Miércoles, 21/12/2011 17:39 PM
Por Tribuna de La Habana en la sección
Claudia Rodríguez León
La ofensiva de Washington por el Oriente Medio colocó (directamente) a la administración Obama, frente a su enemigo histórico: Rusia. Las recientes medidas aplicadas por Moscú _frente a un eventual golpe atómico de Estados Unidos, condujo a desplegar su armamento ofensivo balístico intercontinental no solo para disuadir la estrategia de la Casa Blanca, al colocar un cinturón (escudo antimisil) al “oso ruso”, sino que las respuestas en la “guerra diplomática”, no dejan margen a las dudas
La ofensiva de Washington por el Oriente Medio colocó (directamente) a la administración Obama, frente a su enemigo histórico: Rusia. Las recientes medidas aplicadas por Moscú _frente a un eventual golpe atómico de Estados Unidos, condujo a desplegar su armamento ofensivo balístico intercontinental no solo para disuadir la estrategia de la Casa Blanca, al colocar un cinturón (escudo antimisil) al “oso ruso”, sino que las respuestas en la “guerra diplomática”, no dejan margen a las dudas. Tanto el premier ruso Mendeiev, como Putin (aspirante a la presidencia por segunda ocasión) han expuesto sus criterios de manera pública. El más reciente resultó el diálogo telefónico entre los mandatarios Obama y Mendeiev. Las amenazas del señor Barack, fueron respondidas con energía: “sus declaraciones no tienen (proceso electoral ruso) ninguna importancia”, advirtió Mendiev.
Resulta que la estrategia es la misma. El enemigo principal de Washington es el mismo: Rusia y, aunque el escenario de guerra tiene un nuevo soporte: el ciberespacio, las decisiones en relación con el primer golpe (nuclear), no han cambiado.
Para los estrategas del Pentágono resulta impostergable establecer las condiciones idóneas que les permitan continuar la ofensiva descrita en el programa imperialista estadounidense, intervenir militarmente en cualquier nación considerada hostil (a sus intereses hegemónicos) y mantener las presiones sobre sus "aliados" con el propósito de cumplir los objetivos de la política imperial de la Casa Blanca en territorio de la vieja Europa.
Hasta aquí no es un asunto nuevo según la orientación de la política exterior norteamericana de postguerra. Incluso los propios aliados de Washington, reconocen el peligro que representa un mundo unipolar donde solo una nación concentra el poderío suficiente para destruir cualquier sistema de defensa concebido a partir de armas convencionales y un presupuesto de defensa insuficiente para competir con el desarrollado por los Estados Unidos.
Por supuesto para algunos es más fácil plegarse. Poner las barbas en remojo sin remordimientos de conciencia y me refiero a personas, no a pueblos. Específicamente casos como los de España y Gran Bretaña. Ambas naciones observan y siguen (como aliados) con recelo el despliegue estadounidense en las llamadas zonas de conflicto: Oriente Medio.
La estrategia seguida contra Iraq _a partir de la búsqueda de armas de destrucción masiva_ fue un burdo pretexto esgrimido en complicidad con los aliados imperiales para controlar parte de las más importantes reservas del crudo y una zona geográficamente estratégica en relación con el acceso al Asia y por consiguiente el dominio de esta parte del mundo.
Recuérdese cuando el, entonces, presidente Bush declaró (públicamente) el interés de apoyarse en proyectos espaciales rusos en el propósito estadounidense de "conquistar el Cosmos". Pero también solicitó otros miles de millones de dólares al Congreso para iniciar de inmediato el programa de construcción de nuevos vehículos aerospaciales, sistemas de comunicación supersofisticados... Todo un arsenal comprometido con la fabricación de misiles en función el sistema de defensa fabulado en el "escudo galáctico". Es la cara oculta de esta verdad.
Incluso, aquella vez, el señor Colin Powell (quien fuera el jefe del ejército de Estados Unidos) se encargó de poner su cara para el trabajo sucio de la diplomacia estadounidense: aseguró a Rusia que las nuevas bases de Estados Unidos, en algunos países, del Este de Europa "serán solo provisorias", agregó, con un cierto toque de ironía al referirse a las dimensiones limitadas del área ocupada y no en relación con la potencia del armamento instalado.
Mucho menos hacia el lugar donde serán disparadas. Por supuesto, el otrora secretario de estado, aseguró que no sería contra su enemigo histórico: Rusia. Quizás hasta cruzó los dedos.
En este caso es oportuno recordar si, el entonces presidente ruso Vladimir Putin, “entendió” el gesto de Washington cuando se le explicó que: "nuestro contingente militar en Europa será reducido y las fuerzas que quedarán serán trasladadas de una manera más racional." ¿De cuál territorio, del antiguo Pacto de Varsovia, se “protegen” los Estados Unidos? Sobre todo, la respuesta sería obvia. El escudo estratégico antimisil, que intenta la Casa Blanca, advierte la colocación de estados-bases de lanzamiento balístico, cuyos países podrían servir para los desplazamientos de tropas imperiales a las regiones de crisis como Asia Central (¿China?), Medio Oriente y Golfo Pérsico."
Precisamente, en el Oriente Medio, la situación ofensiva militar creada, por la administración Obama, condujo a la captura de los drones por Irán. Esta situación imprevista por el Pentágono llevó a Washington a proyectarse con una nueva amenaza:
“Irán podría crear una bomba nuclear dentro de un año o hasta más rápido”, según afirmó el secretario de defensa estadounidense, Leon Panetta, quien no excluyó recurrir a ataques militares para impedirlo. La teoría del primer golpe. Recuérdese que, ya en otras ocasiones, se han producido ataques contra instalaciones industriales iraníes con la participación de aviones de cazabombarderos israelíes. Mucho menos olvidar la ejecución selectiva de científicos iraníes vinculados a los proyectos de investigación de la energía atómica.
En una entrevista con la cadena CBS, Leon Panetta, dijo: “Si proceden y recibimos los datos de inteligencia que prueben están desarrollando un arma nuclear, tomaremos cualesquiera medidas para impedirlo”.
“No hay opciones fuera de la mesa”, comentó al ser preguntado si ataques militares es una posibilidad.
“No hay opciones fuera de la mesa”, comentó al ser preguntado si ataques militares es una posibilidad.
Al mismo tiempo confesó que por el momento no hay indicaciones de que Teherán haya decidido a proceder con el desarrollo de armas nucleares.
Durante varios años Irán está bajo presión internacional sobre su programa nuclear que - sostiene - busca fines únicamente pacíficos y está dirigido a proveer de energía eléctrica al país.
En noviembre pasado el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) presentó un controvertido informe afirmando que Irán podría haber fabricado armas nucleares hasta el 2003 y podría reanudar el desarrollo. Dicho documento provocó una nueva ola de sanciones internacionales contra el país.
Sin embargo, este año, el jefe del OIEA, Yukia Amano, rechazó una invitación a Irán tras calificarla de “inútil” si Teherán no mostraba disposición para discutir el asunto de las armas nucleares. No obstante, Irán invitó a la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) a enviar inspectores al país, pero sin aclarar qué sitios podrían inspeccionar, coincidieron el martes fuentes diplomáticas occidentales.
¿Cómo saldrá Estados Unidos de esta situación generada por su ofensiva imperial? La respuesta a esta cuestión podría definirse solo si Washington dice adiós a las armas, pero esa frase está excluida del catálogo de variantes, para la ofensiva imperial, de la administración Obama o de cualquier otra que la suceda en los Estados Unidos.
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