sábado, 13 de octubre de 2012

Una parte del imperialismo francés rechaza la alianza de Francia con el salafismo saudí y qatarí



octubre 13, 2012
El antiguo jefe del servicio de espionaje francés Dirección de Vigilancia del Territorio (DST), del que se dice que asesora al ejército argelino y que sin duda representa los intereses de la burguesía imperialista nacionalista, gaullista y judía francesa Yves Bonnet, acaba de expresar su rechazo a la penetración del corrompido emirato qatarí en Francia con el visto bueno de otro sector de la gran burguesía francesa aliada de EEUU y representada por los gobiernos ultraconservador de Sarkozy y socialfascista de Hollande y Fabius. Este último sector controla la política exterior actual de Francia y dirige la alianza criminal de total complicidad y apoyo del espionaje francés de la DGSE y de los servicios secretos militares con las redes del terrorismo salafista, wahabí y takfirista empeñados en una guerra sangrienta contra la República Árabe Siria.
La propia gran burguesía judía francesa está dividida entre un apoyo a la entidad sionista, a su vez cómplice del integrismo musulmán de las petromonarquías,y una política independiente francesa de gran potencia imperialista.
La burguesía qatarí necesita ponerse bajo el paraguas de las potencias imperialistas de capacidad nuclear, represiva y militar para evitar que la revolución árabe de liberación nacional las arroje al cubo de la basura de la Historia, que es donde deben estar, haciendo compañía a los egipcios Sadat y Mubarak, al tunecino Ben Alí, al marroquí Hassan II, al iraquí Faisal, derrocado en 1958, y a otros despreciables agentes del colonialismo e imperialismo occidental. A tal fin está penetrando el capital de grandes transnacionales francesas como Lagardére, Vivendi, Vinci, Veoli, Total y LVMH, ha comprado el equipo de fútbol Paris-Saint Germain y ha creado una red de mezquitas salafistas.
La degenerada ideología salafista contamina a pequeños sectores lumpenizados del proletariado francés que son útiles como carne de cañón contra el pueblo sirio en Alepo, Damasco o Idleb pero mas molestos para el capitalismo francés si se convierten en terroristas que desestabilizan su propia metrópoli atacando intereses judíos y del Estado. La captura de 7 delincuentes franceses convertidos al Islám salafista y dispuestos a cometer actos criminales es el pretexto que sirve a Yves Bonnet para exigir que el imperialismo francés rompa su alianza con Qatar y Arabia Saudita.
 Pero el capitalismo francés en crisis prefiere jugar con fuego sobre todo después de que la campaña filibustera que ha llevado a cabo conjuntamente con Qatar contra Libia y su pueblo haya dado excelentes resultados desde el punto de vista de nuevos negocios, control del petróleo libio, venta de armas, etc.
El asesinato de Gadafi por un agente de los servicios especiales franceses confirma que el imperialismo francés tiene dos raseros para medir el terrorismo: uno es el ejercido en su propio territorio que merece la mas severa condena y otro el que su Estado comete contra los pueblos del Mundo, últimamente contra los pueblos de Costa de Marfil, Libia y Siria y antes contra los de Argelia, Marruecos, Túnez, Madagascar, Vietnam, Nueva Caledonia, Guadalupe, Camerún, etc.
El cinismo del imperialismo francés, su violencia desmedida y sus divisiones internas son expresiones no de su fortaleza sino de su debilidad y decadencia.


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