2 AGOSTO 2012
Bolivia y Cuba, unidas en la lucha por su independencia y la integración latinoamericana, son hoy blancos constantes de campañas mediáticas y acciones subversivas de Estados Unidos, cuyo régimen ha dado sobradas evidencias de que tiene a ambos países en su mirilla siniestra.
No es casualidad que en esta misma semana, las naciones sudamericana y caribeña hayan sido denunciadas en informes, o incluidas en listas arbitrarias y unilaterales elaboradas por Washington, documentos en los que nadie cree, pero que tienen objetivos perversos, y pretenden justificar el accionar agresivo norteamericano contra La Paz y La Habana.
La administración de Obama en un reporte infundado y mal intencionado del Zar antidrogas de Estados Unidos señaló a Bolivia como el tercer productor de hoja de Coca en el mundo, y que supera a Colombia y otros estados en la producción de cocaína.
La respuesta del gobierno del presidente Evo Morales no se hizo esperar, al calificar el texto norteamericano de mal intencionado, con claros objetivos políticos, y no ajustado a la realidad.
Es bien conocido que Washington utiliza ese tema para atacar constantemente al ejecutivo de Morales, dañar el esfuerzo que hace actualmente Bolivia en la lucha integral contra el narcotráfico, y así justificar su conocido actuar subversivo contra este país andino.
La real intención norteamericana es mantener una guerra de desgaste que dé al traste con el presidente boliviano, quien evidentemente no es santo de devoción de la Casa Blanca por su postura antiimperialista y en favor de la unidad de America Latina.
En el caso de Cuba, una vieja espina trabada en la garganta de sucesivas administraciones norteamericanas, el régimen de Obama recurrió esta semana nuevamente a su desgastado y embustero ejercicio de incluir a la mayor de las Antillas en la lista de “Estados Patrocinadores del Terrorismo”.
Para nadie es un secreto que el verdadero objetivo de Washington es encubrir su arruinada y condenada política agresiva contra Cuba, y el criminal bloqueo económico, comercial y financiero que le impone al pueblo de la isla caribeña desde hace más de cinco décadas, recrudecido en los últimos años.
La nueva demostración de la paranoia endémica que padece Estados Unidos con Cuba fue ripostada inmediatamente por el Ministerio de Relaciones Exteriores de la nación antillana que acusó al gobierno norteamericano de ser el primer patrocinador del terrorismo mundial, y utilizar el terrorismo de Estado como arma política.
La conducta adoptada por Bolivia y Cuba, así como otros países de la región como Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Argentina, de dejar de ser de una vez por todas el traspatio de Washington, le molesta mucho al imperio decadente, que se empeña en impedir a toda costa la definitiva independencia e integración Latinoamericana.
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