De las acusaciones falsas a la masacre real
por Thierry MeyssanRetomamos durante el verano la publicación por episodios del libro de Thierry Meyssan, Sous nos yeux, titulado en español De la impostura del 11 de septiembre a Donald Trump. Ante nuestra mirada, la gran farsa de las primaveras árabes. Este episodio aborda el “ataque químico” en la Ghouta, las vacilaciones del bando occidental y el financiamiento del Emirato Islámico (Daesh).
RED VOLTAIRE | DAMASCO (SIRIA) | 13 DE JULIO DE 2021
Este artículo este parte del libro De la impostura del 11 de septiembre a Donald Trump. Ante nuestra mirada, la gran farsa de las primaveras árabes.Ver la
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Casi todos los adultos muertos en el incidente químico de la Ghoutta eran hombres. Los niños eran casi todos de la misma edad y los yihadistas los habían secuestrado juntos en Alepo.
27- La «línea roja»
En mayo de 2013, la OTAN distribuye a sus países miembros un informe donde se reporta que el 70% de la población siria apoya al presidente Assad, un 20% respalda a los rebeldes y un 10% no tiene opinión al respecto [
1]. París y Ankara concluyen que la victoria sólo será posible si se regresa al plan inicial y se bombardea Siria. Hay que tomar la iniciativa y hacer algo para presionar a Washington.
El 21 de agosto, civiles sirios son víctimas de un ataque químico en la Ghouta, el cinturón verde de Damasco, en un sector bajo control de los yihadistas. En pocas horas, una poderosa máquina de comunicación se pone en marcha para atribuir la responsabilidad del ataque a la República Árabe Siria. Este ataque químico sería una violación de la «línea roja» trazada por el presidente estadounidense Barack Obama. Los occidentales se disponen a «castigar al régimen» bombardeando Damasco, la capital siria.
El gobierno sirio desmiente toda implicación y recuerda que el 23 de mayo la policía turca había arrestado, en la ciudad turca de Adana, 11 yihadistas en posesión de una importante cantidad de gas sarín [
2]. El jefe del grupo, Hytam Qassap, es de nacionalidad siria, pero los demás detenidos son turcos. Además, el propio «Ejército Sirio Libre» había divulgado antes varios videos mostrando un pequeño laboratorio de fabricación de armas químicas y había amenazado con utilizar gases venenosos para exterminar a los alauitas [
3].
Lo sucedido en la Ghouta es más que dudoso: los servicios secretos de Estados Unidos afirman haber observado –sin intervenir– los preparativos del Ejército Árabe Sirio para utilizar el gas, durante los 4 días anteriores al ataque químico [
4]. La oposición siria difunde una serie de videos pero uno de ellos está fechado –por YouTube, o sea según la hora de California–, en un momento anterior a la salida del sol en Damasco, aunque la escena está filmada a la luz del día [
5]. Las víctimas son niños –todos de la misma edad– u hombres y sólo aparecen 2 mujeres entre las 1429 víctimas que Estados Unidos afirma haber contado en los videos. Finalmente, los niños muertos resultan ser niños alauitas que los yihadistas habían secuestrado varias semanas antes de los hechos [
6]. Aunque no están oficialmente representadas en el terreno, Francia y Gran Bretaña afirman haber recogido en el lugar de los hechos algunas muestras que, procesadas de inmediato, prueban el uso de gas sarín. Pero un detalle contradice esa versión: el único análisis conocido para la detección del gas sarín en las muestras exige 10 días de trabajo antes de la obtención del resultado.
Según los servicios de inteligencia franceses y británicos, el uso de armas químicas por parte del ejército sirio también estaría demostrado por la intercepción de comunicaciones telefónicas entre oficiales sirios. Pero luego resulta que esas intercepciones provienen de… los israelíes [
7]. Rápidamente se verá que la inteligencia militar francesa mantiene una extrema reserva con respecto a tales “intercepciones”, al extremo que no es la inteligencia militar francesa quien redacta la Nota de Síntesis publicada por el ministerio de Defensa sino Sacha Mandel [
8], un consejero, con doble nacionalidad israelo-francesa, del ministro francés de Defensa.
En el fondo, resulta difícil entender por qué el uso de armas químicas sería una «línea roja», como si fuesen peores que las demás «armas de destrucción masiva». ¿Por qué Estados Unidos, firmante de la Convención para la Prohibición de las Armas Químicas, critica el supuesto uso de ese tipo de armas por parte de Siria, país que no había firmado esa Convención, si Estados Unidos violó su propio compromiso internacional en Bagdad, en 2003? [
9]
Marcus Klingberg, fue director adjunto del Instituto Israelí de Investigaciones Biológicas (IIRB) de Ness Ziona. Klinberg comunicó al KGB los resultados de las investigaciones de Israel sobre armas biológicas. Al ser arrestado, en 1982, Klinberg rechazó que lo llamaran “espía” y sostuvo que lo que había hecho era trabajar en favor de la humanidad.
En el momento de su aparición, durante la Primera Guerra Mundial, las armas químicas tomaron desprevenidos a todos los beligerantes, y por eso resultaron tan mortíferas. Pero los Estados encontraron rápidamente cómo enfrentarlas, de manera que ningún beligerante recurrió a ellas de forma significativa en el campo de batalla durante la Segunda Guerra Mundial. En el Medio Oriente, Israel se negó a firmar la Convención contra las armas químicas, lo cual llevó a Egipto y a Siria a adoptar la misma actitud. Desde 1985 y hasta 1994, Israel financió investigaciones, realizadas en Sudáfrica, para crear armas químicas “selectivas”, capaces matar a las personas según sus características raciales. El objetivo de aquellas investigaciones era encontrar agentes tóxicos que mataran a los negros o a los árabes sin afectar al pueblo judío y se realizaron bajo la dirección del coronel Wounter Basson, el cardiólogo personal del presidente sudafricano Pieter Botha [
10]. No se sabe si esas investigaciones llegaron a tener éxito –lo cual parece bastante improbable científicamente hablando. Lo que sí se sabe es que costaron la vida a varios miles de personas utilizadas como conejillos de Indias [
11].
En cuanto al ataque químico en Siria, los servicios de inteligencia británicos validan rápidamente las observaciones ya mencionadas y advierten al primer ministro David Cameron [
12] sobre la posibilidad de que todo fuese una operación «bajo bandera falsa» [
13]. Mientras tanto, la televisión siria transmite el testimonio de un chofer de los yihadistas. Este individuo revela haber estado en un cuartel, en Turquía, donde recibió un cargamento de municiones químicas, que él mismo transportó en secreto hasta la periferia de Damasco [
14].
Respondiendo a preguntas de la prensa rusa, el presidente sirio Bachar al-Assad señala:
«Las declaraciones de los políticos estadounidenses, occidentales y de otros países constituyen un insulto al sentido común y son una muestra de desprecio por la opinión pública de sus propios pueblos. Es absurdo: se acusa primero y sólo después se buscan las pruebas (…) Ese tipo de acusación es exclusivamente política y responde a la serie de victorias que las fuerzas del gobierno han alcanzado frente a los terroristas.» [15]
Desde París, el presidente francés Francois Hollande vocifera que su conciencia le ordena «golpear» Damasco [
16]. Hollande no hace más que seguir las huellas de los partidarios de la colonización que, durante el gobierno provisional de Charles de Gaulle –en mayo de 1945– y el de Georges Bidault –en noviembre de 1946– bombardeó por propia iniciativa Setif, Guelma y Kherrata (en Argelia), después Damasco (en Siria) y finalmente Haiphong (en Indochina, hoy Vietnam). En el momento de retirar sus tropas, justo después de la independencia de Siria, el ejército del general francés Fernand Olive atacó Damasco, sólo por despecho, destruyendo parcialmente el milenario mercado popular de la capital siria –lo mismo que ha sucedido ahora en Alepo– y la sede de la Asamblea Nacional, símbolo de la nueva República siria, que París rechazaba.
Alemania es el primer país en observar que, aunque Siria hubiese utilizado realmente armas químicas, bombardearla sería ilegal a la luz del derecho internacional, sin una decisión del Consejo de Seguridad de la ONU en ese sentido [
17]. En todo caso, Estados Unidos y el Reino Unido están convencidos de que todo es un engaño orquestado por Turquía con respaldo de Francia y de Israel.
En Londres, la Cámara de los Comunes prohíbe al primer ministro Cameron atacar Damasco sin que se haya demostrado antes la responsabilidad del gobierno de Bachar al-Assad en el ataque químico. Los diputados británicos, muchos de los cuales conocen el grado de implicación de su propio país contra Siria, recuerdan el costo que tuvo para el Reino Unido la guerra emprendida contra Irak en 2003, basada en las mentiras acusatorias de George Bush y Tony Blair. En Washington, Barack Obama recurre a la opinión del Congreso, sabiendo perfectamente que ese órgano es contrario a toda nueva aventura militar [
18]. De hecho, Obama recurre al Congreso sólo para justificar su propia negativa a involucrarse, cuando en realidad la Syrian Accountability Act, adoptada en 2003, pone en sus manos todos los poderes para destruir Siria.
Después de haber hablado demasiado fuerte y demasiado pronto, Francois Hollande se queda solo. Impotente, se encierra en el Elíseo mientras que la palabra de Francia pierde toda credibilidad en el plano internacional. A nadie se le ocurre pedirle cuentas a Turquía y no serán personalidades francesas influyentes como Anne Lauvergeon, Alexandre Adler, Joachim Bitterlich, Helene Conway-Mouret, Jean-Francois Copé, Henri de Castries, Augustin de Romanet, Laurence Dumont, Claude Fischer, Stephane Fouks, Bernard Guetta, Elisabeth Guigou, Hubert Haenel, Jean-Pierre Jouyet, Alain Juppé, Pierre Lellouche, Thierry Mariani, Gerard Mestrallet, Thierry de Montbrial, Pierre Moscovici, Philippe Petitcolin, Alain Richard, Michel Rocard, Daniel Rondeau, Bernard Soulage, Catherine Tasca, Denis Verret o Wilfried Verstraete quienes se aventuren a hacerlo. Todos estos personajes de la política y la prensa francesa han recibido “regalos” de los empresarios turcos en nombre de Recep Tayyip Erdogan.
Es Rusia quien ayuda Estados Unidos a salir de esta crisis con la frente alta. Ambos países invitan a Siria a firmar la Convención para la Prohibición de las Armas Químicas, lo cual Damasco hace sin demora. El presidente Bachar al-Assad negocia con la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) la destrucción de los arsenales químicos sirios, pero Washington correrá con los gastos.
Posteriormente, el conocido periodista estadounidense Seymour Hersh saca a la luz las vacilaciones de su país sobre todo este asunto del ataque químico [
19]. Posteriormente, dos profesores del Massachusetts Institute of Technology (MIT), Richard Lloyd y Theodore Postol, demuestran que los obuses químicos habían sido disparados desde la zona controlada por los «rebeldes» [
20]. Sólo Francia persiste en acusar a la República Árabe Siria. Según la sabiduría popular de los campesinos franceses, «quien quiere matar su perro, siempre dirá que tiene rabia».
En todo caso, los occidentales volverán a retomar repetidamente sus acusaciones contra Siria sobre el empleo de armas químicas, a pesar de que, trabajando en conjunto, Rusia y Estados Unidos han destruido todo el arsenal químico sirio. Esas acusaciones cesan sólo cuando Damasco descubre armas químicas en varios bunkers de los yihadistas, armas que habían sido entregadas por la CIA y fabricadas por la empresa británica Chemring Defense, y las firmas estadounidenses Federal Laboratories y Non-Lethal Technologies [
21].
El 6 de julio de 2012, el presidente francés Francois Hollande encabeza una cumbre de los “Amigos de Siria”. Entre los invitados de honor hay varios responsables de crímenes contra la humanidad –o sea individuos que han organizado ejecuciones masivas basadas en las creencias religiosas de las víctimas. Doce días después, desde su función como presidente de Francia, el propio Francois Hollande ordena asesinar a los miembros del Comité de Seguridad Nacional de la República Árabe Siria y desata el asalto contra Damasco, la capital siria.
28- Indecisión
Al haber cerrado su embajada en Damasco y retirado todo su personal de Siria en 2012, habiendo retirado también la mayor parte de sus fuerzas especiales luego de su intervención en Mali en 2013 y después de verse abandonado por Washington cuando ya había dado el paso adelante, París se ve sin recursos en el teatro de operaciones y sin plan de acción.
Sin saber qué hacer, Francois Hollande se vuelve hacia su aliado de siempre, Israel, que le había presentado una falsa prueba de la supuesta responsabilidad siria en el ataque químico de la Ghouta. En este punto de nuestro recuento, es necesario echar un vistazo a la actividad que Hollande había desarrollado antes, como primer secretario del Partido Socialista, a favor de la colonización de Palestina:
En el año 2000, mientras Israel ocupa el sur del Líbano, Hollande prepara con el futuro alcalde socialista de París, Bertrand Delanoe, el viaje del primer ministro francés Lionel Jospin –también socialista– a Palestina. El discurso de Jospin incluye una condena contra la resistencia libanesa ante la ocupación militar israelí, y asimila esa resistencia al terrorismo.
En 2001, Hollande exige que el especialista en geopolítica Pascal Boniface, culpable de haber criticado en una nota interna del Partido Socialista francés el ciego respaldo de esa formación política a Israel, presente su renuncia al Partido.
En 2004, Hollande escribe al Consejo Superior de la actividad audiovisual de Francia cuestionando la autorización de transmisión concedida a Al-Manar, la televisión del Hezbollah. Hollande mantendrá sus presiones hasta lograr que Francia censure ese medio de difusión de la resistencia libanesa.
En 2005, el Consejo Representativo de las Instituciones judías de Francia (CRIF, siglas en francés) recibe a Hollande a puertas cerradas. Según el acta de esa reunión, Hollande expresó allí su respaldo a Ariel Sharon y criticó duramente la política de Charles de Gaulle hacia el mundo árabe. Según el acta, Hollande declaró: «Hay una tendencia que viene de hace mucho, lo que se denomina como la política árabe de Francia y no es admisible que una administración tenga una ideología. Hay un problema de reclutamiento en el ministerio de Relaciones Exteriores y en la ENA y ese reclutamiento debería ser objeto de una reorganización.»
Con esas palabras, Francois Hollande invierte la realidad ya que la «política árabe de Francia» no es una política favorable a los árabes en detrimento de los israelíes sino la política francesa en el mundo árabe [
22].
En 2006, Hollande toma posición en contra del presidente iraní Mahmud Ahmadineyad, quien había invitado a Teherán a varios rabinos e historiadores, entre los cuales había algunos negacionistas. Al adoptar esa actitud hostil, Hollande finge no conocer el sentido del congreso organizado en Irán, con el cual se buscaba demostrar que los europeos han reemplazado su cultura cristiana por un culto al Holocausto. Hollande incluso afirma que el presidente iraní pretende negar el derecho de los judíos a la vida y que se prepara para continuar el Holocausto.
También ejerce presiones para obtener la liberación del soldado israelí Gilad Shalit, prisionero del Hamas, alegando que Shalit, quien tiene doble nacionalidad, es francés. Hollande pasa por alto el hecho que Shalit fue hecho prisionero por la resistencia palestina mientras servía como soldado de un ejército ocupante en guerra contra la Autoridad Palestina, igualmente aliada de Francia.
En 2010, Hollande publica en el diario Le Monde, con Bertrand Delanoe y Bernard-Henri Levy, un artículo de opinión en contra del boicot contra los productos israelíes. Según Hollande, ese boicot sería un castigo colectivo infligido también a los israelíes que luchan por la paz con los palestinos, razonamiento que nunca se le ocurrió utilizar durante la campaña de boicot contra el apartheid sudafricano.
En busca de aliados, el presidente francés Hollande viaja a Israel el 17 de noviembre de 2013. Al llegar al aeropuerto de Tel Aviv proclama: “Tamid écha-er ravér chel Israel” (“Soy amigo de Israel y lo seré por siempre”).
En noviembre de 2013, a su llegada al aeropuerto de Tel Aviv, ya como presidente de Francia, Hollande declara, en hebreo «Tamid écha-er raver chel Israel», o sea: «Soy amigo de Israel y lo seré por siempre.» [
23].
El primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu, observa que Estados Unidos y Reino Unido se han retirado del teatro de operaciones sirio, lo cual no impide que la CIA y el MI6 prosigan la guerra secreta. Netanyahu propone entonces crear una coordinación de los países (Arabia Saudita, Francia, Israel, Qatar y Turquía) que desean continuar la guerra abierta hasta el derrocamiento de la República Árabe Siria. Líbano y Jordania seguirán aportando apoyo logístico pero no participarán en la dirección de las operaciones. Como Washington ya no desea seguir apareciendo, todo el dispositivo estará bajo la dirección del embajador estadounidense Jeffrey Feltman, quien actuará desde la sede de la ONU, en Nueva York. Pero habrá que apurarse porque el viento ha cambiado en Washington, donde los partidarios de la agresión contra Siria se ven apartados de sus cargos. El 8 de noviembre, el general David Petraeus es obligado a renunciar a su cargo como director de la CIA, mientras que Hillary Clinton sufre un «accidente» y desaparece durante un mes.
El hombre-orquesta de la primavera árabe es el embajador estadounidense Jeffrey D. Feltman, por demás un gran amigo de Netanyahu. Convertido, desde hace más de un año, en Director de Asuntos Políticos de la ONU, Feltman ordenó al alemán Volker Perthes, director del Stiftung Wissenschaft und Politik (SWP), el tanque pensante más poderoso de Europa, redactar un plan de capitulación total e incondicional de Siria. Perthes está además a cargo de la Dirección África del Norte y Medio Oriente del Servicio de Acción Exterior de la Unión Europea. Cuando la Alta Representante de la UE para los Asuntos de Política Exterior y Seguridad, Catherine Ashton, abre la boca es para decir lo que le dicta Perthes. Feltman pone en manos de Arabia Saudita la formación, por segunda vez, de un ejército de 50 000 hombres en Jordania. Y también inicia una reorganización paralela de los grupos yihadistas mientras que, por instrucciones de la Casa Blanca, organiza las negociaciones denominadas «Ginebra 2».
Benyamin Netanyahu concibe una alianza de 3 miembros en la que Francia defenderá los intereses de Israel y de Arabia Saudita en el plano internacional, a cambio de gigantescos contratos, inversiones y sobornos. El objetivo es sabotear las negociaciones entre Estados Unidos e Irán para mantener el monopolio que ejerce el directorio regional Tel Aviv-Riad.
Al ser detenido en Líbano, Majed al-Majed reconoció que era oficial de los servicios secretos de Arabia Saudita y que recibía órdenes directamente del príncipe saudita Bandar ben Sultán, jefe de la inteligencia saudita. Majed al-Majed dirigía una rama de al-Qaeda y servía de enlace entre esa organización terrorista y altas personalidades del Medio Oriente.
En Líbano, el ejército de ese país acaba de arrestar a Majed al-Majed, uno de los agentes más importantes de Arabia Saudita. El rey de Arabia Saudita ofrece a los libaneses 3 000 millones de dólares en armamento “Made in France” para que no graben la confesión de al-Majed [
24]. El jefe terrorista muere oportunamente mientras el rey saudita distribuye “regalos” a dirigentes libaneses y franceses –por ejemplo, 100 millones de dólares para Michel Sleimane, el “presidente” libanés designado en violación de la Constitución. Finalmente, sólo saldrán beneficiados los individuos que recibieron “regalos” personales, pero los pedidos y entregas de armamento francés al Líbano nunca llegarán a concretarse [
25]. El único dirigente francés que no recibe algún “regalo” personal del rey de Arabia Saudita, el ministro de Defensa Jean-Yves Le Drian, negocia para su región –en Francia– el salvamento del grupo productor de carne de pollo Doux, endeudado en 400 millones de euros, que será parcialmente adquirido y salvado de la quiebra por el saudita Al-Munajem.
Después de la renuncia de Kofi Annan al puesto de mediador de la ONU para Siria, el secretario general de la ONU Ban Ki-moon pone el tema sirio en manos del argelino Lakhdar Brahimi. Pero Brahimi, a diferencia de Annan, no actúa bajo el título de “mediador” porque Ban Ki-moon considera ahora que «¡Bachar tiene que irse!». La misión de Brahimi será conducir a Siria hacia «una transición política, conforme a las legítimas aspiraciones del pueblo sirio». Brahimi es el creador del «Servicio de Apoyo a la Decisión», que es en realidad el servicio secreto personal del secretario general de la ONU, organización que ha dejado de ser un foro de paz y que ahora dispone de un servicio secreto para implementar la política de Washington. Debido a su papel en situaciones como el fin de la guerra civil en Líbano, el golpe de Estado en Argelia y la agresión anglosajona contra Afganistán, Brahimi está muy lejos de ser un desconocido para la diplomacia francesa [
26].
Ginebra 2, que se abre el 22 de enero de 2014, es una trampa. En la primera conferencia de Ginebra sobre Siria, Estados Unidos y Rusia se reunieron, en presencia de sus socios más cercanos, y sin la participación de sirios. Pero en Ginebra 2 participan no sólo Siria y «representantes de la oposición» sino también todos los Estados implicados –con excepción de Irán, cuya invitación, después de haber sido enviada, será anulada, supuestamente a pedido de Arabia Saudita. Pero, ¿quién puede creer que el reino saudita tiene realmente tanto poder sobre la ONU? En realidad, el estadounidense Jeffrey Feltman, está organizando por otro lado las negociaciones 5+1 con Irán, y prefiere no anticipar el levantamiento de las sanciones estadounidenses y europeas contra la República Islámica. En cuanto a los representantes de la oposición siria, sólo podrán participar los que cuentan con el aval de Arabia Saudita, o sea la nueva «Coalición Nacional de Fuerzas de la Oposición y la Revolución» (CNFOR) que preside Ahmed Jarba. Este personaje es un narcotraficante de poca monta que alcanza así su momento de gloria únicamente porque es originario de la misma tribu saudo-siria de la cual proviene el rey de Arabia Saudita.
Sólo dos días antes de la apertura de Ginebra 2, Qatar hace que el gabinete londinense de abogados Carter-Ruck publique un informe de 3 ex fiscales internacionales sobre el testimonio de «César» y las pruebas acusatorias que este individuo ha entregado a ese gabinete [
27]. «César» se presenta como un oficial desertor de la policía militar siria, habitualmente encargado de fotografiar lugares donde se han cometido crímenes, y afirma haber fotografiado, desde el inicio del conflicto, las «víctimas del régimen» en los depósitos de cadáveres de los hospitales militares. «César», quien supuestamente acaba de desertar, entrega 55 000 fotos de 11 000 cadáveres, imágenes que dice haber captado personalmente. Para que todo parezca más convincente, cada página del comunicado que anuncia el informe lleva estampada –dos veces– la mención «Confidencial». Los ex fiscales concluyen que las víctimas fueron sometidas a privación de alimentos y a las torturas que el «régimen«» aplica sistemáticamente a las «personas encarceladas». En realidad, las fotos verdaderamente tomadas en Siria –que están lejos de ser todas– muestran los cuerpos de mercenarios de diversas nacionalidades recogidos por el Ejército Árabe Sirio en el campo de batalla y cadáveres de civiles y militares sirios muertos bajo las torturas infligidas a ellos por los yihadistas que los acusaban de apoyar la República Árabe Siria.
En la apertura de la Conferencia Ginebra 2, el secretario de Estado John Kerry defiende las exigencias de Arabia Saudita: exclusión de Irán, composición de la delegación de la oposición siria limitada sólo a los miembros de la Coalición Nacional, dimisión del presidente sirio Bachar al-Assad y posterior juicio contra este último.
El nuevo secretario de Estado, John Kerry, quien conoce bien al presidente sirio Bachar al-Assad, sabe que todo eso es pura propaganda, pero el comunicado del gabinete Carter-Ruck le aporta un nuevo argumento para el discurso que va a pronunciar en Ginebra 2, el 22 de enero de 2014.
Como nadie entiende bien lo que sucede desde la exclusión de Hillary Clinton y de sus seguidores, las televisiones del mundo entero están presentes en Ginebra. Pero cuando el ministro sirio de Exteriores, Walid Mouallem –a quien los franceses habían tratado de asesinar–, hace uso de la palabra en la apertura de la conferencia, no sabe adaptarse a la situación y pronuncia un discurso dirigido a la opinión pública siria, desperdiciando así la única oportunidad que se le ofrece de desmontar directamente, ante los ojos del mundo entero, el complot occidental. Walid Mouallem es un diplomático con un gran sentido de la lealtad –en una reunión de la Liga Árabe, rechazó un soborno de 100 millones de dólares que su homólogo qatarí le ofrecía para que traicionara a Siria. En su discurso, Mouallem plantea la cuestión del apoyo que la «delegación de la oposición» y sus padrinos presentes en la sala aportan al terrorismo.
En definitiva, Ginebra 2 no aporta nada porque, entre el momento de su convocación y la realización misma de la conferencia, Washington había adoptado una nueva estrategia. Ahora estima que Estados Unidos no está obligado a renunciar a su sueño de mantener un mundo unipolar ni a pactar con Rusia. Todavía le queda una carta por utilizar, y esa carta es precisamente el terrorismo.
Mientras los diplomáticos discuten inútilmente en Ginebra 2, el presidente Obama recibe al rey de Jordania para fijar las condiciones de participación de su país, y la consejera de Seguridad Nacional, Susan Rice, recibe a los jefes de los servicios secretos de la coalición antisiria [
28].
Como todos los años, el Congreso de Estados Unidos se reúne a puertas cerradas para votar los «presupuestos negros» del Pentágono. Esta reunión del Congreso, recogida en un despacho de la agencia de prensa británica Reuters [
29], nunca será mencionada en la prensa estadounidense y ni siquiera aparece en los registros oficiales. Los congresistas aprueban mantener el financiamiento y la entrega de armamento a los grupos armados en Siria, en violación de las resoluciones 1267 y 1373 del Consejo de Seguridad de la ONU [
30]. Sin saberlo, acaban de abrir las puertas del infierno.
(Continuará)