Yuval Diskin, ex director del Shabak, el servicio israelí de contraespionaje también conocido como Shin Bet, acaba de criticar duramente las posiciones que defienden el primer ministro Benjamin Netanyahu y el ministro de Defensa Ehud Barak.
Refiriéndose a las relaciones entre los judíos israelíes y los demás grupos étnicos, Yuval Diskin señala que «durante estos últimos 15 años, Israel se ha hecho cada vez más racista. Así lo demuestran todos los estudios. Hay racismo contra los árabes y contra los extranjeros, y también nos hemos convertido en una sociedad más belicosa».
También declara Diskin que las acciones de los políticos israelíes se basan en motivos irracionales: «No confío en los dirigentes actuales, no creo que tengan el nivel suficiente para lidiar con un acontecimiento de la envergadura de una guerra regional o contra Irán (…) No creo ni en el primer ministro ni en el ministro de Defensa. No confío en una dirección que toma decisiones basándose en sentimientos mesiánicos.» [1].
Estas duras declaraciones de Yuval Diskin recibieron el respaldo de Meir Dagan, ex director del Mosad, y se producen después de otras declaraciones del jefe de Estado Mayor, el general Benny Gantz, quien admitió que Irán no está tratando de fabricar la bomba atómica [2].
Tan similares posiciones expresadas por estos responsables de la seguridad israelí son un llamado a la razón dirigido a los políticos israelíes para que se abstengan de embarcar al país en una guerra contra Irán.
Aunque la prensa occidental describe a Israel como un Estado moderno y como «la única democracia del Medio Oriente», lo cierto es que ese país sigue viviendo bajo el estado de urgencia y que sus actuales dirigentes son miembros de sectas extremistas.
Benjamin Netanyahu y Ehud Barak cortejan públicamente a rabinos ultraortodoxos como Ovadia Yossef, líder del movimiento político Shass, quien estima, por ejemplo, que los no judíos nacieron únicamente para estar al servicio del pueblo de Israel [3] y que todos los palestinos deben morir [4].
En septiembre de 2011, al hacer uso de la palabra ante la Asamblea General de la ONU, Netanyahu citó lo que le enseñó su maestro, el rabino Menahem Mendel Schneerson, líder del movimiento hasídico Lubavitch [5].
En septiembre de 2011, al hacer uso de la palabra ante la Asamblea General de la ONU, Netanyahu citó lo que le enseñó su maestro, el rabino Menahem Mendel Schneerson, líder del movimiento hasídico Lubavitch [5].
El primer ministro israelí cree, a título personal, que ese rabino es el Mesías, y que no murió en 1994 sino que aún vive fuera de la vista de los hombres. Netanyahu cree además que los discípulos del rabino Menahem Mendel Schneerson tienen el deber de contribuir al regreso de su maestro y que para ello deben provocar las guerras necesarias para llevarlo a manifestarse nuevamente ante los hombres.
En 2010, en un discurso pronunciado para celebrar la liberación del campo de concentración de Auschwitz, Benjamin Netanyahu anunció que se había cumplido la profecía del capítulo 37 de Ezequiel, sobre «las osamentas resecas» [6].
Según esa lógica escatológica, las profecías de los capítulos 38 y 39 estarían por concretarse. Israel tendría entonces que participar en una inmensa batalla, con cuantiosas bajas de ambas partes, en la que Dios debería intervenir para salvar al «Pueblo elegido». Para esta secta, una guerra de grandes proporciones contra Irán es una etapa indispensable para que llegue a manifestarse el Mesías, o sea el rabino Schneerson.
Yuval Diskin y sus colegas estiman que esa creencia constituye el único móvil de los esfuerzos que Benjamin Netanyahu y Ehud Barak han venido desplegando desde hace años para provocar una guerra con Irán.
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