sábado, 11 de mayo de 2024

¿Cómo los medios estadounidenses encubren genocidio en Gaza?


Mientras el genocidio en Gaza persiste, con la atención ahora dirigida a Rafah, y mientras medio mundo protesta contra esta violencia perpetrada por Israel y critica el papel primordial de Estados Unidos en ella, los medios estadounidenses oscilan entre la imprecisión, en el mejor de los casos, y la complicidad en la violencia contra los palestinos al informar sobre los acontecimientos en Gaza.

Por Xavier Villar

Como señaló el escritor y activista palestino Mohammed El-Kurd en un artículo, “desafortunadamente, cuando se trata de Palestina, la confusión y la manipulación son toleradas. El compromiso con la verdad desaparece”.

Un análisis más profundo revela la complicidad, o lo que se conoce como la fabricación del consentimiento para el genocidio, que implica la manipulación de la opinión pública a través de la propaganda, por parte de los principales medios de comunicación en Estados Unidos. En este análisis, se puede observar cómo el lenguaje mediático alimenta la propaganda islamofóbica y pro-sionista en su cobertura de los acontecimientos en Gaza. Una de las tácticas más comunes para lograr esto es mediante la indignación moral selectiva, que oculta el dolor y el sufrimiento del pueblo palestino, así como las injusticias estructurales, como la ocupación sionista de Palestina, que explican el origen de la respuesta de HAMAS el pasado 7 de octubre.

En general, se puede observar el uso de un discurso selectivo destinado a deshumanizar a los palestinos, lo que en muchos casos perpetúa un lenguaje abiertamente colonial que facilita la justificación de la violencia contra aquellos que son presentados como “menos humanos”.

Otro recurso ampliamente utilizado para “explicar” lo que está sucediendo en Palestina es referirse a ello como una guerra, presentando la imagen de dos partes con un uso similar del poder militar, lo que oculta la realidad de un genocidio perpetrado contra la población civil. En muchos casos, no hay mucha diferencia entre la cobertura de ciertos medios de comunicación estadounidenses y las cuentas de hasbara israelí en redes sociales, ya que ambos intentan establecer una falsa equivalencia entre la resistencia palestina y uno de los ejércitos más poderosos de la región.

Los ejemplos de noticias falsas y diversas distorsiones comenzaron poco después de la operación de HAMAS contra Israel el 7 de octubre de 2023. Una de las fabricaciones más notorias fue la de los “bebés decapitados por HAMAS” durante la operación “Tormenta de Al Aqsa”. Esta mentira fue inicialmente creada en Israel y rápidamente repetida hasta la saciedad por los medios más destacados y prestigiosos de Estados Unidos y Occidente. En este sentido, es importante señalar las similitudes entre los “bebés decapitados” de HAMAS y los bebés supuestamente arrancados de las incubadoras en Irak en la década de 1990, lo que contribuyó a crear un consenso público sobre la necesidad de llevar a cabo la conocida “Operación Tormenta del Desierto” contra el país árabe.

La necesidad de construir un relato mediático para mantener o defender una posición hegemónica es un fenómeno estudiado y reconocido. En este sentido, el escritor afroamericano James Baldwin, conocido por su postura crítica contra la política estadounidense, escribió en 1972 que “todos los reinos requieren consentimiento para funcionar, porque ningún reino puede mantenerse solo por la fuerza”. El pensador italiano Antonio Gramsci fue el padre del concepto teórico de hegemonía, explicando cómo los estados, en su búsqueda de justificación y control, recurren al consentimiento en lugar de depender exclusivamente del ejercicio de la fuerza.

En este sentido, en el contexto actual, muchos medios estadounidenses desempeñan ese papel. Es decir, el respaldo al genocidio no puede sostenerse sin una narrativa sostenible que intente presentar al lado que sufre como merecedor de lo que está ocurriendo.

Muchos de los artículos y reportajes publicados en medios occidentales enmarcan el genocidio en Palestina dentro del paradigma del “choque de civilizaciones”, popularizado por el académico estadounidense Samuel Huntington. Detrás de esta narrativa subyace el intento de crear una sensación de amenaza y peligro basada en la idea, claramente islamófoba, de que los palestinos se comportan de manera violenta e irracional debido a un supuesto odio atávico hacia los judíos.

A partir de la imagen de los “palestinos y musulmanes intrínsecamente violentos”, se articuló una campaña que se inició primero en Israel y luego se extendió a Occidente, centrada en la idea de que los ataques de HAMAS habían comenzado en Israel y luego se dirigirían hacia Occidente. Esta campaña equiparaba la respuesta israelí en Palestina con una guerra del “mundo libre” contra el “totalitarismo yihadista”, representado por HAMAS y la República Islámica de Irán.

Uno de los principales medios responsables de lo que se ha llamado la fabricación del consentimiento para el genocidio en Palestina es el periódico The New York Times, considerado muchas veces como el medio más relevante no solo en Estados Unidos, sino a nivel global. Se puede afirmar que el periódico tiene el poder de influir en la dirección de las noticias que se consumen en todo el mundo. Por ejemplo, su cobertura de las “armas de destrucción masiva en Irak” en su portada contribuyó en aquel momento a generar consenso en torno a la posterior invasión de Irak por parte del ejército estadounidense.

El experto en historia palestina, Rashid Khalidi, autor del libro “Palestina: Cien años de resistencia y colonialismo”, considera que The New York Times, en su cobertura sobre Palestina y la región en general, es “un agente poco confiable y extremadamente nocivo”.

En este sentido, se puede afirmar que The New York Times funciona como una herramienta ideológica de alta precisión cuyo objetivo principal es crear el consenso necesario para mantener el status quo político-ideológico tanto a nivel mundial como en lo que concierne a la región. En los últimos meses, desde el inicio del genocidio en Gaza, el periódico ha retratado las operaciones militares israelíes como “acciones defensivas”, enmarcándolas dentro del supuesto derecho de Israel a defenderse. Además, ha llegado incluso a culpar a HAMAS del asesinato en masa de palestinos, alegando que los utiliza como escudos humanos.

Como documentó el medio online The Intercept, The New York Times contrató a varios ex agentes de inteligencia israelíes con el objetivo doble de fabricar propaganda sensacionalista contra la Resistencia Palestina y publicar artículos claramente pro-sionistas. En este sentido, junto con otros medios occidentales, el NYT publica regularmente comunicados del ejército sionista sin realizar ninguna verificación independiente, a pesar de la larga historia de mentiras y fabricaciones de dicho ejército.

Como explica el proyecto periodístico, The New York War Crimes, esta connivencia del periódico con la visión político-militar estadounidense no es algo nuevo, sino que forma parte de la larga trayectoria del periódico desde los años 50 del siglo pasado, cuando fabricó el consentimiento para el golpe de Estado contra Mosadeq en 1953 en Irán.

Del mismo modo, se puede afirmar que los medios de comunicación estadounidenses, incluido el NYT en particular, han fabricado el consentimiento para el genocidio palestino al ocultar, en primer lugar, la violencia intrínseca relacionada con la fundación de Israel en 1948. Además, han intentado representar la resistencia palestina de forma descontextualizada, presentándola como “violencia irracional” contra los judíos, omitiendo el trasfondo histórico y las injusticias que han sufrido los palestinos a lo largo de los años.

Leer el New York Times en estos meses implica haber encontrado artículos donde Israel responde al ataque considerado irracional de HAMAS, un grupo terrorista islámico con conexiones con Irán, con lo que se describe como fuerza proporcional. Además, se menciona que los ataques a hospitales y escuelas, aunque “lamentables”, son justificados como males necesarios debido a la supuesta utilización de la población civil como escudos humanos por parte de HAMAS. En este marco, Estados Unidos es retratado como un aliado criticable, pero no como un cómplice del genocidio. Los rehenes israelíes son objeto de numerosos editoriales, mientras que los miles de palestinos secuestrados y torturados pasan desapercibidos en la cobertura.

Esto es lo que implica la fabricación del consentimiento del genocidio: no solo una distorsión de la realidad o una mala fe, sino la voluntad de deshumanizar a un grupo de personas en comparación con otro, con el objetivo de hacer que su muerte sea considerada aceptable.


Xavier Villar es Ph.D. en Estudios Islámicos e investigador que reparte su tiempo entre España e Irán.

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