Arabia Saudí perdió la guerra en Yemen y tendría que pedir la paz, pero su príncipe heredero, Muhamad bin Salman, se niega a aceptar su derrota.
“Arabia Saudí entrará en una guerra contra Yemen y se hundirá en el pantano de Yemen, y Yemen ganará la batalla. Si eso no sucede saquen mi cuerpo de la tumba y quémenlo junto con mis libros”, había pronosticado, Muhamad Heikal, analista político y el periodista más influyente de Egipto.
Si estas afirmaciones atribuidas a Heikal son correctas, hay que decir que esta profecía es correcta debido al pleno conocimiento del autor de la historia y la naturaleza de la noble nación de Yemen; una cognición que es el resultado de más de medio siglo de experiencia.
Al contrario de Heikal, el príncipe heredero saudí ha ignorado la realidad de la naturaleza del pueblo yemení, y ve cómo sus tropas y aliados son humillados en Yemen, lo que amenaza su futuro político en la monarquía.
Después de seis años de la devastadora guerra saudí contra Yemen, en la que Bin Salman y sus amos estadounidenses y sionistas esperaban que el pueblo yemení alzara la bandera blanca en dos o tres semanas, lo que sucedió en el campo de batalla ha sido otra cosa, pues cada día las noticias confirman las victorias del Ejército yemení y del movimiento popular Ansarolá.
En las últimas semanas, el Ejército yemení y los comités populares han roto el brutal asedio de los países agresores en la ciudad de Ad Durayhimi, en la provincia de Al-Hudayda, arrebatando a las fuerzas leales al gobierno dimitido del expresidente fugitivo yemení, Abdu Rabu Mansur Hadi, el control de la base militar de Al-Mas, cerca de la ciudad homónima de la provincia central de Marib.
Con el último avance, las tropas yemeníes han logrado cortar las líneas de abastecimiento al este de la base, donde los aliados de Arabia Saudí, es decir, los mercenarios de Hadi, guardan armas avanzadas. Ese nuevo paso allanará el camino para que las tropas yemeníes puedan avanzar hacia la ciudad de Marib, tras meses de combates que se han intensificado desde el pasado mes de agosto con el avance rápido de las fuerzas yemeníes.
Mientras Bin Salman estaba curando sus heridas, recibió otro golpe. Las tropas yemeníes atacaron con un misil guiado Quds 2, la compañía petrolera Aramco, en la ciudad de Yeda. Una fuente oficial del Ministerio saudí de Energía indicó que ocurrió una explosión que provocó un fuego en un tanque de petróleo de una estación de distribución en el norte de Yeda como resultado de un ataque “terrorista” con un misil.
La fuente no especifica quiénes fueron los autores del ataque. No obstante, el portavoz del Ejército de Yemen, el teniente general Yahya Sari, aseguró que dicho ataque es una respuesta al bloqueo y a la agresión [de Arabia Saudí y sus aliados contra Yemen] y cumple la promesa de las Fuerzas Armadas de poner en marcha operaciones a gran escala en pleno corazón de Arabia Saudí.
El portavoz yemení publicó una imagen satelital con la etiqueta “planta saudí Aramco en norte de Yida”. Google Maps muestra una instalación que coincide con esa imagen y descripción en las afueras del norte de dicha ciudad saudí.
Las instalaciones de producción y exportación de petróleo de Aramco se encuentran principalmente en la Provincia Oriental de Arabia Saudí, a más de 1000 kilómetros de Yeda.
Yahya Sari advirtió que tales operaciones de represalia continuarán y por ello aconsejó a los ciudadanos y las empresas extranjeras que operan en el reino árabe que se mantuviesen alejados de las instalaciones vitales saudíes.
Dicho ataque se produjo pocas horas después de que concluyera una cumbre telemática del G20 organizada desde Riad por Arabia Saudí, presidente de turno del grupo, y mientras se encontraba en el país de visita oficial el secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo.
El pasado mes de septiembre Ansarolá atacó dos destacadas plantas de Aramco, provocando la suspensión del 50 % de la producción de crudo saudí.
Aunque no está claro si las afirmaciones atribuidas a Heikal son ciertas o no, está bastante claro que la predicción era correcta; Arabia Saudí se está hundiendo en Yemen y ha sufrido una derrota vergonzosa, pero una persona como ¿Muhamad bin Salman admitirá esta derrota o huirá hacia adelante, negando la verdad, tal y como hizo su amo estadounidense Donald Trump, tras recibir una derrota dolorosa ante Joe Biden en las elecciones presidenciales de EE.UU.?
Teniendo en cuenta estos escenarios, Arabia Saudí y sus aliados se verán obligados a poner fin a su aventurismo en Yemen, ya que Riad se encuentra en una posición negociadora cada vez más débil y es el momento de aprovecharla. Permitir que continúe la matanza sin hacer nada, sabiendo que el sufrimiento de la población civil va a ir de mal en peor, no debería ser una opción.
Por Mohsen Khalif Zade
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