Los traidores de los servicios secretos de un país son conocidos coloquialmente como topos. La URSS fue víctima de un verdadero auge de esta tendencia en los años 70 y 80 del siglo pasado.
En vísperas de la perestroika anunciada por Mijaíl Gorbachov, el numeroso personal de los principales servicios secretos del país, la KGB y el GRU [inteligencia militar], vivió una verdadera epidemia de traiciones.
Durante los setenta años de existencia, la URSS fue un país con déficit total de bienes de consumo, pero nunca experimentó una escasez de desertores, sobre todo agudizado los últimos años de su existencia.
Ellos representaban todos los estratos de la población: asistentes de líderes y bailarines, escritores, atletas, científicos y trabajadores. Pero aquellos eran desertores 'físicos'. A inicios de los ochenta, esta tendencia de 'retirarse' a Occidente se extendió entre el personal de los servicios especiales soviéticos. En términos profesionales, estos sujetos son denominados topos, y el daño que hacen es incalculable, ya que antes de emigrar venden los secretos de su país, así como a sus compañeros, con el fin de preparar su 'bienvenida' a Occidente.
Sin embargo, estos fueron una fracción insignificante entre los miles de agentes de espionaje y contraespionaje soviéticos, indica el portal ruso National Defense en un artículo dedicado a algunos topos soviéticos de los últimos años de existencia de la URSS.
Guenadi Smetanin, teniente coronel del GRU, junto con su esposa
La detención del agente 'millón': coronel Smetanin. / archive |
A finales de agosto de 1985, el subcomandante del grupo antiterrorista Alfa, adjunto a la KGB, el teniente coronel Vladímir Zaitsev, fue convocado con urgencia de sus vacaciones para preparar a un grupo con el fin de 'recoger' [en la jerga de los agentes de la KGB esto significaba una 'detención oculta'] a Guenadi Smetanin, coronel del GRU y subcomandante de la red de espionaje en Lisboa.
La información sobre Smetanin fue proporcionada por Aldrich Ames, un espía muy valorado de la KGB que en aquel entonces dirigía el departamento de contraespionaje en uno de los departamentos de la CIA.
Guenadi Smetanin y su esposa Svetlana estaban involucrados con Estados Unidos desde 1983. El propio coronel ofreció sus servicios de espía a la CIA solicitando un millón de dólares, por lo que recibió el apodo secreto de 'millón' en la nómina secreta de la agencia.
Guenadi y Svetlana fueron 'recogidos' quince minutos después de que su tren saliera de Kozlovka, cerca de Kazán, Rusia.
Allí mismo, en el compartimiento del vagón donde fueron detenidos, ambos fueron vestidos con prendas preparadas para tal caso, a fin de confiscarles todas sus pertenencias personales: se trataba de una regla que respetaba el grupo de detención durante todas las capturas con el propósito de descubrir objetos en los era posible colocar cápsulas con veneno mortal.
En este caso, el veneno fue hallado posteriormente en las gafas de Smetanin.
Guenadi Varénik, coronel de la KGB
'Recogen' al coronel de KGB Varénik. / archive |
Guenadi Varénik, un oficial de la KGB que oficialmente era corresponsal de la agencia de noticias APN en Bonn, trabajó para Estados Unidos durante poco más de 6 meses.
Varenik ofreció sus servicios al oficial de la CIA Charles H. Leven en abril de 1985. En Bonn pudo manipular con habilidad el miedo de la CIA ante la 'omnipresente' KGB al denunciar que los servicios secretos de la URSS habían preparado una operación con el fin de sembrar el caos y el descontento entre la población germana por la supuesta presencia de tropas estadounidenses en Alemania [cosa que inventó]. Para ello, alegó que la KGB tenía preparadas minibombas para colocarlas en restaurantes y burdeles frecuentados por soldados de Estados Unidos.
Según confesó Varenik más tarde durante los interrogatorios, esta absurda idea se le había ocurrido tras ver una película estadounidense.
Sin embargo, esta invención causó un revuelo increíble en la sede de la CIA en Langley.
Acostumbrado a conseguir dinero fácil, Varenik incluso inventaba información para sus empleadores sin levantarse del sofá.
De todos modos, el topo traicionó a varios compañeros de trabajo y le proporcionó a la CIA copias de documentos clasificados a los que tuvo acceso.
Valeri Martynov, teniente coronel de la KGBEl invariable ritual de hacer cambiarse a un 'topo', para buscar ampolla con veneno. En la foto: detención del teniente coronel Martynov. / archive |
El viaje del teniente coronel Valeri Martynov a Washington en 1982 fue considerado por la inteligencia como de gran prestigio, ya que le daba la oportunidad de realizar una carrera brillante.
En la costa este de Estados Unidos se encuentran muchos laboratorios de investigación, industrias, centros de información y bibliotecas, hecho que proporcionaba al oficial mucho material científico y técnico. Allí, numerosas conferencias y presentaciones a las cuales asistía le abrieron enormes oportunidades de establecer contactos útiles en términos de reconocimiento.
Pero fue precisamente durante estos contactos que Martynov quedó enganchado. Se le ofreció informar a Moscú que su conocimiento sobre los científicos era de interés, lo que le brindaba a la CIA un canal de entrega de desinformación a la URSS. La desinformación era lo suficientemente atractiva y durante tres años Martynov la suministró a la URSS.
Los estadounidenses le pagaban al topo entre 200 y 400 dólares al mes, lo cual da motivos para suponer que el dinero no era el principal motivo de su traición. De hecho, su principal objetivo era hacer una carrera en la KGB y mantener mejor a su familia, brindando a sus niños buena educación, algo que él pensaba lograr gracias a su trabajo para Estados Unidos.
En términos simples: optó por traicionar a su patria a cambio del bienestar familiar.
Dmitri Poliakov, el mayor general del GRU que se vengó por su hijoLa cabina telefónica, donde el general Poliakov dejaba un signo de estar dispuesto a entrar al contacto. / archive |
Este topo, con el rango más alto entre los detenidos, fue 'recogido' por los agentes del grupo Alfa en julio de 1986 en una tranquila calle de la capital de la URSS. Aquel día, el general mayor Dmitri Fédorovich Poliakov, vestido de uniforme de gala, se dirigía a la Academia Militar para brindar un discurso de felicitación a sus recientemente graduados oficiales de inteligencia militar rusa… y traicionarlos posteriormente.
Durante 25 años, Poliakov trabajó para Estados Unidos, primero para el FBI, después para la CIA. El dañó que causó a su país fue colosal.
Dmitri Poliakov sirvió a Estados Unidos no por ser víctima de un chantaje o de su propia cobardía. El general era un traidor convencido.
El detonante principal de la traición de Dmitri Poliakov fue el deseo de vengar la muerte de su hijo, fallecido cuando era bebe.
En noviembre de 1961, cuando Poliakov trabajaba en la sede del GRU en Nueva York, en Estados Unidos se produjo una gran epidemia de gripe. El menor de sus tres hijos se enfermó y tuvo una complicación cardíaca. Para salvarlo era necesaria una costosa cirugía urgente. Poliakov solicitó el dinero a sus jefes para que su hijo fuera operado en un hospital de Nueva York. Sin embargo, le negaron este dinero y su bebe murió.
Poliakov se puso en contacto con el FBI casi inmediatamente. Más tarde, cuando el topo ya estaba trabajando para la CIA, en las 'entrañas' de la agencia fue creado un verdadero departamento para el análisis de los datos y documentos que este suministraba.
Pero además de entregar documentos secretos, Poliakov traicionó a muchas personas. Trabajando para el GRU en Birmania, en la India, en la Oficina Central del Estado Mayor General del Ejército o en la Academia Militar, entregó a los estadounidenses datos sobre unos 1.500 oficiales soviéticos y unos doscientos agentes de nacionalidad extranjera.
Un golpe muy duro para la inteligencia militar rusa fue su revelación de topos soviéticos: seis oficiales de alto rango de EE.UU. y un oficial británico que trabajaban para la URSS.
Finalmente, el traidor fue denunciado por Robert Hanssen, un topo soviético de alto rango dentro del FBI.
Fuente: RT.
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