Parece que el norte de Siria vive bajo una tensión constante, una región que alguna vez fue el centro de una feroz lucha entre grupos terroristas y el ejército sirio, ahora permanece en una frágil calma marcada por acuerdos temporales.
Las cenizas de lo que fue un conflicto abierto se avivan con ataques lanzados por los terroristas liderados por Hayat Tahrir Al-Sham, y respuestas esporádicas de las fuerzas sirias y sus aliados, en especial los rusos.
A pesar de los esfuerzos diplomáticos, los ecos de lo que era una guerra total siguen latentes, mientras ambos bandos se preparan para lo que podría ser una nueva confrontación.
La región es ahora un campo minado de intereses cruzados, donde las cenizas de antiguas batallas se mezclan con la desconfianza actual, y cualquier movimiento en falso podría desatar una escalada que nadie parece querer, pero que parece cada vez más inevitable.
Las consecuencias de esta escalada afectarán no solo a Siria, sino también a Turquía, que apoya a los llamados rebeldes y teme una nueva ola de desplazados y un impacto en sus intereses estratégicos en la región. Además, este conflicto supone un nuevo desafío para los acuerdos entre Moscú y Ankara que han mantenido la estabilidad en la región desde 2020 que ahora pende de un hilo.
Acuerdos ruso-turcos en riesgo
Desde hace tiempo, el Gobierno sirio ha intentado tomar el control de la estratégica carretera M4, que conecta Alepo con Latakia, cruzando zonas controladas por los aliados de Turquía, es decir la oposición. No obstante, los acuerdos ruso-turcos han evitado hasta ahora este avance.
Aunque estos convenios se mantienen, son frágiles, y un colapso tendría graves consecuencias tanto para Rusia como para Turquía, ya que podría socavar los esfuerzos de Moscú para restablecer las relaciones entre Ankara y Damasco, que actualmente se encuentran en un punto muerto debido a la escalada regional.
El investigador Abbas Sharifa destacó que los recientes ataques en el noroeste son una advertencia de Rusia a Turquía y a las facciones de la oposición, disuadiéndolos de aprovechar las tensiones en la Franja de Gaza para abrir nuevos frentes en el norte de Siria.
Este aumento de la presión también parece estar relacionado con el fracaso del esperado encuentro entre el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y su homólogo sirio, Bashar al-Asad, lo que podría estar llevando a Moscú a presionar a Ankara para que haga concesiones sobre la retirada de sus tropas del norte de Siria.
Últimos ataques aéreos rusos
En los últimos acontecimientos, aviones de combate rusos, partiendo de la base de Hmeimim, lanzaron ataques sobre posiciones terroristas en la zona de Tal al-Tabaana, en el noreste de la provincia de Latakia, cerca de la frontera turco-siria.
También bombardearon el lado oeste de la ciudad de Idlib y los alrededores de Bsenqul, cerca de la autopista internacional que conecta Alepo con Latakia.
Refuerzos en el noroeste de Siria
Simultáneamente, se han intensificado los intercambios de artillería entre las fuerzas gubernamentales sirias y Hayat Tahrir al-Sham en las provincias de Idlib y Hama, según el denominado Observatorio Sirio de Derechos Humanos. Las fuerzas sirias bombardearon varias aldeas en la región de Sahl al-Ghab, en el noroeste de Hama.
Damasco ha reforzado sus posiciones en el noroeste de Siria, especialmente en el oeste de Alepo, ante el temor de que las facciones extremistas lancen una ofensiva hacia las principales ciudades del norte del país, incluida la capital económica, Alepo.
El ejército sirio asimismo ha enviado refuerzos militares a la región occidental de Alepo, provenientes de la Cuarta División, la 25ª División de Fuerzas Especiales, el Quinto Cuerpo y la Guardia Republicana, en preparación para un posible ataque de las facciones opositoras.
También ha levantado nuevas fortificaciones y barreras de tierra en las líneas del frente, en un estado de máxima alerta, realizando continuamente operaciones de reconocimiento a lo largo de las líneas de contacto en el noroeste de Siria.
En respuesta, Turquía ha enviado refuerzos militares a sus posiciones en el sur de Idlib, particularmente en Jabal al-Zawiya, donde ha desplegado convoyes con equipos logísticos y militares, incluidos más de 190 vehículos en las últimas semanas. Además, ha instalado radares avanzados y ha activado sistemas de interferencia para aviones en la región de Idlib.
Por otro lado, la Sala de Operaciones de los terroristas, que agrupa a varias facciones, incluidas Hayat Tahrir Al-Sham en Idlib, ha declarado su preparación para cualquier desarrollo o escalada en el noroeste de Siria.
El portavoz del grupo extremista “Jaysh al-Izza”, Mustafa Bakur, confirmó que la intención de reanudar operaciones militares sigue presente desde que cesaron los combates en 2020, y que la fase de preparación ha avanzado significativamente a lo largo de las líneas del frente.
Explicó que el escenario previsto es una ofensiva coordinada, simultánea y meticulosamente organizada en varios frentes, con el objetivo de infligir una derrota considerable al ejército sirio, liberar la mayor cantidad de territorio posible y asegurar un retorno seguro y digno para los desplazados.
El contexto regional
El conflicto en el noroeste de Siria no puede verse de manera aislada, ya que está vinculado al aumento de tensiones en toda la región, incluidas las recientes hostilidades del régimen de Israel en Gaza y el Líbano.
Los terroristas creen que las tensiones actuales en Asia Occidental, incluidas las incursiones israelíes en la capital siria, Damasco, podrían debilitar al régimen sirio, afectando su capacidad militar en el norte del país.
Las agrupaciones terroristas sirias apoyadas por Turquía, parecen ver en este momento una oportunidad para alterar las líneas de control que no han cambiado desde 2020, cuando sufrieron derrotas que las llevaron a replegarse en una limitada franja territorial.
No obstante, estos grupos armados no lanzarán ninguna operación militar sin coordinarse con Ankara, que no parece priorizar cambios significativos en el equilibrio militar en Idlib. Pero, Turquía es consciente de que cualquier alteración de este equilibrio podría dañar su relación con Moscú.
Por Mohsen Khalif