El senador republicano Chuck Grassley cuestionaba en julio a un agente especial del FBI que, según él, estaba implicado en un plan tendiente a desacreditar las informaciones encontradas en la computadora extraviada de Hunter Biden (ver foto), el hijo del presidente estadounidense Joe Biden. Durante una audiencia ante el Senado, el director del FBI, Christopher Wray, dijo sentirse confundido por los señalamientos del senador Grassley.
Al ser entrevistado, el 25 de agosto, el dueño de Facebook, Mark Zuckerberg, reveló que el FBI se había puesto en contacto con su equipo de trabajo para ponerlo en guardia contra la “desinformación rusa” y que, luego de aquel aviso, él había censurado todos los contenidos vinculados a las revelaciones del New York Post sobre la computadora de Hunter Biden.
Al día siguiente, el 26 de agosto, el FBI publicó un comunicado donde reconocía que, efectivamente, había puesto en guardia a los dueños de las redes sociales, pero afirmaba que había sido una alerta “en general”, sin citar específicamente el caso del hijo del presidente Biden y el director del FBI despidió a un agente especial, Timothy Thibault, acusado de haber ido más allá de sus funciones para manipular los medios.
Ahora el agente especial despedido jura que es inocente y asegura que una investigación realmente profunda revelaría que él no cometió la falta que se le atribuye.
El 29 de agosto, los senadores republicanos Chuck Grassley (de Iowa) y Ron Johnson (de Wisconsin) escribieron a Mark Zuckerberg para exigirle precisiones sobre lo que el FBI dijo a su equipo.
Todo este asunto está haciendo mucho ruido dado el hecho que la información encontrada en la computadora extraviada de Hunter Biden implica a su padre, el presidente estadounidense Joe Biden, en la corrupción que se atribuye a Hunter. Y también porque, desde principios de agosto, varias personas atestiguaron ante el senador Grassley que el FBI había montado un plan para desacreditar la información descubierta en la computadora de Hunter Biden, plan tendiente en definitiva a proteger a su padre, el presidente Joe Biden.
El ex director de la Inteligencia Nacional estadounidense, Richard Grenell, ha subrayado que de los alrededor de 50 agentes del FBI enviados a impartir instrucciones a las redes sociales ninguno disponía de información que permitiera sospechar que lo publicado en el New York Post fuese “desinformación rusa”.
Con esa declaración, el ex director Richard Grenell contradice frontalmente a las numerosas personalidades de la Inteligencia Nacional que, el 19 de octubre de 2020, trataron de hacer creer que el caso alrededor de Hunter Biden sólo era “desinformación rusa” [1].
Cuando anunció el inicio de la operación militar especial rusa en Ucrania, el presidente ruso Vladimir Putin hizo alusión a Hunter Biden –miembro del consejo de administración de la empresa ucraniana Burisma– y a los compañeros de juerga del hijo del presidente Biden al señalar que una «banda de drogadictos» estaba saqueando las riquezas de Ucrania.
Posteriormente, el ministerio de Defensa de la Federación Rusa publicó documentos que demuestran que, a través de la empresa que creó con el hijo del ex secretario de Estado John Kerry, Hunter Biden montó en Ucrania un programa de investigación biológica con fines militares por cuenta del Pentágono.
Donald Trump Jr., hijo del ex presidente Donald Trump, aborda la corrupción de Hunter Biden en su libro Liberal Privilege: Joe Biden and the Democrats’ Defense of the Indefensible, Gold Standard Publishing, 2020.
La investigación del New York Post también dio lugar a la publicación del libro Laptop From Hell: Hunter Biden, Big Tech, and the Dirty Secrets the President Tried to Hide por Miranda Devine, Post Hill Press, 2021.
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