la entrega del poder a un bonapartismo criollo. José Antonio Kast no asume por una conversión ideológica masiva de la población, sino como la figura de autoridad contratada por el gran capital para blindar el modelo de las AFP e Isapres ante el vacío de la política tradicional.

Las implicancias transcienden las fronteras chilenas. La alarma debe encenderse en Caracas, La Paz, Brasilia y Ciudad de México. El triunfo de Kast representa la instalación de una cabeza de playa del "trumpismo" en el Pacífico Sur. Su hostilidad declarada hacia los BRICS y su rechazo al multipolarismo confirman su rol: anclar a Chile a la hegemonía occidental, saboteando la integración regional para actuar como gendarme geopolítico de Washington en la zona.

Finalmente, para quien dude sobre la naturaleza de este nuevo ciclo, la evidencia simbólica es irrefutable. Los festejos en el sector alto de la capital no fueron celebraciones de sana convivencia democrática, sino actos de reivindicación histórica. La presencia de iconografía alusiva al dictador Augusto Pinochet y al torturador Miguel Krassnoff envía un mensaje global: en Chile, el consenso del "Nunca Más" ha sido derogado por las urnas.

La conclusión es tajante: el 14 de diciembre de 2025 no solo se derrotó a un gobierno, se derogó un consenso civilizatorio. Se cierra el ciclo de la transición y se abre la compuerta a una revancha histórica. Ante una 'motosierra' afilada para desmembrar lo público, el desafío de las fuerzas democráticas deja de ser electoral para volverse existencial: la supervivencia física y moral de la comunidad. Queda demostrado, con la brutalidad de los hechos, que coquetear con la validación de la élite y olvidar el mandato popular es la forma más eficiente de pavimentar el camino hacia el abismo autoritario.

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