El 27 de abril de 1978, el Partido Democrático Popular de Afganistán derrocó al presidente Mohammed Davud Jan e implantó un régimen socialista.
Afganistán era importante para la antigua Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) por su frontera compartida y la amenaza planteada por la tendencia de Afganistán hacia el caos a finales de 1970. Por esta razón, la URSS invadió este país el 25 de diciembre de 1979 alegando prestar ayuda internacional al pueblo afgano. Se apoderó del gobierno, asesinó al presidente Hafizulá Amin e instaló a Babrak Karmal.
Las fuerzas soviéticas, que al principio iban solo a respaldar a su aliado comunista, tuvieron que implicarse de lleno en una guerra que, a medida que pasaba el tiempo, parecía no tener fin por la presencia de otro grupo en el campo de batalla; se trata de los combatientes “yihadistas”, que CONTABAN con el apoyo logístico de EE.UU.
Fue así cuando Afganistán se convirtió en el último campo de batalla ajeno que usaron la Unión Soviética y EE.UU.
La intervención militar en Afganistán supuso un enorme desgaste para la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas, razón por la cual, en 1989, se retiró de forma estrepitoso de Afganistán.
A pesar de que los afganos conforman una de las naciones que rechazan categóricamente la presencia de fuerzas extranjeras en su país, Estados Unidos con la coordinación con Arabia Saudí y Paquistán logró crear grupos “yihadistas” para luchar contra las tropas soviéticas en Afganistán. En 1988, Al-Qaeda se formó bajo el liderazgo de Osama bin Laden en Peshawar.
La lucha por el poder y los intereses de las facciones proyihadistas provocó el surgimiento de los talibanes en Afganistán en 1994. Los miembros de este grupo se graduaron en las escuelas religiosas de Qandahar y Peshawar, que estuvieron bajo la supervisión de Arabia Saudí y Paquistán.
Una de las principales razones del resurgimiento de los talibanes fue el apoyo de Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos y Paquistán; apoyo que se realizó en total coordinación con Estados Unidos.
Estados Unidos abusó de los talibanes para reprimir a otros grupos religiosos y preparar el terreno para la llegada de este grupo extremista al poder en Afganistán; un grupo que actuara en torno a la política exterior estadounidense. Washington utilizó a Talibán como una herramienta para presionar a China, Rusia e Irán. Pero los talibanes, como otros grupos extremistas, ahora se han vuelto contra Estados Unidos.
No obstante, Arabia Saudí, aunque sus objetivos no pueden ser considerados diferentes a los de Estados Unidos, quería controlar y empoderar de los grupos con ideología extremista wahabí en Afganistán para usarlos como palanca contra Irán. Por estas razones, ningún país, excepto Paquistán, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, reconoció a los talibanes entre 1996 y 2001.
Hoy, los talibanes han regresado al poder en Afganistán de una manera que puede ser considerada sospechosa, porque en pocas semanas, a pesar del despliegue de 300 000 efectivos afganos, consiguió hacerse con el control de gran parte de Afganistán.
Política de tierra quemada de EEUU en Afganistán
La decisión del presidente de EE.UU., Joe Biden, de retirar las tropas de su país de Afganistán persigue la política de tierra arrasada en el país asiático. Estados Unidos utilizó de los talibanes como una herramienta para transformar a Afganistán en una nueva Siria, por un lado, destruyendo las ciudades y la infraestructura del país y, por el otro, poniendo a la sociedad afgana en peligro de colapso y desplazamiento.
La gran diferencia entre Afganistán y Siria es la falta de un gobierno central fuerte y, por supuesto, la falta de cohesión nacional, étnica y cultural de la gente en diferentes partes del país centroasiático.
Los estadounidenses y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) han destruido en los últimos meses la infraestructura militar y policial de Afganistán, acelerando la retirada de las tropas y desmantelando sus bases en la meseta de Pamir.
Una de las primeras y más importantes consecuencias de la conquista de ciudades y provincias por parte de los talibanes es el desplazamiento de cientos de miles de sus habitantes y la afluencia de esta ola de refugiados a países vecinos, especialmente Paquistán e Irán, que tienen la mayor cantidad de fronteras y similitudes culturales con los afganos.
Lo que ha causado la invasión de Estados Unidos en Afganistán, además de asesinar a su gente, ha sido dejar una herencia ominosa al destruir sus instituciones legales. Con todo lo expuesto, se ve que Estados Unidos, como invasor, siguió la ‘política de tierra arrasada’ en Afganistán en vez de seguir el derecho internacional en este país.
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