El derrocamiento orquestado por el Occidente del gobierno de Bashar al-Asad en Siria no alterará las ecuaciones del Eje de Resistencia.
El giro dramático de los acontecimientos en Siria ha sorprendido a muchos después de que un grupo de milicias tomara el control de Damasco, capital siria, y obligara al presidente Bashar al-Asad a abandonar el país.
El plan de “cambio de régimen” en Siria se había gestado durante años, con la participación de varios actores internacionales y regionales que compartían un objetivo común: el derrocamiento del gobierno de Al-Asad.
Lo ocurrido ahora podría haber sucedido hace 13 años, cuando existía un consenso entre algunos estados occidentales y árabes para derrocar al gobierno democráticamente elegido de Al-Asad.
De hecho, la decisión de expulsar a Al-Asad del poder se tomó incluso antes de 2011, en 2005, tras el asesinato del ex primer ministro libanés Rafiq Hariri. Occidente decidió aprovechar esa oportunidad para eliminar al Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá) de la escena.
Dada la importancia estratégica de Siria para Hezbolá y el frente de Resistencia, buscaron utilizar los buenos oficios de Al-Asad para ejecutar su malévolo plan contra el movimiento de Resistencia libanés.
En algunas reuniones entre funcionarios occidentales y Al-Asad tras el asesinato de Hariri a principios de 2005, se le ofreció el control sobre el Líbano a cambio de desarmar a Hezbolá. Sin embargo, él los puso en jaque al retirar sus tropas del país para evitar caer en una trampa mortal.
Fue entonces cuando el bloque occidental decidió que Al-Asad debía irse, ya que se negó a entrar en cualquier acuerdo que comprometiera el apoyo de su gobierno al frente de Resistencia. Cabe señalar que fue este frente de Resistencia el que frustró durante casi dos décadas los complots occidentales contra el Líbano y Siria.
Desde los horrores de Daesh, un grupo terrorista takfirí con ambiciones territoriales sobre todos los países musulmanes de la región, nos enfrentamos ahora a una combinación de grupos opositores armados y terroristas que se limitan a Siria, algunos incluso a partes específicas del país.
Esto demuestra claramente que, aunque no es un buen día para el frente de Resistencia, el mal mayor ya ha sido derrotado, y la Resistencia ha frustrado con éxito muchos complots contra la región.
Como señaló el Ministerio de Asuntos Exteriores de Irán en un comunicado el domingo, la soberanía e integridad territorial de Siria deben ser respetadas, y el destino del país debe ser decidido por el pueblo sirio, no por actores externos.
La intervención extranjera es lo que ha causado estragos en el país árabe a lo largo de los años, especialmente los impíos complots orquestados por los Estados Unidos y los países europeos junto con el régimen israelí contra Siria.
Para socavar el gobierno democráticamente elegido en Siria y debilitar su apoyo al Eje de Resistencia, Estados Unidos y sus aliados armaron sanciones contra el país.
En 2011, antes de que estallara la insurgencia respaldada por Occidente en Siria, el país tenía un gobierno estable y una sociedad próspera. Se estima que las reservas extranjeras de Siria eran de alrededor de 20-22 mil millones de dólares en ese momento, y las fuerzas armadas estaban compuestas por casi 300 000 efectivos activos.
Tras el surgimiento de la insurgencia contra el gobierno, unos pocos miles de militares se unieron al campo enemigo, atraídos en su mayoría por beneficios financieros lucrativos y la guerra psicológica.
En los años siguientes, a medida que la militancia se agravaba, la floreciente economía del país fue devastada por sanciones crueles y paralizantes, que empujaron a la población hacia la pobreza y alimentaron el descontento.
Las fuerzas armadas fueron igualmente afectadas por la deteriorada situación económica, especialmente después de que el gobierno de Estados Unidos anunciara sanciones adicionales contra Siria bajo la llamada “Ley César” en diciembre de 2019, lo que obligó a muchos de ellos a cambiar de bando para mantener a sus familias.
Así, el ejército sirio enfrentó un colapso interno debido a las draconianas presiones económicas. A pesar de los esfuerzos del gobierno de Al-Asad por manejar la situación, no fue suficiente.
Con las fuerzas armadas nacionales desintegrándose y desmoralizadas, ninguna otra fuerza podría sustituirlas. Sin embargo, a pesar de su involucramiento en otros desarrollos regionales, desde Gaza hasta el Líbano, los aliados del gobierno sirio estaban dispuestos a ofrecer ayuda militar a solicitud de Damasco. No obstante, las fuerzas extranjeras solo pueden apoyar a las fuerzas sirias, no reemplazarlas.
La República Islámica de Irán, por su parte, se mantuvo firmemente junto al gobierno y al pueblo sirio hasta el último día, ofreciendo toda la asistencia requerida por el gobierno de Damasco.
El presidente Al-Asad, en sus últimos días en el cargo, parecía confiado en que podría proteger a Siria, pero la situación se descontroló dramáticamente, sumergiendo al país en una era de incertidumbre con potenciales efectos en cadena para todos los vecinos de Siria.
¿Pero afectarán estos desarrollos desagradables al Eje de Resistencia? A lo largo de los años, la Resistencia no ha dependido de nadie. Incluso antes de que Siria se convirtiera en la ruta logística para la Resistencia, Hezbolá y otros movimientos ya se habían establecido como fuerzas a tener en cuenta.
Esto continuará en el futuro. Los movimientos de Resistencia en Yemen y Gaza han estado prácticamente desconectados de sus países de apoyo, pero aún encuentran formas de persistir.
La última guerra entre Hezbolá y el régimen sionista lo demuestra. A pesar de que el régimen bombardeó todas las rutas entre Siria y el Líbano, la Resistencia libanesa mantuvo la superioridad y obligó al acorralado régimen de Benjamín Netanyahu a buscar un acuerdo de alto el fuego con el Líbano tras la histórica operación de Hezbolá, “Domingo Negro”, en pleno corazón de Tel Aviv.
El rápido avance del régimen sionista en Siria, más allá de los altos del Golán ocupados tras la caída del gobierno en Damasco, subraya su ambición de largo plazo de materializar la idea de un “Gran Israel” ocupando más territorio sirio.
Los países que respaldaron a estos terroristas y fuerzas opositoras armadas para derrocar al gobierno de Al-Asad deberían ahora reflexionar sobre cómo resistirán la agenda expansionista de Tel Aviv cuando las fuerzas del régimen toquen a sus puertas.
El tiempo demostrará que aquellos que vitorearon la caída del gobierno sirio fueron los verdaderos perdedores.
Texto recogido de un artículo publicado en Press TV.
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