Los promotores de la marcha que hoy arribará a la capital no han podido disfrazar sus verdaderas intenciones políticas, pese a la caudalosa verborrea acerca del “agua y de la vida”, cuya supuesta defensa les ha lanzado al largo trayecto desde El Pangui, provincia de Zamora Chinchipe. La nota dominante de sus proclamas la constituye el griterío contra “la dictadura de Correa”, que solo cabe en la mente afiebrada del club de autocandidatos a la Presidencia de la República, desesperados por la perspectiva de quedar a la cola en las elecciones de febrero próximo, y a lo mejor despedirse para siempre de sus sueños de llegar algún día a Carondelet.
Dicen los tales promotores que “inundarán Quito” con las multitudes que anuncian y que nadie las verá por ninguna parte, pues ni siquiera reunirán veinte mil manifestantes, cifra que representa menos del uno por ciento de los habitantes de Quito. Y esto sumando los diez movimientos, partidos y cofradías de ultraizquierda, seudoizquierda, derecha de todos los tonos y oportunistas de distinta pelambre.
Y agregando la abundante ayuda publicitaria y noticiosa de los grandes medios, a los cuales jamás les importó ni el agua ni la vida de los ecuatorianos, como lo prueba la confabulación de los “pelucones” de la Junta Cívica de Guayaquil y similares de otros lados del país con esos grandes lagartos denominados Interagua y TripleOro, que no son sino subsidiarias enanas de un gigantesco monopolio multinacional denominado Betchel, con asiento en Londres y Nueva York. Junta Cívica a cuya billetera acudieron en meses pasados, con lujo de fotografías y videos, unos cuantos dirigentes de la Conaie.
Que hay varias razones para ejercer la crítica al Gobierno actual, de acuerdo. Y más todavía para expresar protestas y formular reclamos. Pero una cosa es hacerlo en ejercicio de los derechos del pueblo, y otra muy distinta subirse a la misma camioneta de los golpistas del 30-S, a los automóviles de lujo de los banqueros fraudulentos y a las avionetas de la CIA. Que de todo ello lo veremos en la “inundación de Quito”, pues todos estos grupos y sectores están apoyando fuertemente tras bastidores a los promotores de la famosa marcha, ejecutada más sobre ruedas que con alpargatas.
Por otra parte, pasada la “inundación”, el presidente Correa y Alianza PAIS deberán ahondar en sus reflexiones y ejecutar movimientos más decisivos contra la corrupción y a favor de cambios incisivos como la Revolución Agraria.
Esto mientras mantienen con firmeza su bandera más alta: la soberanía nacional, tan odiada por la derecha y tan silenciada por los “revolucionarios” en conocidas sectas de charlatanes.
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