Con el pretexto de defender sus valores, Occidente incluso censura a quienes presentan una versión alternativa de los hechos, violando el derecho a la información de millones de personas en el mundo. En la guerra informativa, el campo de batalla es la mente humana.
Y el número de armas no deja de aumentar gracias a las nuevas tecnologías: medios en línea, redes sociales… Un ataque constante y omnipresente del que nadie se libra. Algo tiene de distópica esta situación: ¿cómo protegerse de ella?
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