Roberto Follari
En una reconocida cadena internacional de TV para Latinoamérica estaban nerviosos, y el día viernes por la tarde una espléndida morena que habitualmente allí aparece insistía en los males que a los latinoamericanos nos podía traer haber abandonado la siempre inútil OEA, y haber avanzado en la constitución de una organización multilateral que no incluye a los Estados Unidos.
Los azotes a la decisión soberana de los países del subcontinente se combinaban con la entrevista a un ignoto profesor de Miami -lugar emblemático del imperio, sin dudas-, el cual, con tal de hablar mal de la naciente Celac, no se ocupaba mucho de hacerlo con alguna coherencia. De tal manera, el descuidado pero enfático académico lanzó primero que “esto se hace nada más que para crear burocracia, para dar puestos a algunos...y para burocracia ya está la OEA, esto es solo duplicar los gastos en burocracia”. Hubo una interrupción de la entrevista, que pareciera oscureció los argumentos del académico en cuestión.
Tras los avisos publicitarios, el dúo de la entrevistadora y el entrevistado (que hacían total espejo en sus opiniones, es decir que era como si ella se entrevistara a sí misma) avanzó en nuevas críticas. Poco demoró el hombre que hablaba desde Florida en lanzar que “hacer una burocracia como la de la OEA es algo difícil, habrá que ver si es capaz la Celac de producir una burocracia compleja como la que aquí se necesita”. Lo repito como lo escuché, no de manera textual, pero seguro muy cercana a lo dicho. Palos porque bogas y porque no bogas, argumentos contrarios muestran que el académico de Florida tiene algunos problemas con el uso de la lógica; o, más bien, que la ideología le impide aplicar razonablemente la lógica.
Porque de eso se ha tratado: de socavar la naciente organización, que nada tiene que ver con la OEA, pues esta última carece de rol y de legitimidad desde hace varias décadas. América Latina y el Caribe se ponen de pie, asumen autónomamente su derecho de discutir internamente sus acuerdos y diferencias. “Les va a pasar igual que a la OEA” claman, confundiendo sus deseos con la realidad, los mentores del dominio estadounidense sobre la región. Es lo que vimos decir a un partidario de Uribe, en el mismo canal de TV unos minutos después; la morena ahora rechazaba la injerencia de Uribe en asuntos internos de otros países, pero debía soportar que el seguidor de Uribe acordara justamente con las políticas pro estadounidenses que ella acababa de defender junto al académico de Miami. Ella quería apostrofar a alguien que le mostraba demasiada cercanía. Pues ciertamente el apoyo del uribismo a la OEA no viene a decir nada en favor de la OEA, y sí mucho en favor de que gobiernos democráticos de la región busquen otro espacio de debate y decisión.
Alumbra la Celac. Alumbra una organización latinoamericana y del Caribe independiente de la tutela del Norte. Nace un horizonte de posibilidades abierto por los numerosos gobiernos con voluntad soberana que tenemos en Centro y Sur del continente en este momento.
Alumbra la Celac. Alumbra una organización latinoamericana y del Caribe independiente de la tutela del Norte. Nace un horizonte de posibilidades abierto por los numerosos gobiernos con voluntad soberana que tenemos en Centro y Sur del continente en este momento.
Por cierto que nada será fácil. Por cierto que hay diferencias y tensiones entre diferentes países y gobiernos. Nunca la diplomacia es tarea simple, pero esta vez se da en Celac sin “voz del amo”, sin la palabra privilegiada de poderes que no pertenecen a la región. Se da entre países no iguales en poder o en recursos, pero sí que reconocen mutuamente su dignidad y su valor. De modo que habrá problemas, pero que no se ilusionen los redactores de fáciles recursos para TV: no serán los problemas de la OEA. Esa que ya no aporta soluciones, porque ya nadie le plantea problemas
a resolver.
a resolver.
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