Cuando Erdogan se fue a Sochi el martes 22 de octubre, se enfrentaba a una doble opción: un cara a cara con el Ejército sirio o dar marcha atrás: llevó casi seis horas de duras negociaciones con un Putin firme y casi autoritario para que el presidente turco se diera cuenta de que su Ejército y sus mercenarios tendrán que quedar satisfechos con Ras al Ain y Tal Abiad y despedirse de Manbij, Qamishli y Kobane porque, según el acuerdo alcanzado en Sochi, es el Ejército sirio, secundado por fuerzas rusas, quien será el dueño del lugar. Lo mismo ocurre con las regiones cercanas a las fronteras turcas que, resucitado el Acuerdo de Adana, ahora serán patrulladas por las fuerzas sirias y rusas.
Si es cierto que los kurdos tendrán que partir dentro de las próximas 150 horas a 30 kilómetros de las fronteras turcas, abandonando sus armas y equipos pesados, pero esta concesión estará bajo la supervisión del Ejército sirio. Seis horas de duras negociaciones para evitar una debacle o, peor aún, un estancamiento del Ejército turco en el norte de Siria.
Las Unidades de Protección Popular (YPG) se retirarán a más de 30 km de la frontera turca, después de lo cual las tropas rusas y turcas patrullarán conjuntamente una “zona de seguridad” estrecha de 10 km de profundidad. El miércoles a partir del mediodía, los guardias fronterizos sirios regresarán a esta área donde, acompañados por la policía militar rusa, facilitarán la retirada de los miembros de YPG y sus armas más allá de la misma. Esta es una gran victoria para el Ejército sirio que está allí desplegado después de años.
Este acuerdo permitió a Ankara evitar un estancamiento en Siria. Turquía anunció inmediatamente después del encuentro Putin-Erdogan el fin de su operación militar contra los kurdos en el norte de Siria.
El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, confirmó el fin de la Operación “Fuente de Paz”, buscando tranquilizar a la parte siria.
“El martes en Sochi, los presidentes ruso y turco finalmente alcanzaron un acuerdo después de seis horas de negociaciones. Turquía y Rusia acordaron que las YPG dejarán un área de 30 km de profundidad a lo largo de la frontera sirio-turca, lo cual anulará la reanudación de la ofensiva de las fuerzas turcas”, dijo Serguei Lavrov.
El presidente ruso no tardó demasiado en informar al presidente Assad de los detalles del acuerdo. En una llamada telefónica con Vladimir Putin, el presidente sirio, Bashar al Assad, recordó “su negativa total a cualquier invasión del territorio sirio con cualquier nombre o con cualquier pretexto”. Reiteró que finalmente restablecerá el control de su gobierno sobre toda Siria.
El acuerdo de Sochi también tolera la presencia de fuerzas turcas en Ras al Ain y Tal Abiad, pero esta presencia está unida a la de tropas rusas, por lo que es una presencia mayoritariamente controlada. Al imponer a Ankara una reactivación del acuerdo de Adana, Rusia también ha allanado el terreno para la futura reunión de Erdogan y Assad y el fin de las hostilidades entre los dos estados.
De hecho, unas horas antes de las conversaciones Putin-Erdogan, el presidente Assad viajó al sur de Idleb, acompañado por sus oficiales de alto rango para recordarle a su homólogo turco la existencia de la guerra y que es el Estado sirio el que la ganó. Sus palabras particularmente duras contra Erdogan tampoco han sido respondidas por el presidente turco, una señal de que este último puede estar bajo la presión de Rusia para resignarse a las demandas de Damasco.
“Assad se está preparando para recuperar Idleb y el lunes fue el jefe de guerra en esta región. En cuanto a Erdogan, ahora tiene el interés de detener su duplicidad”, dice Ali Maqsud, un experto militar sirio a Sputnik. La primera admisión de Erdogan tras su reunión con Putin plantea algunas esperanzas: “Hoy, junto con Putin, hemos alcanzado un acuerdo histórico para la lucha contra el terrorismo, la integridad territorial y la unidad política de Siria y el regreso de los refugiados”, dijo el presidente turco durante una conferencia de prensa.
Los desarrollos también anularon de facto el proyecto de crear una entidad kurda independiente, como el Kurdistán iraquí, que cortaría parte del territorio sirio en favor de un estado que serviría de “clavo” estadounidense en el corazón de Siria. Lo más importante para Damasco y para la Resistencia era poner fin a cualquier posible infiltración israelí en el Este de Siria, a través de esta hipotética entidad kurda, y cortar los lazos de Tel Aviv con los kurdos.
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