Sin abandonar su estado de perenne beligerancia y tensiones, la región de Medio Oriente se asoma hoy a un escenario de nuevas guerras de alcances impredecibles, dada la añeja malquerencia de sus hipotéticos protagonistas.
El “polvorín”, tanto en términos políticos y sociales como militares y de seguridad, podría estallar en un futuro no muy lejano, si se asumen como ciertos los vaticinios del canciller de Arabia Saudita, Adel Al-Jubeir, comentados este lunes por la prensa libanesa.
La publicación citó declaraciones de fuentes “bien informadas”, según las cuales, el jefe de la diplomacia del reino wahabita afirmó durante su visita a Iraq en febrero que Estados Unidos e Israel planean lanzar una guerra contra Irán y el movimiento de Resistencia chiita libanés Hizbulah.
Dichas fuentes sostuvieron que la atmósfera de una potencial beligerancia impacta todos los temas sujetos a álgidas discusiones en El Líbano, empezando por “los intentos de buscar posponer las elecciones parlamentarias (previstas para mayo) o en el contexto de nuevos alineamientos políticos domésticos”.
Al-Jubeir realizó la primera visita de un canciller saudita a Bagdad desde 2003 y dialogó con las máximas autoridades iraquíes en momentos en que en Moscú y Washington también se tenían previstos movimientos diplomáticos asociados a conflictos bélicos regionales, particularmente Siria y Yemen.
De hecho, pocos gobiernos del área han quedado indiferentes a la visita de la semana pasada a Rusia del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien enfocó sus pláticas con el presidente Vladimir Putin en la situación en Siria y las preocupaciones de Tel Aviv por el rol de Teherán y sus aliados.
El viaje de Netanyahu, quien elogió el rol de Moscú en la lucha contra DAESH (EI) y otros grupos extremistas en Siria, se produjo después de su reunión en la Casa Blanca con Donald Trump, también en febrero pasado.
Tanto en la capital estadounidense como en la rusa, el jefe del gobierno sionista dejó bien claro cuánto le inquieta la presencia militar de la República Islámica y de su aliado libanés en suelo sirio, más incluso que la permanencia en el poder de Bashar Al-Assad.
De manera tajante, Netanyahu manifestó a Trump y a Putin que bajo ningún concepto aceptaría que la nación persa y el partido libanés de la Resistencia se perpetúen en Siria con poderío militar luego de una eventual conclusión del conflicto, que justo esta semana cumple seis años de iniciado.
Analistas sostienen que el régimen sionista es capaz de contrarrestar la amenaza potencial de la República Islámica -que le desconoce cómo Estado-, pero sus estructuras defensivas quedarían en situación vulnerable si, afianzándose en Siria, Irán cuenta con una base naval en el mar Mediterráneo.
En ese sentido, Netanyahu expuso a Putin su determinación de evitar a toda costa que Damasco se convierta en un “segundo Líbano”, en alusión al poderío militar de Hizbulah, partido con estructura militar al que enfrentó sin éxito en 2006 y que ahora apoya al Ejército leal al Presidente Al-Assad.
“No nos gustaría que el Islam radical, el terrorismo sunnita, sea sustituido por el terrorismo islámico y radical chiita encabezado por Irán”, comentó en el Kremlin al apuntar también su rechazo a que los Altos del Golán que arrebató a Siria sean negociables para detener la guerra allí.
Rusia ha robustecido su autoridad diplomática y su condición de potencia militar en Medio Oriente al intervenir, junto a Irán y Hizbulah, en ayuda del gobierno sirio, pero en Teherán generó cierta preocupación el silencio de Putin ante Netanyahu y los cálidos lazos entre Moscú y Tel Aviv.
A ese ambiente de recelos se sumaron las suspicacias por el viaje ayer a Estados Unidos del segundo heredero al trono saudita, príncipe Mohammed Bin Salman Bin Abdulaziz, quien es también segundo viceprimer ministro y ministro de Defensa, para una “visita de trabajo” a invitación del presidente Trump.
Desde Teherán, el presidente del Majlis (parlamento iraní), Alí Larijani, tampoco descartó la generalización de un ambiente de guerra en el área, luego de que reiteró acusaciones a Israel de estar detrás del conflicto en Siria y “las recientes aventuras en la región”.
En respuesta a las declaraciones de Netanyahu en Rusia, Larijani señaló que los sionistas pretenden “debilitar a la Resistencia y los gobiernos que la apoyan”, en referencia a Irán, Siria y Hizbulah, catalogados por Washington y sus aliados árabes del golfo Pérsico parte del “eje del mal”.Fustigó las precondiciones fijadas por el primer ministro israelí para el establecimiento de la paz en Siria y le recriminó que distorsionara la antigua historia de Irán. “Parece que él no ha leído ni la Torah (textos que contienen la esencia del Judaísmo) ni la historia”, acotó en tono irónico.
Según Larijani, al poner precondiciones para la paz en Siria, Netanyahu demostró que esa guerra “es contra la Resistencia”, y denunció que las actuales “acciones aventureras” se “preconcibieron para facilitar al régimen sionista el camino de completar su dominio sobre la región”.
En ese sentido, Teherán cree llamativo que ninguna acción de las bandas terroristas como el DAESH se dirija contra objetivos israelíes, y llamó a los países islámicos a mirar a las realidades en el terreno y renunciar a planes que los dividen y facilitan la dominación del régimen sionista.
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