Proporcionando un enfoque valioso sobre la dinámica alrededor de la confrontación entre Irán y Estados Unidos que se viene desarrollando en el estratégico Estrecho de Ormuz, Nazemroaya describe una situación que inevitablemente evoca la historia de David y Goliat. Con la geografía y el derecho internacional firmemente del lado de Irán, un final igual de sorprendente no sería de excluir.
- Militares iraníes partecipando en las maniobras navales "Velayat 90", en el Mar de Omán, Irán, 28 de diciembre de 2011. Los ejercicios navales cubren un área de 2.000 kilómetros que se extiende desde el este del Estrecho de Ormuz en el Golfo Pérsico hasta el Golfo de Adén.
Tras años de amenazas por parte de EEUU, Irán está adoptando una serie de medidas que sugieren que está dispuesto a cerrar el Estrecho de Ormuz y que puede hacerlo. El 24 de diciembre de 2011, Irán inició sus maniobras militares Velayat-90 en el Estrecho de Ormuz y sus alrededores, extendiéndose desde el Golfo Pérsico y el Golfo de Omán (Mar de Omán) al Golfo de Adén y el Mar Arábigo.
Desde que esas maniobras tuvieron lugar, ha habido una escalada bélica verbal entre Washington y Teherán. Sin embargo, nada de lo que la Administración Obama o el Pentágono han dicho o hecho hasta ahora ha impedido que Teherán continúe con sus ejercicios navales.
La naturaleza geopolítica del Estrecho de Ormuz
Además del hecho de que es un punto vital de tránsito de los recursos energéticos globales y un cuello de botella estratégico, es preciso tener en cuenta dos aspectos más respecto al Estrecho de Ormuz y a su relación con Irán. El primero se refiere a la geografía del Estrecho de Ormuz. El segundo tiene que ver con el papel de Irán en la cogestión del estratégico estrecho en virtud del derecho internacional y de sus derechos nacionales de soberanía.
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El tráfico marítimo que atraviesa el Estrecho de Ormuz ha estado siempre en contacto con las fuerzas navales iraníes, compuestas mayoritariamente por las fuerzas regulares de la Marina y el sector de la Marina de la Guardia Revolucionaria de Irán. De hecho, las fuerzas navales iraníes controlan y vigilan el Estrecho de Ormuz junto con el Sultanato de Omán a través del enclave omaní de Musandam. Y lo que es más importante aún, todo el tráfico marítimo que atraviesa el Estrecho de Ormuz, incluida la Marina de EEUU, debe navegar por aguas territoriales iraníes. Casi todas las entradas al Golfo Pérsico se hacen a través de las aguas iraníes y casi todas las salidas a través de aguas omaníes.
Irán permite que todos los barcos extranjeros utilicen sus aguas territoriales con buena fe y en base a la Parte III de la Convención de las Naciones Unidas sobre las Disposiciones de Tránsito Marítimo reguladas en el Derecho del Mar, que estipula que los navíos son libres de navegar a través de estrechos marítimos y otras formaciones similares de agua si realizan una navegación rápida y continua entre un puerto abierto y alta mar. Aunque Teherán sigue normalmente las prácticas de navegación recogidas en el Derecho del Mar, no está legalmente vinculado a ellas. Al igual que Washington, Teherán firmó este tratado internacional, pero no lo ratificó nunca.
Tensiones irano-estadounidenses en el Golfo Pérsico
En recientes desarrollos, el Majlis (parlamento) iraní está volviendo a valorar el uso que hacen los navíos extranjeros de las aguas iraníes del Estrecho de Ormuz. Y está proponiendo una serie de leyes que podrían impedir que cualquier barco extranjero de guerra pueda utilizar, sin el permiso iraní, las aguas territoriales iraníes para navegar a través del Estrecho de Ormuz. El Comité de Política Exterior y de Seguridad Nacional del parlamento está actualmente estudiando una legislación que establezca una postura oficial, que dependería de los intereses estratégicos y de la seguridad nacional de Irán [1].
El 30 de diciembre de 2011, el portaviones estadounidense USS John C. Stennis pasó a través de la zona donde Irán realizaba sus maniobras navales. El comandante de las fuerzas regulares iraníes, el general de división Ataollah Salehi, aconsejó al mencionado portaviones, y a otros navíos de la marina estadounidense, que no volvieran al Golfo Pérsico mientras Irán realizaba sus ejercicios, añadiendo que Irán no acostumbra a repetir una advertencia dos veces [2]. Poco después del severo aviso iraní a Washington, el secretario de prensa del Pentágono respondió a través de un comunicado diciendo: “Nadie en este gobierno busca una confrontación [con Irán] acerca del Estrecho de Ormuz. Es importante que rebajemos la temperatura” [3].
En un escenario real de conflicto militar con Irán, es muy probable que los portaviones de EEUU actuaran desde el exterior del Golfo Pérsico y desde el sur del Golfo de Omán y el Mar Arábigo. A menos que el sistema de misiles que Washington está desarrollando en los petro-reinos del sur del Golfo Pérsico no resulte operativo, no es probable que haya un gran despliegue de grandes buques de guerra estadounidenses por el Golfo Pérsico. Y las razones tienen que ver con las realidades geográficas y las capacidades defensivas de Irán.
La geografía actúa en contra del Pentágono: la fuerza naval estadounidense encuentra sus límites en el Golfo Pérsico
La fuerza naval estadounidense, que engloba tanto a la Marina como a la Guardia Costera de EEUU, ocupa un lugar preeminente sobre todas las demás fuerzas marítimas y marinas del mundo. Sus capacidades en los océanos y mares profundos no tienen parangón con ninguna otra potencia naval. Pero preeminencia no significa invencibilidad. Y las fuerzas navales estadounidenses son sin embargo vulnerables en el Estrecho de Ormuz y en el Golfo Pérsico.
A pesar de su poderío y fuerza, la geografía trabaja literalmente contra el poder naval de EEUU en el Estrecho de Ormuz y el Golfo Pérsico. La relativa estrechez del Golfo Pérsico lo convierte casi en un canal, al menos respecto a un contexto estratégico y militar. Hablando en sentido figurado, los portaviones y buques de guerra de EEUU se encontrarían confinados en aguas estrechas o encerrados dentro de las aguas costeras del Golfo Pérsico.
Ahí es donde las capacidades de los misiles avanzados del ejército iraní entran en juego. El arsenal de torpedos y misiles iraníes harían un trabajo rápido con los activos navales estadounidenses en las aguas del Golfo Pérsico donde quedarían aprisionados. Por esta razón es por la que EEUU ha estado muy ocupado en los últimos años creando un sistema de escudo antimisiles en el Golfo Pérsico en los países del Consejo de Cooperación del Golfo.
En el Golfo Pérsico, incluso las pequeñas patrulleras iraníes, que parecen algo lamentable e insignificante frente a un portaviones o un destructor estadounidense, suponen una amenaza para los buques de guerra de EEUU. Las apariencias pueden engañar; esas patrulleras pueden fácilmente lanzar una descarga de misiles que podrían dañar gravemente y hundir a grandes buques de guerra estadounidenses. Las pequeñas patrulleras son casi apenas detectables y es difícil acertarles.
Las fuerzas iraníes podrían también atacar las capacidades navales estadounidenses lanzando sencillamente ataques de misiles desde territorio iraní en la costa norte del Golfo Pérsico. Incuso en 2008, el Instituto Washington para la Política de Oriente Próximo reconoció la amenaza de las baterías móviles costeras de misiles de Irán, de los misiles anti-buque y de los barcos pequeños dotados de misiles [4] . Otros activos iraníes, como aviones teledirigidos, aerodeslizadores, minas, equipos de buzos y mini-submarinos podrían también utilizarse en una guerra naval asimétrica contra la V Flota de EEUU.
Incluso los propios simulacros de guerra del Pentágono han mostrado que una guerra con Irán en el Golfo Pérsico podría suponer un desastre para EEUU y su ejército. Tenemos un ejemplo clave en los juegos bélicosMillennium Challenge 2002 (MC02) en el Golfo Pérsico, que se estuvieron realizando desde el 24 de julio al 15 de agosto de 2002 y que necesitaron casi de dos años de preparativos. Esas gigantescas maniobras fueron uno de los mayores y más caros juegos de guerra jamás desplegados por el Pentágono. El Millennium Challenge 2002 se celebró poco después de que el Pentágono decidiera continuar el impulso de la guerra en Afganistán atacando Iraq, Somalia, Sudán, Libia, el Líbano, Siria, para rematarlo todo con el gran premio de Irán en una amplia campaña bélica que asegurara la primacía de EEUU en el nuevo milenio.
Una vez terminado el Millennium Challenge 2002, el juego bélico se presentó “oficialmente” como un simulacro de guerra contra Iraq bajo el gobierno del presidente de Sadam Husein, pero esos juegos bélicos se referían a Irán [5]. EEUU estaba ya preparado en aquel momento para la inminente invasión anglo-estadounidense de Iraq. Además, Iraq no tenía potencial naval que mereciera la utilización a tan gran escala de la Marina de EEUU.
El Millenniun Challenge 2002 se llevó a cabo como un simulacro de guerra contra Irán, que recibió en clave el nombre de “Red”, refiriéndose a él como un desconocido estado enemigo canalla del Oriente Medio en el Golfo Pérsico. Ningún otro país que no fuera Irán podía cumplir los perímetros y características de “Red” y sus fuerzas militares, desde los buques-patrulla a las unidades de motocicletas. El simulacro de guerra se produjo porque Washington planeaba, tras invadir Iraq en 2003, atacar muy pronto a Irán.
El escenario del juego bélico de 2002 empezó denominando “Blue” a EEUU y dándole a Irán un ultimátum de un día para que se rindiera en el año 2007. La fecha del juego bélico de 2007 se correspondía cronológicamente con los planes estadounidenses de atacar Irán tras el ataque de Israel al Líbano en 2006, que se extendería, según los planes militares, a una guerra más amplia contra Siria. Sin embargo, la guerra contra el Líbano no salió según lo planeado y EEUU e Israel comprendieron que si Hizbollah podía desafiarles en el Líbano, ampliar después la guerra a Siria e Irán podría conllevar un desastre.
En el escenario bélico del Millennium Challenge 2002, Irán reaccionaría a la agresión estadounidense lanzando una descarga masiva de misiles que aplastaría a EEUU y destruiría dieciséis de sus buques: un portaviones, diez cruceros y cinco barcos-anfibio. Se estimó que de haber sucedido así en el contexto de un escenario de guerra real, en el primer día del ataque podrían haber muerto 20.000 soldados estadounidenses [6].
A continuación, Irán enviaría a sus pequeñas patrulleras –esas que parecen insignificantes en comparación con el USS John C. Stennis y otros grandes buques de guerra estadounidenses- a liquidar lo que quedara de las fuerzas navales del Pentágono en el Golfo Pérsico, lo que provocaría enormes daños, el hundimiento de la mayor parte de la V Flota y la derrota de EEUU. Tras la derrota estadounidense, los simulacros de guerra empezarían de nuevo, pero “Red” (Irán) tendría que actuar asumiendo sus desventajas y deficiencias para que las fuerzas estadounidenses pudieran salir victoriosas de las maniobras [7]. Este resultado de los juegos de guerra obviaba el hecho de que EEUU habría acabado arrollado en el contexto de una guerra convencional real con Irán en el Golfo Pérsico.
Por consiguiente, el formidable poderío naval de Washington queda muy rebajado a causa tanto de la geografía de por las capacidades militares iraníes en lo que se refiere a combatir en el Golfo Pérsico o incluso en gran parte del Golfo de Omán. Al no poder disponer de aguas abiertas, como en el Océano Índico o el Océano Pacífico, EEUU tendrá que combatir con unos tiempos de respuesta en gran medida reducidos y, lo que es más importante, no podrá batallar desde una distancia considerable (militarmente segura). Así, equipos enteros de herramientas de los sistemas defensivos navales de EEUU, diseñados para combatir en mares abiertos utilizando ámbitos distanciados, se vuelven inútiles en el Golfo Pérsico.
¿Resulta por tanto superfluo el Estrecho de Ormuz a la hora de debilitar a Irán?
El mundo entero conoce la importancia del Estrecho de Ormuz, y Washington y sus aliados son muy conscientes de que los iraníes pueden cerrarlo militarmente durante un período de tiempo importante. Por esta razón es por la que EEUU ha estado trabajando con los países del CCG –Arabia Saudí, Qatar, Bahrein, Kuwait, Omán y los Emiratos Árabes Unidos- para crear una nueva ruta para su petróleo mediante oleoductos que rodeen el Estrecho de Ormuz y canalicen directamente el petróleo del CCG hacia el Océano Índico, el Mar Rojo o el Mar Mediterráneo. Washington ha estado también presionando a Iraq para que busque rutas alternativas en sus conversaciones con Turquía, Jordania y Arabia Saudí.
Tanto Israel como Turquía se han mostrado también muy interesados por este proyecto estratégico. Ankara ha celebrado conversaciones con Qatar para construir una terminal petrolífera que llegue a Turquía a través de Iraq. El gobierno turco ha tratado de conseguir que Iraq una sus campos petrolíferos en el sur con las rutas de tránsito que van a través de Turquía, al igual que están los del norte. Todo esto vinculado al objetivo turco de convertirse en corredor energético y en importante eje de tránsito.
La finalidad perseguida con la creación de esa nueva ruta para el petróleo lejos del Golfo Pérsico es eliminar un elemento importante de influencia estratégica del que Irán dispone frente a Washington y sus aliados. Reduciría eficazmente la importancia del Estrecho de Ormuz. Podría muy bien convertirse en un requisito previo de los preparativos de guerra y de la guerra dirigida por EEUU contra Teherán y sus aliados.
Es dentro de ese marco donde los Emiratos Árabes Unidos están promoviendo el Oleoducto de Crudo de Abu Dhabi o el Oleoducto Hashan-Fujairah, que circunvalará la ruta marítima en el Golfo Pérsico que pasa a través del Estrecho de Ormuz. El proyecto se consolidó en 2006, el contrato se firmó en 2007 y la construcción empezó en 2008 [8]. Ese oleoducto va directamente desde Abu Dhabi al puerto de Fujairah en la costa del Golfo de Omán en el Mar Arábigo.
Es decir, que dará acceso directo con el Océano Índico a las exportaciones desde los EAU. Al rodear Ormuz, se le ha presentado abiertamente como un medio para reforzar la seguridad energética en un intento por evitar al ejército iraní. Además de la construcción de este oleoducto, se contempló también la construcción de una reserva petrolífera estratégica en Fujairah para poder mantener el flujo de petróleo hacia los mercados internacionales en caso de que se cerrara el Golfo Pérsico [9].
Además del oleoducto saudí Este-Oeste, Arabia Saudí ha estado también buscando una alternativa a las rutas de tránsito y examinando los puertos de Omán y Yemen, sus vecinos del sur de la Península Arábiga, manifestando un especial interés por el puerto yemení de Mukallah, en las costas del Golfo de Adén. En 2007, fuentes israelíes informaron con bastante fanfarria que estaba gestándose un proyecto de oleoducto que iba a conectar los campos petrolíferos saudíes con Fujairah en los EAU, con Muscat en Omán y, finalmente, con Mukallah en el Yemen. La reapertura del oleoducto Arabia Saudí-Iraq (IPSA, por sus siglas en inglés), que, para colmo de ironías fue construido por Sadam Husein para evitar el Estrecho de Ormuz y a Irán, ha sido también objeto de discusión de los saudíes con el gobierno iraquí en Bagdad.
Si Siria y el Líbano se convirtieran en clientes de Washington, entonces podría también reactivarse el cerrado oleoducto transarábigo (Tapline) junto con otras rutas alternativas que irían desde la Península Arábiga a las costas del Mar Mediterráneo a través del Levante. Cronológicamente, esto también podría formar parte de los esfuerzos de Washington para invadir Líbano y Siria en el intento de aislar Irán antes de cualquier posible confrontación con Teherán.
Las maniobras navales iraníes Velayat-90, que se celebraron en las proximidades de la entrada al Mar Rojo en el Golfo de Adén, fuera de las aguas territoriales del Yemen, también se extedieron por el Golfo de Omán frente a las costas de Omán y la zona costera oriental de los EAU. Además de otros aspectos, los ejercicios Velayat-90 deberían interpretarse como una señal de que Teherán está preparado para actuar fuera del Golfo Pérsico e incluso atacar o bloquear los oleoductos que intentan evitar el Estrecho de Ormuz.
La geografía está también del lado de Irán en este caso. El hecho de evitar o circunvalar el Estrecho de Ormuz no cambia la realidad de que la mayor parte de los campos petrolíferos que pertenecen a los países del CCG están todos situados en las proximidades de Irán y, por tanto, dentro de la distancia de lanzamiento iraní. Como en el caso del oleoducto Hashan-Fujairah, los iraníes podrían fácilmente interrumpir el flujo de petróleo desde el mismo punto de origen. Teherán podría lanzar ataques aéreos y de misiles o desplegar sus fuerzas anfibias, terrestres, navales y aéreas también en esas zonas. No necesita bloquear el Estrecho de Ormuz; después de todo, impedir el flujo energético es el principal objetivo de las amenazas iraníes.
La Guerra Fría EEUU-Irán
Washington ha estado atacando a Irán utilizando todos los medios que tiene a su alcance. Las tensiones alrededor del Estrecho de Ormuz y el Golfo Pérsico constituyen solo uno de los aspectos de una peligrosa guerra fría regional con múltiples frentes entre Teherán y Washington en todo el Oriente Medio. Desde 2001, el Pentagono ha estado reestructurando también su ejército para emprender guerras no convencionales con enemigos como Irán [10]. Sin embargo, la geografía ha actuado siempre contra el Pentágono y EEUU no ha encontrado una solución a su dilema naval en el Golfo Pérsico. En vez de una guerra convencional, Washington ha tenido que emprender una guerra secreta, económica y diplomática contra Irán.
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